Vértigo ante la crisis fiscal en EEUU

Vértigo ante la crisis fiscal en EEUU

Las consecuencias globales de un hipotético impago técnico prolongado en EEUU serían lo suficientemente negativas para que, durante los próximos días (esperemos que no semanas) el aparato político estadounidense pusiera todos los medios para llegar a una solución de compromiso.

Las negociaciones políticas continúan en Estados Unidos (EEUU) para llegar a un acuerdo que ponga fin al cierre de la Administración iniciado el 30 de septiembre e incremente el techo de deuda del gobierno federal, que se alcanza el próximo 17 de octubre. La ausencia de acuerdo sobre este último punto es lo que podría provocar un impago técnico sobre la deuda del Tesoro estadounidense.

Mientras que la media de estimaciones cifra el potencial impacto del cierre de la Administración sobre el crecimiento de EEUU entre un 0,3% y un 0,5% para el último trimestre del año, los efectos que sobre el sistema de pagos, la fontanería del sistema financiero, podría causar un impago temporal de las obligaciones del Tesoro son mucho más preocupantes.

Sin ser aún alarmante, el repunte de los tipos de interés de las letras del Tesoro estadounidense con vencimiento cercanos, la inversión de la curva de tipos de interés de deuda a corto plazo, el repunte de los costes de financiación en el mercado de repo (venta de activos con pacto de recompra) en el que la garantía es la deuda del Tesoro y el encarecimiento de los seguros de impago sobre la deuda EEUU reflejan los temores crecientes de la comunidad inversora a que el impago pueda materializarse.

A día de hoy es difícil de pronosticar, pero ante un eventual impago técnico que se extendiese en el tiempo, las tensiones arriba mencionadas podrían aumentar exponencialmente hasta el punto de poner en jaque el sistema de pagos estadounidense. El alza en el riesgo de contrapartida debido al temor de impago entre los principales operadores financieros podría colapsar el sistema. El máximo exponente de algo similar lo encontramos en las turbulencias en el sector financiero global generadas por la quiebra de Lehman Brothers en 2008.

Dada la interconexión actual del sistema financiero global, Europa no sería ajena a este hipotético escenario, pues:

  • Las principales entidades financieras de EEUU tienen también un papel clave en los mercados de financiación de Europa, por lo que las restricciones de liquidez en los mercados interbancarios y de financiación a corto plazo con colateral público (mercado repo, en adelante) se agudizarían, obligando al BCE a intervenir con operaciones extraordinarias de inyección de liquidez.
  • ­ La ausencia de un mercado repo mínimamente líquido y funcional dañaría especialmente a los sistemas bancarios con mayor dependencia del mismo para financiar sus decisiones de inversión. En el caso de las economías periféricas como España o Italia, ello podría perjudicar la financiación de las carteras de deuda pública, pudiendo provocar una oleada de ventas forzadas y un aumento significativo de diferenciales periféricos.
  • ­ El sector empresarial europeo, que materializa buena parte de su financiación a corto plazo en emisiones de pagarés en dólares (que a su vez son compradas por fondos del mercado monetario EEUU), asistiría también a un cierre de una de sus principales fuentes de financiación, no encontrando alternativa en la concesión de crédito bancario y abocando a un aumento de los impagos.
  • ­ Por último, y de forma menos inmediata aunque también potencialmente muy dañina, la probable depreciación del dólar estadounidense provocaría una pérdida de competitividad para las empresas europeas en su comercio bilateral con EEUU. El impacto sería más negativo para aquellas economías que actualmente encuentran en su sector exterior su única fuente de crecimiento. En este sentido, cabe destacar que el porcentaje de exportaciones con destino a EEUU por parte de los principales países del área euro no representa más de un 8-10% del total y, en el caso de España, se eleva tan sólo al 2% del total.

En suma, las potenciales consecuencias globales de un hipotético impago técnico prolongado en EEUU serían lo suficientemente negativas para que, durante los próximos días (esperemos que no semanas) el aparato político estadounidense pusiera todos los medios para llegar a una solución de compromiso.