Catalunya-España: el desencuentro

Catalunya-España: el desencuentro

¿Qué ha pasado en esos años? ¿Por qué a la Barcelona del franquismo la miraba gran parte de la España culta como un islote europeo y ahora la mira con desdén? ¿Por qué para gran parte de la Catalunya culta había muchas razones para admirar a España y ahora se la detesta? ¿O quizá era todo un espejismo?

En los inicios de la democracia cuando llegaba a Madrid y cogía un taxi la conversación siempre se iniciaba de la misma manera:

Taxista:-¿Catalán?

Yo:-Sí.

Taxista:-¡Qué suerte tienen ustedes teniendo un presidente como Puchol!

Pasaron los años. Desde Catalunya, CiU apoyó primero al gobierno del PSOE y después al del PP.El diálogo con el taxista varió.

Taxista:-¿Catalán?

Yo:-Sí.

Taxista:-¿Cómo aguantan a ese enano de Puchol como presidente?

¿Qué ha pasado en esos años? ¿Por qué la Barcelona del franquismo la miraba gran parte de la España culta como un islote europeo y ahora la mira con desdén? ¿Por qué  para gran parte de la Catalunya culta había muchas razones para admirar a España y ahora se la detesta? ¿O quizá era todo un espejismo?

Josep Maria Castellet  me decía hace años que cada vez llevaba con más cansancio y menos entusiasmo a las reuniones que intelectuales catalanes y castellanos han venido celebrando en diversos lugares, desde 1953, para tratar de encontrar el encaje de Catalunya en una España plurinacional. Castellet razonaba el motivo de su cansancio:

"En el último medio siglo he estado repitiendo cosas que han tenido una utilidad que pongo en duda. El encaje de Catalunya en España solo se podrá conseguir cuando la gente esté convencida de que el Estado español es plurinacional y se tienda a un federalismo donde el trato sea de tú a tú. Los intelectuales castellanos con los que hace veinte, treinta, cuarenta años conversábamos sobre el tema tenían buena voluntad pero muy pocos de ellos conocían realmente el problema de la cultura y la identidad catalana."

En una reunión en Toledo, paseando por el Cigarral, Enrique Tierno Galván me decía:

-¿Así que usted cree que en el momento que haya democracia mi partido tendrá que plantearse dar en Catalunya mítines en catalán?

Le respondí que si no lo hacía iba a sacar pocos votos y el Viejo Profesor musitó:

-Es curioso...

En el actual estado de desencuentro, radicalizado el sentimiento independentista catalán como comprensible reacción a la radicalización del nacionalismo español respecto a Catalunya cabe preguntarse si todavía es posible un encaje de Catalunya en España. La respuesta a la pregunta me la dio el historiador Josep Fontana:

"Es un problema difícil de resolver porque cuando se plantea la cuestión se habla de cosas diferentes. Es un problema que requiere de un esfuerzo mutuo de comprensión que no se hace. Hay fórmulas de convivencia sin renunciar a lo que se piensa. Es un hecho que para Catalunya es difícil convivir en una situación que no le resulta fácil y menos en un momento de crisis, pero está claro que al margen de que podamos plantearnos si la independencia es deseable, si es conveniente o si es posible, hoy el independentismo lo tiene difícil. Eso Europa no lo ve. La destrucción de Yugoslavia por intereses alemanes y la independencia de Kosovo por intereses de Estados Unidos son experiencias de un pasado reciente que nadie tiene interés en plantear hoy en otros países."

Dice Forges en su prólogo del libro de Perich que cuando estaba cabreado con el nacionalismo español se hacia llamar Jaume y cuando estaba cabreado con el nacionalismo catalan se llamaba Jaime. A mi me pasa igual. Soy Josep para consumo catalán y José para consumo español, porque no me siento cómodo ni con unos ni con otros.

Es un problema que se ha enquistado.

Este post se ha publicado originalmente en Lamentable.org