La inteligencia llega a las fábricas

La inteligencia llega a las fábricas

La evolución tecnológica, el internet de las cosas y la conexión entre máquinas han hecho posible que los procesos de fabricación estén totalmente digitalizados y conectados. Los fabricantes pueden producir y entregar los pedidos con mayor rapidez y atender pedidos personalizados. Es lo que se denomina Industria 4.0 o cuarta revolución industrial.

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El verano pasado estuvo marcado por el espíritu de la fuerza: "Star Wars: el despertar de la fuerza". Todo el mundo hablaba de la película, a pesar de que no se iba a estrenar hasta diciembre. A principios de septiembre, se celebró el Force Friday, un evento para promocionar juguetes y merchandising de la película. Se agotaron. Curiosamente, la escasez de mercancía no se debió a la falta de planificación. Los fabricantes de juguetes habían estado produciendo droides y otras figuras de los personajes de acción durante más de dos años. Los números que habían utilizado para la planificación, sin embargo, estaban equivocados.

Hoy en día existe una clara alternativa que hubiera permitido evitar la falta de stock de productos de Star Wars: la fábrica inteligente. La evolución tecnológica, el internet de las cosas y la conexión entre máquinas han hecho posible que los procesos estén totalmente digitalizados y conectados. Los fabricantes pueden producir y entregar los pedidos con mayor rapidez y atender pedidos personalizados. Un padre, por ejemplo, puede pedir una espada láser con el nombre de su hijo. Es lo que se denomina Industria 4.0 o cuarta revolución industrial.

La fábrica inteligente conectada

Audi, Harley Davidson, y Siemens se encuentran entre los fabricantes inteligentes que están cambiando el negocio de la producción industrial. Una fábrica inteligente se define por su nivel de conexión, que puede dividirse en cinco categorías.

El primer nivel es la integración vertical intra-empresa donde los sistemas de gestión del negocio de una compañía se conectan a los sistemas de la planta de producción. Gran parte de los fabricantes de automóviles han estado produciendo coches con este nivel de conectividad durante años. En lugar de tener sistemas separados para la planificación de los procesos de fabricación, ejecución, seguimiento y rastreo, estas actividades están conectadas e integradas con los sistemas de negocio corporativos para mejorar las métricas clave, tales como la entrega al cliente, calidad y costes.

El segundo nivel es la conectividad máquina-a-máquina en la que las máquinas inteligentes se autodiagnostican y autocorrigen. En estas fábricas inteligentes, las máquinas tienen sensores integrados o chips RFID que les permiten "hablar" entre ellas y ajustar los flujos de trabajo. Por ejemplo, si una máquina detecta un problema y necesita reducir la velocidad, puede informar a la máquina siguiente y cambiar la velocidad de la cinta transportadora para ralentizar la velocidad de la línea.

La integración del comercio electrónico, o la integración directa de las configuraciones online, constituyen el tercer nivel de conexión. Este tipo de fábrica inteligente ofrece productos personalizados, altamente configurables que se gestionan desde el departamento de recepción de pedidos a la planta de producción. Las configuraciones para la espada láser, por ejemplo, se pueden gestionar desde un motor de comercio electrónico, donde la configuración del producto se traduce en una serie de pasos e instrucciones determinados para la producción y el montaje.

El cuarto nivel de conectividad es la colaboración en la fabricación, habilitando la colaboración entre proveedores, servicios de diseño y fabricación subcontratada, 'fabricantes de equipamiento original' (OEM) y los clientes. En un mundo cada vez más conectado, este tipo de fábrica inteligente no solo es esencial, sino crítica para la supervivencia. Las empresas pueden comunicarse en tiempo real con sus socios para informar, analizar y actuar.

El quinto y último nivel de conectividad es la conexión de las máquinas de la fábrica a una máquina cloud que permite la monitorización remota, el mantenimiento predictivo y la gestión de calidad. En estos entornos los propietarios, operadores y fabricantes de máquinas y equipamiento pueden gestionar sus activos ubicados en lugares remotos, mientras que tienen visibilidad del rendimiento y la utilidad.

Los parques eólicos, por ejemplo, pueden identificar y resolver los problemas en una turbina situada en una isla remota, evitando fallos del sistema, tiempo de inactividad del equipo, o condiciones peligrosas para los trabajadores. Las soluciones de mantenimiento y servicio predictivo permiten a los fabricantes de equipos y operadores de maquinaria y activos monitorizar el estado de la máquina de forma remota, predecir fallos y realizar el mantenimiento de forma proactiva.

Harley Davidson, un ejemplo de operaciones digitalizadas

El mítico fabricante de motos, Harley Davidson, ha sido pionero en la puesta en marcha de una fábrica inteligente. Todas sus áreas están conectadas y la gestión integrada. La integración del área de comercio electrónico permite personalizar las motos eligiendo los colores de la pintura, el diseño del chasis y el tamaño del tanque de gasolina. Los concesionarios se conectan online el proceso de fabricación de Harley Davidson y los clientes pueden realizar sus pedidos personalizados inmediatamente.

La compañía ha experimentado mejoras increíbles desde que pasó a ser una fábrica inteligente. Solo en una planta redujo sus costes operativos en 200 millones de dólares. La línea de producción también es mucho más eficiente, ya que puede crear cualquier tipo de moto bajo pedido, mientras que antes cada modelo necesitaba su propia línea especial. El programa de producción de una moto ha pasado de veintiun días a sólo 6 horas.

Abran paso a la Industria 4.0

El número de empresas que cuentan con la tecnología de fábrica inteligente está creciendo, pero todavía hay fabricantes que se muestran reticentes. Algunos afirman que han invertido mucho en maquinaria, por lo que trabajarán con ella durante muchos años. Tienen también miedo a las brechas de seguridad y esgrimen falta de estándares.

Sin embargo, tienen que tener claro que están retrasando lo inevitable. Un informe de McKinsey revela que las empresas esperan que la Industria 4.0 aumente sus ingresos en un 23 por ciento y la productividad en un 26 por ciento, y muchos (80 por ciento) se están preparando para los cambios en su modelo de negocio. Aquéllos que no den el paso se quedarán por detrás de nuevos competidores, más inteligentes y ágiles.