La fantasía es la dirección deportiva

La fantasía es la dirección deportiva

De pequeño me gustaban los videojuegos, cuando no podía estar jugando al fútbol en el parque o con mi equipo, lo que más me gustaba era estar metido en alguna realidad virtual. Por supuesto, solo me apasionaban los juegos de fútbol. Y de ellos, los mercados de fichajes, comprar y vender jugadores.

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De pequeño me gustaban los videojuegos, cuando no podía estar jugando al fútbol en el parque o con mi equipo, lo que más me gustaba era estar metido en alguna realidad virtual. Por supuesto, solo me apasionaban los juegos de fútbol. Y de ellos me encantaban los mercados de fichajes. Siempre vendía y compraba jugadores, no pasaba un verano en el que el equipo al que dirigía no cambiara al menos un solo futbolista. Mandaba ojeadores a los lugares más recónditos del planeta para descubrir a los jóvenes talentos antes que nadie y pasaba horas frente a la pantalla negociando con la consola el fichaje de algún nombre que deseaba tener en mi club.

Solo yo sabía todo esto, evitaba hablar de esa vida paralela para que nadie pensara que estaba loco puesto que solo era un niño. Y lo cierto es que me pasaba gran parte del día pensando qué jugador se podía adaptar a mi equipo o mejorarlo. Los demás solo se sorprendían de mi capacidad de conocer todos los jugadores que poseía cada plantilla. Digamos que ahora hago lo mismo pero las cosas han cambiado bastante desde entonces.

La fantasía es una vía, que diría mi cantante favorito, Iván Ferreiro, y por ello cuando el UMF Selfoss me ofreció la renovación por dos años, y en el club, hasta ahora, solventaban la falta de futbolistas haciendo peticiones a agentes. Había una carencia en este sentido. Como jugador ya no voy a ganar la Champions League así que pensé que era una buena oportunidad para iniciarme en aquello que siempre he querido hacer e ir preparándome para el final de una carrera como futbolista poco exitosa, que cada vez está más cerca.

Los presidentes suelen despedir a sus entrenadores si los resultados no salieron bien, pero muchos se podrían haber evitado tras tomar decisiones basadas en razonamientos e informes a largo plazo.

Me puse manos a la obra y tan rápido como pude adapté y traduje el proyecto que había hecho para terminar el curso de director deportivo en la RFEF y se lo presenté a la directiva del club. En él les expliqué la necesidad de conocer el rendimiento de tus propios jugadores y de los que podrías fichar en un futuro, así como tener informes sobre ellos para que el club pueda seguir trabajando en la misma línea, independientemente de las personas que estén asumiendo los cargos correspondientes.

La dirección deportiva es algo que está infravalorado en muchos clubes. Los presidentes suelen despedir a sus entrenadores si los resultados no salieron bien pero quizás muchos de estos despidos se podrían haber evitado tras tomar decisiones basadas en razonamientos e informes a largo plazo, ya sea sobre los propios técnicos, fichajes de jugadores o circunstancias alrededor de estas dos figuras. La clave está en identificar el rendimiento que deseas para tu equipo, hacerte con él y procurar que esa productividad se vuelva a repetir en tu club cuidando el entorno.

Una tarea difícil la que me espera, sin olvidar que debo rendir como futbolista. Quizá lo más duro sea que ya no existe la realidad paralela, se acabó eso de cerrar operaciones presionando un botón, o mandar ojeadores y conseguir los informes después de un minuto, pero a la vez es lo más bonito de esta función. Ahora la realidad me enseña que hay días que en los maravillosos campos de la tercera división islandesa, donde es imposible ponerse a cubierto, la intensa lluvia ni siquiera me permite abrir la libreta y tomar anotaciones para hacer el informe final.