11 consejos para mantener vivo el romanticismo con el paso de los años

11 consejos para mantener vivo el romanticismo con el paso de los años

No sé si mi yo de 14 años se sorprendería al saber que, 22 años después, todavía sigo de la mano del chico del que me enamoré. No sé si se sorprendería al enterarse de que estamos casados y de que tenemos dos hijos. Incluso entonces, sabía que había algo especial en él y en nosotros. Pero la relación ha necesitado esfuerzo, compromiso y más compromiso constante.

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No sé si mi yo de 14 años se sorprendería al saber que, 22 años después, todavía sigo de la mano del chico del que me enamoré.

No sé si se sorprendería al enterarse de que estamos casados y de que tenemos dos hijos.

Incluso entonces, sabía que había algo especial en él y en nosotros. Pero la relación ha necesitado esfuerzo, compromiso y más compromiso constante. Ninguna relación es tan fácil, tan perfecta, ni nadie está tan "hecho el uno para el otro" como para no necesitar nada de esfuerzo.

A continuación podrás leer una lista de 11 maneras con las que hemos mantenido viva nuestra historia de amor después de 22 años y dos hijos:

1. Nunca vayas al baño y dejes la puerta abierta.

Jamás.

2. No utilices como excusa estar cansado para no acostarte con tu pareja.

Después de todo, no hay nada más rejuvenecedor que hacer el amor.

3. Cuida de ti mismo.

Una relación sana está compuesta por dos personas sanas. Nunca olvides la importancia de cuidarse a uno mismo.

4. No remuevas el pasado.

Pase lo que pase, habla de los problemas que necesiten solucionarse, pero echar en cara errores pasados durante una discusión es un fallo grave.

5. Habla de los objetivos comunes.

Es importante hablar de lo que queremos de la vida y del rumbo que queremos que tome. Esto nos ha ayudado a evolucionar tanto juntos como por separado.

6. Comunícate.

En general, poder hablar con tu pareja es muy importante.

7. Vete a dormir enfadado.

A ver, no es que esté defendiendo que haya que irse a la cama enfadado. A nadie le gusta. Lo que defiendo es que no hay que seguir una serie de reglas que otra persona ha elaborado -mi lista tampoco- y convertirlas en el pilar de nuestra relación. Y, a veces, irse a dormir enfadado significa que no dirás cosas desafortunadas e innecesarias que podrían haberte salido por la boca y que, al despertarte, te darás cuenta de que lo que ayer parecía una discusión enorme tampoco es para tanto.

8. Besa.

Creo que besarse es más importante que el sexo. Eso no significa que el sexo no tenga importancia, sino que hay algo especial, íntimo y poderoso en un buen beso. Siempre nos damos un beso al despedirnos o al saludarnos e intentamos darnos al menos un beso en condiciones al día.

9. No hables de tu pareja a sus espaldas.

No digo que no podamos hablar con nuestros amigos o no podamos desahogarnos con otras personas, sino que lo mejor sería que habláramos con nuestra pareja de lo que nos molesta y no con los demás.

10. Ríete.

No me cansaré de decirlo: lo que nos une es la risa.

En esos momentos tan difíciles en los que nos apetece gritar o llorar, gritamos o lloramos, pero también intentamos reír, intentamos hacernos reír cuando lo necesitamos. Tratamos de rescatar a nuestros yoes de 14 y 15 años a los que conocimos hace tanto tiempo que se esconden dentro de nuestros cuerpos de treintañeros, eso sí que es amor.

Porque la vida puede seguir siendo divertida aunque sea dura.

11. No te rindas.

El romanticismo no siempre se demostrará de la misma manera. No tiene por qué demostrarse con detalles ostentosos.

El romanticismo puede verse al comprar la comida favorita de tu pareja o al sacar dinero para pagar las clases de gimnasia de nuestra hija porque tengo una aversión irracional hacia los bancos (ejemplo aleatorio inventado).

El romanticismo puede demostrarse al salir a tomar algo cuando no tenemos tiempo para salir a cenar. O al sentarnos en el sofá a ver la lluvia caer.

Por encima de todo, no hay que rendirse. Hay que reinventar la definición de romanticismo.

Este artículo fue publicado originalmente en la edición estadounidense de 'The Huffington Post' y ha sido traducido del inglés por Irene de Andrés Armenteros.