Carta a la mujer que me acusó de intentar reemplazar a la madre de mis hijastros

Carta a la mujer que me acusó de intentar reemplazar a la madre de mis hijastros

Que la sociedad dé por hecho que debería haber una lucha territorial entre la madrastra y la exmujer es perjudicial por muchos motivos. Los niños no son posesiones. Son seres impresionables que sienten la necesidad de complacernos, de encajar y de sentirse queridos. La lealtad que tengan hacia uno de sus padres no debería afectar a la lealtad que tengan hacia el otro.

En primer lugar, quiero darte las gracias. Cuando escribí esta publicación de Instragram, solo esperaba recibir comentarios de otras madrastras que se sintieran igual que yo con respecto a sus hijastros.

Tu comentario, en el que me acusabas de intentar reemplazar a su madre, fue un maravilloso recordatorio de por qué escogí ser tan abierta en la vida y como madrastra en su momento. Lo hice para desacreditar los estereotipos que van de la mano del comentario que dejaste. Especialmente ese de que las madrastras que tratan a sus hijastros como a sus propios hijos intentan reemplazar a su "verdadera madre".

Suelo decir que, cuando eres madrastra, a todo lo que hagas -o no hagas- se le va a sacar punta. Y tu comentario reforzaba esa idea.

Cuando decidí comprometerme con mi marido, también me comprometí a querer a sus tres hijos. Era un pack indivisible. Siento un amor incondicional por él y un amor incondicional por ellos. Son mi familia.

Cuando decidí comprometerme con mi marido, también me comprometí a querer a sus tres hijos.

Y que diga eso en voz alta no significa que esté intentando quitarle valor a la relación que tienen con su madre, ni que esté intentando meterme en su terreno o, como me dijiste, "apropiándome de esos niños".

De hecho, que tengan una madrastra que se implica y que los quiere con todo su corazón no tiene nada que ver con la relación que mantengan con su madre. Su relación sigue siendo tan importante y sólida como siempre. Únicamente ahora tienen en sus vidas a un adulto más que los quiere y que mira por su bienestar. ¿Qué tiene eso de malo?

Me pediste que pensara en lo duro que sería para mí que otra mujer cuidara de mi hijo durante dos semanas o dos fines de semana cada mes. Estoy de acuerdo contigo. Sería durísimo.

Pero, como soy una persona adulta y segura de mí misma, intentaría mirar con perspectiva y aceptar que esa es la realidad de un divorcio o una separación. De hecho, si yo me encontrara en esa situación, me gustaría que la madrastra de mi hija la quisiera y la tratara igual que a sus propios hijos, aunque no fuera su "verdadera madre".

Y no solo porque soy una persona adulta y creo que hay que poner los intereses de los hijos por delante de nuestras propias inseguridades, sino porque yo también soy hija de padres divorciados y sé de primera mano lo que molesta que te traten como si estuvieras en una categoría inferior a la de sus verdaderos hijos. Hazme caso, es una manera fantástica de conseguir que un niño esté resentido por la situación de su familia.

A pesar de que me doliera pensar que otra mujer pudiera estar viviendo momentos especiales con mi hijo, saber que se siente querido, que se preocupan por él y que se siente seguro sería mucho más importante que saber que estoy haciendo el 100% de las labores de madre.

Me pregunto si cuando surgen ese tipo de situaciones -como, por ejemplo, que haya que comprar zapatos nuevos, celebrar tradiciones o fiestas o comprar material para algún trabajo del colegio- debería decir: "Lo siento, cariño, no podemos, tienes que esperarte hasta que estés con tu madre. No quiero meterme en su terreno" y hacer esas cosas solo con mi propia hija.

Cuando mi hija, mi marido y yo nos queramos sacar una foto, ¿debería decirles a mis hijastros que ellos no pueden salir porque en realidad no son míos?

No. Porque entre todas las cosas malas que conlleva tener padres divorciados hay algunas cosas buenas. Y una de ellas es que se tiene más familia. Más gente que te cubre las espaldas. Más gente que puede ayudar a que seas una persona adulta, respetuosa y de éxito.

¡Por no mencionar que muchas fiestas se celebran dos veces!

Que la sociedad dé por hecho que debería haber una lucha territorial entre la madrastra y la exmujer es perjudicial por muchos motivos.

Se habla mucho de lo dañino que puede ser un divorcio para un niño, pero lo cierto es que no tiene por qué ser el divorcio en sí mismo el que provoque los efectos negativos, sino cómo deciden seguir adelante los adultos que rodean a ese niño.

Que la sociedad dé por hecho que debería haber una lucha territorial entre la madrastra y la exmujer es perjudicial por muchos motivos.

Los niños no son posesiones. Son personas impresionables que sienten la necesidad de complacernos, de encajar y de sentirse queridos. La lealtad que tengan hacia uno de sus padres no debería afectar a la lealtad que tengan hacia el otro. De hecho, cuando me convertí en madrastra, se me dijo: "Cuando no estoy yo, tú eres la mejor alternativa". Y me lo he tomado muy en serio.

Una vez, leí esta pregunta en una publicación en la red:

"¿Qué quieres que tu hijo recuerde de su infancia?"

Llevo pensando en esa pregunta desde entonces.

Quiero que mis hijastros piensen en su infancia y digan:

"Sí, fue un rollo que mis padres se divorciaran, pero tengo dos familias maravillosas. Mis padres y padrastros se esforzaron en asegurarse de que tenía una infancia inmejorable".

Y no:

"Dios, cuando era pequeño, mi madre y mi madrastra se odiaban. Era incomodísimo".

Ni:

"No me gustaba nada ir a casa de mi padre. Su mujer hacía cosas geniales con sus hijos y casi nunca hacía nada por mí. Sentía que me daban de lado".

Hace bastante, quedé con la exmujer de mi marido para tomar algo. Unas semanas después, vino a casa para hacernos fotos por la graduación de mi hijastra. Cuando cuento estas cosas en mi círculo de amigos, su respuesta es: "¿En serio? Qué raro".

Es muy triste que esa sea la respuesta que, por norma general, da la gente cuando las exparejas y los padrastros se llevan bien.

Y es más triste aún que se perciba como algo anormal.

Dicho esto, si trato a mis hijastros como si fueran mis propios hijos, ¿estoy intentando reemplazar a su madre? Por supuesto que no. Ella es su madre y yo soy su madrastra. Hay sitio para las dos.

Así que la próxima vez que veas que una madrastra demuestra que quiere a sus hijastros, en vez de pensar "pobre madre", puedes pensar "esos niños son muy afortunados".

Jamie Scrimgeour es esposa, madrastra y madre. Escribe sobre su vida familiar y apoya a las madrastras mediante programas de 'coaching' colectivo por internet. Puedes seguir a Jamie en Facebook, en Instagram o en su página web.

Este post fue publicado originalmente en la edición estadounidense de 'The Huffington Post' y ha sido traducido del inglés por Lara Eleno Romero.