República Centroafricana: carta abierta a Naciones Unidas

República Centroafricana: carta abierta a Naciones Unidas

La ampliación de la asistencia humanitaria para una población desplazada que necesita de forma urgente agua y asistencia en saneamiento sigue sin llegar. La población civil está desesperada y no ha recibido ni siquiera lo que se considera el mínimo necesario en estas situaciones de emergencia.

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Con esta Carta abierta, Médicos Sin Fronteras (MSF) quiere expresar su profunda preocupación por la actuación inaceptable del sistema humanitario de las Naciones Unidas (ONU) en la República Centroafricana a lo largo del último año.

En diciembre 2012, cuando la primera ofensiva rebelde llegó a tan solo unos kilómetros de la capital, la mayoría del personal de la ONU fue evacuado de Bangui y de las distintas poblaciones en las que estaban trabajando. Tras el golpe de Estado, la ONU tardó más de seis meses en desplegar a su personal más allá de la capital, alegando motivos de seguridad para tomar dicha decisión. Los directores de emergencias dirigieron una evaluación tardía en octubre. Durante la emergencia, que se ha ido agravando en los últimos tres meses, y que desde hace tan solo unos días toca de lleno a la capital, no ha habido evidencia de una reacción humanitaria que se adecue a las necesidades generadas tras los reiterados estallidos de violencia.

Las únicas acciones llevadas a cabo por los agentes de la ONU han sido la recogida de datos en relación a la violencia y algunas, muy escasas, evaluaciones de las necesidades, que confirman la urgencia de proporcionar una respuesta inmediata. A pesar de los resultados de estas evaluaciones, llevadas a cabo tras evidentes signos de la existencia de necesidades, y de las numerosas reuniones de coordinación que han llevado a cabo, a día de hoy no ha habido una acción concreta en las principales zonas afectadas por la violencia.

Hay dos ejemplos recientes que ilustran esta situación: MSF ha pedido reiteradamente a las agencias de la ONU que repartieran comida, tiendas y jabón para más de 15.000 personas desplazadas en los alrededores del aeropuerto de Bangui, sin que haya habido reacción alguna por parte de las agencias de la ONU; mientras, en Bossangoa, los trabajadores humanitarios de la ONU, que estaban encerrados por seguridad dentro del edificio de FOMAC, ni siquiera dieron asistencia a los desplazados que se cobijaban dentro del mismo edificio, forzando a MSF a intervenir una vez más. Tras los enfrentamientos en Bossangoa, el personal de la ONU siguió encerrado dentro del edificio por motivos de seguridad durante varios días, abandonado a más de 30.000 desplazados en los campos principales de Bossangoa, mientras MSF y Acción Contra el Hambre trabajaban para tratar de dar la respuesta de emergencia necesaria.

Pese a que a nivel internacional el conocimiento sobre la crisis ha aumentado en los últimos meses, ni siquiera las duras condiciones de vida de decenas de miles de personas desplazadas en Bossangoa desde principios de septiembre 2013, han llevado a un despliegue de más trabajadores humanitarios experimentados, o a la puesta en marcha de una respuesta de emergencia efectiva. La ampliación de la asistencia humanitaria para una población desplazada que necesita de forma urgente agua y asistencia en saneamiento sigue sin llegar. La población civil está desesperada y no ha recibido ni siquiera lo que se considera el mínimo necesario en estas situaciones de emergencia.

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Ni siquiera el conocimiento interno del mal liderazgo humanitario, ni de la inexistencia de una respuesta adecuada, ni de la necesidad urgente de mejorar radicalmente su actuación, han llevado a cambios perceptibles en los procesos y actividades de la ONU. Por otro lado, ha habido largas discusiones sobre el diseño de un programa de emergencia humanitaria (Plan de 100 Días) que se pondrá en marcha el 1 de enero de 2014, dejando de esta manera a la población de la RCA exhausta y traumatizada, sin asistencia para el futuro más próximo, y más aún teniendo en cuenta que se necesitarán semanas incluso meses para implementarlo.

Para agravar una situación ya de por si funesta, parece que hay serias discrepancias de percepción sobre la inseguridad a la que se enfrentan tanto los trabajadores de las agencias de la ONU, como los trabajadores de terreno de MSF. Por otro lado, la ONU tampoco han querido llevar a debate las conclusiones de sus análisis, en los que se indica que el riesgo al que se enfrentan los trabajadores humanitarios es extremadamente alto. La imagen distorsionada de las amenazas a las que se enfrentan las organizaciones humanitarias en RCA, que han llevado a los trabajadores de la ONU a llevar cascos militares y chalecos antibalas en un entorno que no requiere semejante protección, no se puede aceptar si supone una restricción a la hora de asistir a una población que se encuentra en un estado de necesidad extrema.

No hay que menospreciar algunos riesgos aislados, sin embargo MSF considera que las apreciaciones de la ONU sobre la seguridad son desproporcionadas en relación a la realidad del terreno. Esta percepción desproporcionada que tienen las agencias de la ONU se está traduciendo en un bloqueo y en una excusa recurrente para posponer su ampliación de actividades. Esta completa desconexión con el entorno sólo sirve para desacreditar y deslegitimar a las agencias de la ONU y sus contrapartes, poniendo en peligro las actividades futuras e impactando negativamente en la protección y en la asistencia que se da a la población de la RCA en su conjunto.

Además de recordar la necesidad urgente e inmediata de ampliar la intervención humanitaria para aliviar el sufrimiento de la población local, e insistir en la importancia de un redespligue de personal y recursos más allá de Bangui, MSF lamenta la desastrosa actuación de las agencias humanitarias de la ONU y les recuerda su responsabilidad de movilizar y coordinar una acción humanitaria efectiva y basada en los principios humanitarios básicos, de abogar por los derechos de las personas que lo necesitan, y de facilitar soluciones sostenibles a la crisis actual. Los principales dirigentes de Naciones Unidas deberían considerar la posibilidad de iniciar una investigación interna e independiente para entender mejor los fallos que están cometiendo y poder así garantizar que en el futuro se aprenderá de estas lecciones.

La respuesta a las emergencias humanitarias supone siempre un riesgo, pero MSF ha demostrado durante los últimos años en RCA que se pueden ampliar las actividades operacionales a través de un mayor despliegue de personal internacional. A pesar de los incidentes sufridos, MSF nunca ha evacuado totalmente sus proyectos y, de hecho, ha ampliado su presencia en seis de las zonas más afectadas por la violencia.

Sin embargo, a pesar de los importantes esfuerzos que hemos hecho tanto MSF como el pequeño grupo de organizaciones no gubernamentales que siguen trabajando de manera competente en la RCA, a día de hoy estamos muy lejos de poder cubrir todas las necesidades de la población. Es por ello que las agencias de la ONU deben reforzar su capacidad en el terreno. Muchas organizaciones de ayuda necesitan que se lleve a cabo un importante despliegue para poder operar de una manera segura y eficiente bajo su paraguas.