'La carne' como metáfora de la fragilidad y el deseo

'La carne' como metáfora de la fragilidad y el deseo

Si hay una ley que puede ser capaz de engullir a las demás y erigirse de un modo casi salvaje sobre todas las demás, esa es la ley del deseo. El deseo que nos mueve. El deseo que sentimos por el otro, por los otros. La pasión. Esa pasión que, en ocasiones, puede ser desmesurada, desmedida, peligrosa, atroz.

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Si hay una ley que puede ser capaz de engullir a las demás y erigirse de un modo casi salvaje sobre todas las demás, esa es la ley del deseo. El deseo que nos mueve. El deseo que sentimos por el otro, por los otros. La pasión. Esa pasión que, en ocasiones, puede ser desmesurada, desmedida, peligrosa, atroz. Hay quien tiene complicaciones para discernir las fronteras, los límites. El lado bueno del deseo y el lado menos amable, el que nubla la razón. Y puede llegar a ser aniquilado por ella, por la propia pasión. Hay que andarse con cuidado. Supongo que nadie está libre de pasarse de un lado al otro: hablamos de territorios tan frágiles como nuestros propios corazones o nuestros propios cerebros. Ahí es nada. Todo puede ser devorado en el instante más inesperado, cruelmente.

Soledad, la protagonista de la nueva novela de Rosa Montero, tiene sesenta años. Un buen trabajo, una vida acomodada económicamente y la sensación de que el significado de su nombre le pesa demasiado. Un día, no por casualidad, conoce a un tipo mucho más joven que ella y ahí comienza todo. Y ahí vamos a detenernos porque La carne es una de esas novelas de las que no conviene desvelar nada. El juego se sostiene en una tensión narrativa de la que el posible lector es mejor que no sepa nada con anterioridad. Porque (casi) nada es lo que parece. Hay mucha miga detrás. Y hay un pasado que, como casi siempre, determina el presente. Es mejor que el posible lector vaya descubriéndolo por sí mismo, página a página. Cada detalle es muy significativo. Cada palabra, también.

Podemos apuntarlo claramente: La carne es una de las mejores novelas de Rosa Montero.

A lo largo de su ya extensa obra literaria, Rosa Montero se ha acercado con minuciosidad a los entresijos derivados de la soledad. En este sentido, cabe destacar una de sus mejores novelas: Instrucciones para salvar el mundo, aquel mapa de soledades y vidas a un paso del naufragio definitivo. La carne se sitúa en estos territorios. Entre la fragilidad y el deseo. Montero vuelve a afrontar con exquisita sabiduría esos vaivenes existenciales que pueden colocarnos en cualquier momento al borde del precipicio, a un paso de ese instante que separa la cordura de la locura, la felicidad (o su idea) de esa sombra misteriosa que sólo desea atraparnos en sus afiladas garras. Ese volcán. También habla de esas otras posibles vidas que se quedaron a un lado del camino y que, llegados a un punto, por diferentes razones, debemos considerar irremediablemente perdidas.

Podemos apuntarlo claramente: La carne es una de las mejores novelas de Rosa Montero. Por lo bien que ha sabido diseccionar los sentimientos y los peligros de esas leyes que ordenan en el deseo, en los deseos. Por su contención (imprescindible en una narración como ésta). Por la valentía con la que se ha enfrentado a la fragilidad del ser humano.

Léanla y luego, si quieren, la comentamos. Habrá conversación para rato.

La carne, publicada por Alfaguara, llega a las librerías el 8 de septiembre.