El problema de ser una veinteañera y vivir como una señora

El problema de ser una veinteañera y vivir como una señora

Mi gato es mi confidente, mis cejas y yo estamos divorciadas y me regocijo cuando los planes del fin de semana se cancelan de improviso. Con 24 años, hay veces que me siento más identificada con la vida de una sexagenaria comodona.

Mi gato es mi confidente, mis cejas y yo estamos divorciadas, y me regocijo cuando los planes del fin de semana se cancelan de improviso. Con 24 años, hay veces que me siento más identificada con la vida de una sexagenaria comodona. Por suerte (o por desgracia), no soy la única.

Entre las mujeres jóvenes hay una tendencia en aumento que consiste en presumir abiertamente de un estilo de vida de "señora mayor", en el que una deslumbrante vida social pierde toda importancia frente a otras prioridades como la comodidad, la vida hogareña, pasar tiempo a solas con la única compañía de unas pocas copas de vino y de gatos.

No es nada nuevo ser una persona casera. Todos tenemos ese tipo de amigas que son expertas en esfumarse, no precisamente para hacer algo excitante, sino para meterse cuanto antes en un maravilloso pijama. Tengo amigas solteras que han rechazado citas exclusivamente para quedarse en casa y pasar el rato haciendo el ganso.

Es posible que este comportamiento haya existido desde el origen de los tiempos, cuando la primera mujer cavernícola canceló su plan de ir a cenar fuera porque prefería distraerse aprendiendo nuevas técnicas de dibujo con palo en vez de pasar una inolvidable noche loca cazando ñus.

La novedad es que, mientras que en el pasado estas pasiones solían esconderse, las jóvenes de hoy en día adoran presumir y alardear de que disfrutan, por voluntad propia, de los placeres de una edad más avanzada.

Seguro que lo has visto por todas partes en los medios sociales, en esos instagrams de un sábado noche con una botella de vino y una serie de postureo de calidad de fondo, con un mensajito del estilo de "mi noche ideal" o "¿¿y qué es lo que me estoy perdiendo exactamente??", o tal vez una serie de fotos cuidadosamente seleccionadas para una snap story increíblemente tediosa sobre una receta con un aspecto muy adulto y detallado, o quizás sobre unas agujas de hacer punto.

Bueno, tal vez esto último era un poco exagerado (sólo un poco), pero lo demás es verdad, si no me crees no tienes más que buscar #oldladystatus en Instagram para encontrar a gente en modo abuela, con sus tés, sus crucigramas, sus sofás...

También puedes percibir este fenómeno en las conversaciones de la sala de espera del dentista. "¿Qué has hecho este fin de semana?". "Pues he pasado un finde la mar de antisocial, ha sido estupendo. ¡Parezco una señora mayor y todo!". Ni vergüenza, ni complejo, ni nada de nada. Comportarse como un vejete es ahora el orgulloso eufemismo para ser aburrido. ¿De dónde ha salido esto? ¿Es culpa de Liz Lemon, de 30 Rock?

El problema es que toda esta glorificación ermitaña del amor a una misma está arruinando todo el placer de ser una abuelilla prematura con su pijama siempre listo. ¿De verdad disfrutas estando sola y tranquila cuando no paras de mandar actualizaciones cada cinco minutos en cada red de la que formas parte? La necesidad de hacer públicas las pruebas de estar pasando un rato "aburrido-pero-agradable" demuestra que, en realidad, no encuentras paz cuando buscas que te dejen en paz. No hace falta que sigas conectada para demostrar que estás desconectada.

Si únicamente finges tu recogimiento, lo que estás haciendo es echar por tierra el placer de un poco de tiempo improductivo. De hecho, no haces más que contribuir a la saturación digital que en un primer momento te hizo buscar la reclusión. No te basta con poder gandulear disfrutando de una buena copa de vino blanco y un episodio nuevo de Tyrant. También tienes que documentarlo. ¿Veis todo este espacio que he creado para mí? Venid a invadirlo.

En parte, la razón del gozo que causa conseguir estar sola es que es una reivindicación de una misma por encima del ser social. Sabes que tienes la opción de salir si quieres -tienes a mano los tacones y los leggings-, pero es tu decisión no hacerlo.

Para poder seguir esta tendencia de "joven señora mayor", para asimilar por completo el estilo de vida de las Chicas de Oro, tienes que pausar la mente de mujer millennial criada en las supersociales calles de Internet. Sólo entonces podrá producirse la transición entre una vejez prematura y el comienzo de una sabiduría temprana. Además, ser vieja también se queda anticuado, pregunta a cualquiera con más de 50.

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Este post fue publicado originalmente en la edición estadounidense de 'The Huffington Post' y ha sido traducido del inglés por Diego Jurado Moruno

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