La izquierda cainita que interesa a la derecha

La izquierda cainita que interesa a la derecha

No sé a ustedes, pero a mí se me está haciendo durísima la resaca del 26-J. ¿O será la resaca del 20-D? ¿O la del 15-M? Después de tantos meses -¿años?- pensando que avecinaba un vendaval de cambio, me despierto con que Rajoy vuelve a ser el que mejor ha sabido leer lo que piensa el español medio. Que la derecha española y catalana pactan, y que la izquierda no deja de pelearse. Como siempre.

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Foto: REUTERS

Cuenta eldiario.es que durante la sesión de constitución del Congreso, el diputado socialista José Zaragoza y el histórico dirigente de Izquierda Unida -y ahora diputado de Unidos Podemos- Manuel Monereo se enzarzaron en una discusión. El socialista le echó en cara a Monereo ser el estratega de la llamada "pinza" entre Anguita y Aznar para echar a los socialistas del Gobierno en la época de Felipe González, mientras que el diputado de Unidos Podemos le recordó a Zaragoza que de su partido venían Barrionuevo y Vera, ministro del Interior y secretario de Estado de Seguridad condenados por los GAL en los años 90.

En otras circunstancias, me habría aburrido sólo de escribir este primer párrafo, tan cargado de rencor y testosterona. Porque no se trata de historia, la historia se debate, no se echa en la cara como agua sucia. Lo que pasa es que a escasos metros ocurría otra historia eterna y, a la vez, mucho más actual: la de la derecha española poniéndose de acuerdo con la derecha nacionalista vasca y catalana para asegurarse una Mesa del Congreso organizada a su conveniencia, con Ana Pastor, la fiel escudera de Mariano Rajoy, al mando de la Cámara.

No sé a ustedes, pero a mí se me está haciendo durísima la resaca del 26-J. ¿O será la resaca del 20-D? ¿O la del 15-M? Después de tantos meses -¿años?- pensando que se avecinaba un vendaval de cambio, me despierto con que Rajoy vuelve a ser el que mejor ha sabido leer lo que piensa el español medio. Y alguna cosa más:

  1. Que lo más parecido a un nacionalista de derechas español es un nacionalista de derechas catalán. Uno puede pensar que se están peleando, que se odian, que nunca más volverán a hablar. Pero cuando sus intereses coinciden, se fuman un purazo y se olvidan de lo que sea.
  2. Que quien pensó que se podría articular un proyecto de cambio con los nacionalistas catalanes y vascos era un ingenuo -o un mentiroso-. ¿Alguien creía que la burguesía catalana y el PNV estaban entusiasmados con un Gobierno con Podemos? ¿Y ERC, que ni siquiera ha sido capaz de votar a un candidato de la izquierda catalana como Xavier Domènech?
  3. Que a veces me pregunto si no será que el derecho a decidir a quien conviene en realidad es a España. Me explico: en lugar de tanto enjuague impostado, de tanto disfraz y máscara, de tanto nacionalismo trilero, que sean los ciudadanos quienes voten y se quiten de un plumazo a tanto intermediario tóxico.

Luego pediría a los reyes magos que Podemos se dedique a lo mejor que ha hecho, que es crear un espacio que disputa política y culturalmente el concepto de país a buena parte del establishment español, y que no sucumba a las tendencias conspiranoicas de aroma estalinista que tiene alguno de sus líderes. Y que el PSOE acepte que en la izquierda ya no están solos, que hay un pensamiento radical -de raíz- y democrático que se está consolidando en España. Y que tienen un liderazgo mediocre, que hay regiones, como en la que yo voto, Canarias, donde la inteligencia política socialdemócrata se evaporó hace ya años.

Háganlo bien. Porque al infartado que se muere en la camilla de unas Urgencias saturadas, al tetrapléjico que se queda sin ley de dependencia, a la mujer maltratada que no recibe ayuda, a la niña que va a clase en un aula saturada de la escuela pública, Anguita y el GAL seguramente les importen una mierda.

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Jorge Berástegui, nacido en La Laguna (Tenerife) en 1980, estudió en La Escuela UAM/EL PAÍS y luego se doctoró en Lenguas Modernas y Literatura por la Universidad de Alcalá. Tras ocupaciones varias en países diversos, ahora trabaja en El Huffington Post como editor de blogs.