Por qué todos somos Jekyll y Hyde, y cada vez lo seremos más

Por qué todos somos Jekyll y Hyde, y cada vez lo seremos más

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El desdoblamiento de la personalidad es uno de los argumentos universales, esos que están tan arraigados en cada uno de nosotros que apenas podríamos explicar la historia de la cultura sin ellos. Junto con los relatos de amor prohibido, otros en las que alguien normal se convierte en héroe y muchos más, la idea de la doble personalidad ha sido reiteradas veces explotada en diversas novelas, cómics y películas, desde Dr. Jekyll y Mr. Hyde hasta Hulk, La Máscara o Sra. Doubtfire. Pero nunca ha sido tan cierto como hoy que casi todos los seres humanos somos, simultáneamente, dos personas.

Una de ellas es la que siempre ha existido, desde el comienzo de los tiempos, y es ese yo de carne y hueso que tiene familia y amigos, que trabaja y descansa, y que ama u odia. Y la otra es la que apareció aproximadamente en 2004, que es el año en que nació Facebook. Desde entonces, casi todos tenemos una segunda personalidad. Si no en Facebook, en Linkedin, en Instagram o en cualquier otra red social. Y, con el ya aparentemente imparable avance de los sistemas de realidad virtual para consumo masivo, cada vez lo seremos más.

Es verdad que ese otro personaje de las redes sociales es también nosotros, pero desde luego es una versión muy mejorada. Hoy casi nadie sube fotos malas a su perfil, nadie suele decir que su pareja le engaña, y desde luego es poco frecuente ver que alguien comparte que le ha salido un herpes, o que sufre problemas intestinales. En la vida de Instagram, Linkedin o Facebook todo es colorido, nuestra actividad es incesante, somos divertidísimos o profundos, y nuestras fotografías nos revelan como personas seductoras, misteriosas o arrebatadoras. Es cierto que, a diferencia de la historia de Jekyll y Hyde, estas dos personalidades no representan el bien y el mal, pero en el resto de características es sorprendente el paralelismo que existe entre el relato de Stevenson y nuestra propia vida:

  • En primer lugar, nosotros, como el Dr. Jekyll, escogemos voluntariamente crear un segundo personaje en las redes sociales. No es algo sobrevenido ni a lo que nos haya forzado imposición alguna. Lo hacemos porque nos apetece y, como en el caso de la transformación del científico en su otro yo, es un proceso laborioso que ha conllevado esfuerzo por nuestra parte.
  • En segundo lugar, nuestro doble en las redes sociales, como también ocurre en la historia de Stevenson, representa lo que querríamos ser. Nos mostramos más guapos, más simpáticos, más aventureros, e incluso más interesantes o inteligentes. De hecho, una investigación con estudiantes universitarios comprobó que si simplemente dedicaban tres minutos a observar su perfil de Facebook se producía un aumento significativo de su autoestima.
  • La tercera coincidencia es la más inquietante de todas porque, al igual que Hyde fue creciendo en poder y al final Jekyll solo podía volver a ser él mismo tomándose un antídoto, cualquiera puede comprobar que nuestra vida digital cada vez tiene más importancia e influencia en nuestra existencia real.

Quizá deberíamos pensar más en nuestra persona real que en la virtual y, por ejemplo, en vigilar más la salud de nuestro cuerpo físico en lugar de resistir la tentación de cuidar constantemente la apariencia de nuestro cuerpo virtual. O reflexionar más acerca de cómo evolucionar como personas, en vez de representar una vida que no vivimos, o al menos no exactamente como la relatamos.

Sin embargo, la pregunta, en el fondo, no es si deberíamos dedicarnos más a nosotros mismos en lugar de hacer crecer más nuestra otra personalidad. La pregunta más importante ni siquiera es si en el fondo nos creemos la imagen que divulgamos en Internet acerca de nosotros mismos. La pregunta es si tenemos otra opción.

MOSTRAR BIOGRAFíA

Escritor desde que tengo memoria, directivo durante buena parte de mi vida y siempre un alma intensa. Con el tiempo he ido acumulando gran cantidad de títulos y cargos de los que intento liberarme para ser yo mismo la mayor parte del tiempo. Escribo para aclarar pensamientos o para recordar cosas que considero importantes. A veces lo hago solo porque mis ideas desbordan lo que soy y necesito colocarlas en algún sitio. Pero sobre todo trato de dar sentido a lo que nos ocurre. Por eso soy feliz si alguien encuentra luz o calor entre mis líneas aunque, por fortuna, tengo muchas otras maneras de serlo. Lo que pondría en mi tarjeta de visita, si tuviera una, sería Director Creativo.