Arquitecturas para la reconstrucción

Arquitecturas para la reconstrucción

La política toma prestado un vocabulario propio del mundo de la construcción: proyecto (ilusionante), arquitectura (institucional), construir (país), y el último gran éxito del PSOE: "Reconstrucción". En arquitectura para reconstruir antes hay que valorar el estado de lo que queda tras el derrumbe y reconocer los elementos que quedan en buen estado y que puedan servir de base para la reconstrucción.

5c8b26932300007f01243d89

Foto: GTRESONLINE.

Últimamente prolifera en politica un lenguaje más propio del mundo de la construcción que de otros ámbitos. Proyecto (ilusionante), arquitectura (institucional), construir (país), y el último gran éxito del PSOE: "Reconstrucción". Quizás convenga llevar ese préstamo semántico más allá, incorporando ciertas costumbres profesionales al campo de la política y llevándolas a la práctica.

Veamos. En arquitectura, para reconstruir, primero hay que llevar a cabo una serie de pasos previos: un levantamiento exacto del estado actual de lo que queda después del derrumbe y un reconocimiento preciso de aquellos elementos que puedan ser lo suficientemente solidos como para servir de base en la reconstrucción de un ya maltrecho edificio... No es la primera, ni la ultima vez que se lleva a cabo una tarea similar, convendría por lo tanto estudiar los métodos utilizados en anteriores ocasiones, analizar sus virtudes y sus errores.

Examinemos cual es el solar que tenemos, las construcciones que lo ocupan y el estado en el que se encuentran, los materiales a disposición y -dato importante- el presupuesto económico disponible y la capacidad de endeudamiento, si es que éste es factible y/o deseable, para llevar a cabo las obras necesarias y así fijar su alcance. Posteriormente es imprescindible evaluar la mano de obra o fuerza de trabajo disponible, el conocimiento al que podemos tener acceso, y finalmente la materia gris: los posibles encargados, jefes de obra, técnicos y directores de obra.

Veamos pues lo que tenemos...Tenemos un Partido Socialista hecho pedazos. Un partido descabezado, sin rumbo, victima de sus luchas intestinas, una militancia con una media de edad avanzada y en general algo desmoralizada. El paisaje después de la batalla: ruinas y mas ruinas.

Las ruinas son evocadoras, muchos sucumben a su encanto, y se regodean en la nostalgia de tiempos mejores que ya nunca volverán. Cuanto mas se sucumbe a la nostalgia mas inalcanzables se tornan aquellos tiempos, o sus equivalentes. Otros en la izquierda sin embargo se dejan tentar por la tabla rasa, dando por hecho que nada de lo que queda es valioso o recuperable. Nada de ataduras dicen. En efecto, las permanencias condicionan, y ese es un enfoque hasta cierto punto acertado, ya que si se quiere innovar, servidumbres e hipotecas las justas. Pero tambien es cierto que habría mucho y valioso que recuperar. Y afortunadamente también hay opciones intermedias.

Al PSOE hay que hacerle una obra de reforma y rehabilitación integral. Reformar los usos, mejorar los accesos, hacerlo más funcional, eficiente, sostenible y accesible.

No por nada algunas de las mejores obras contemporáneas son obras de rehabilitación. Aúnan el poder evocador del patrimonio histórico, los 137 años de socialismo democrático en este caso, y la osadía radical de las vanguardias, eso sea quizás lo que más se echa de menos y lo que haya que introducir. Las obras contemporáneas de rehabilitación destacables son perlas raras, pero existen. Es un dificil y sofisticado equilibrio, una alquimia particular. Demandan un esfuerzo y dedicación mayores. Llevar a cabo una obra de este tipo es mas difícil, exige mayor sutileza e implicación cuando no erudición... pero los resultados son mejores y en cualquier caso es la única manera de poner en valor las prexistencias, el legado.

Al partido Socialista hay que hacerle una obra de reforma y rehabilitación integral. Reformar los usos, mejorar los accesos, hacerlo más funcional, eficiente, sostenible y accesible, menos consumidor de energías, y procurar que éstas sean renovables... Nada de liftings. Ya no solo es cuestión de fachada. Hay que hacer del Partido Socialista un lugar mas habitable y atractivo, acogedor y participativo, y para ello hay que reformarlo casi todo: la estructura, las instalaciones, los equipos, los espacios, los lugares de encuentro, las transiciones, los espacios intermedios, las comunicaciones, su relación con el entorno...

Tradición y modernidad. Ese es el espíritu y el concepto que debiera regir y articular la transformación pendiente, para volver a brillar una vez más. En la izquierda, el uso del término tradición o el de patrimonio puede resultar chocante, no casa con la sempiterna apelación al "cambio", pero también la izquierda tiene una historia que reivindicar (y algunos conocer).

La máxima vitruviana que define buena parte de la mejor arquitectura desde hace mas de veinte siglos "firmitas, utilitas y venustas" puede ser una buena guía para la reconstrucción del socialismo. Firmeza, en los principios democráticos, políticos y sociales, utilidad para la mayor parte de la sociedad (vocación de mayoría) y belleza, sí, también belleza. Porque tambien existe un serio problema de imagen alrededor del PSOE, y nos guste o no, la estética en nuestro tiempo importa y mucho.

En cuanto a la modernidad, cabe referirse a la necesaria transparencia y apertura a la sociedad del propio partido que debe residir en la definición de la propuesta que se haga para el conjunto del país. Modernizar el PSOE para modernizar España. Y en ese sentido podríamos aplicar el espíritu vanguardista del form follows function, la forma sigue a la función, esto es: que la forma que adopte el partido debiera depender del proyecto que se ofrezca a la ciudadanía, y no al revés...

Por ultimo conviene no olvidar que reformar o reconstruir el PSOE es solo una parte del problema, nuestra contribución a la redefinición de la socialdemocracia europea en el siglo XXI, ya que en tiempos de soberanías compartidas hacen falta estructuras de participación política que sean transnacionales. El desafío real se juega en la construcción europea, reconstrucción también en este caso, por lo que lo realmente trascendente es la articulación de la fuerza socialdemócrata europea, y el proyecto socialista para Europa. Gobernar la globalización y globalizar las conquistas sociales.

A trabajar.