¿Tú también tienes una herida de invasión?

¿Tú también tienes una herida de invasión?

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En la primera infancia todos vivimos situaciones que nos marcan de por vida. Decidimos, aprendemos e incorporamos las directrices de cómo viviremos el resto de nuestra vida. Son esas vivencias de los tres primeros años de la vida las que nos irán ofreciendo un conjunto de decisiones primarias que forjarán nuestra personalidad y el cómo actuaremos ante las diferentes circunstancias con las que nos toque enfrentarnos.

Aunque pueda parecer mentira, cuando observamos a un niño tan pequeño, en su interior se están gestionando a gran velocidad pruebas de ensayo y error encaminadas a la supervivencia que darán lugar a las decisiones primarias. Debemos tener en cuenta dos factores fundamentales para entender estas decisiones primarias de supervivencia. El primero es que, en un niño tan pequeñ,o todavía no se ha realizado el desarrollo completo y éste es un ser aético, amoral y atemporal, es decir, que no tienen ética, moral, ni sentido del tiempo. Es fácil entender esto y lo mucho que implica para su propia vivencia de lo que ocurre.

Al carecer del sentido del tiempo, el bebé vive solo el instante presente. Cuando tiene hambre, se "muere de hambre", cuando está solo, se siente "abandonado para toda la eternidad", por eso lloran de esa manera tan dramática. El segundo es que para sobrevivir necesitan el amor de mamá o de su sustituto/a y están dispuestos a cualquier concesión con tal de asegurarse ese amor que significa la supervivencia. Aceptará por tanto los requerimientos parentales, porque si no...

Los grandes daños que puede vivir el niño en su primera infancia se pueden agrupar en dos grandes bloques: abandono e invasión. Quedarán en su interior a nivel emocional profundo como Miedo al Abandono o Miedo a la Invasión. Todas las situaciones que el niño viva como pérdida del amor y protección de la madre o de su sustituto generarán miedo al abandono. Las experiencias de manipulación, abuso, engaño, violación, etc. generarán Miedo a la Invasión. A esto último es a lo que llamamos "herida de invasión".

Me encuentro entre los muchos millones de personas con heridas de invasión que, por razones obvias me hacen mucho más sensible a cualquier actuación o situación en mi vida que refleje un abuso, maltrato o manipulación. Aunque ya he hecho mucha psicoterapia y tengo bastante resuelto mi conflicto, no he perdido la memoria, no me he desconectado de la realidad y mucho menos de mi sensibilidad. Ahora lo tolero, no se despiertan en mí emociones arcaicas que me dejaban maltrecho durante tiempo en el pasado. Ahora asumo lo que me toca vivir, pero al ser consciente y más sensible, me resuena mucho cuando se da una situación de abuso o invasión. Y no son pocas.

En la vida cotidiana sufrimos diferentes formas de invasión que, al estar socializadas, podemos aceptarl como normales, pero que a los que tienen una herida de invasión les despiertan emociones confusas, antiguas y reacciones desproporcionadas. Los ruidos del entorno nos invaden continuamente, impidiendo que podamos hacer algunas actividades sin interferencias o simplemente disfrutar de cierta paz. Tengo un paciente que ama el cine y que hace tiempo dejó de ir por la invasión de los ruidos de las palomitas, móviles, etc.

Los perfumes son en general invasivos por la intensidad de su expansión. No puedes evitar "tragártelos". Su expresión máxima es cuando alguien se "baña en perfume" para ir a un restaurante a cenar obligando a todos los comensales a "cenar el perfume", puesto que todo el sabor de la comida sabrá a esa esencia que no ha elegido.

Aprender a aceptar la vida como es, asumir que no podemos cambiar al otro y pensar en positivo son pasos sanadores que te pueden ayudar.

Empujones en la calle, metro, bromas pesadas, robos, engaños de empresas de servicios, abusos de compañías, el maltrato de los "call center"... Hay tantas situaciones que dan ganas de salir corriendo.

Cuando empecé a escribir este post, estaba volviendo de un viaje de vacaciones de Florencia y cuál fue mi sorpresa cuando, antes de coger el taxi hacia el aeropuerto para regresar a Madrid, vi un correo que me acababa de escribir la compañía aérea Vueling. En él se me decía en inglés que "lamentan mucho comunicarme que, por razones meteorológicas, mi vuelo saldrá de otro aeropuerto, el de la ciudad de Pisa". Mi mujer y yo nos miramos incrédulos, miramos al cielo azul de Florencia, sin apenas viento, y la perplejidad de nuestras caras debió ser patente.

Asumimos la noticia, no nos quedaba más remedio y nos encaminamos al aeropuerto para facturar allí, hacer el embarque por la puerta 2 y, en vez de ir a nuestro avión, nos embarcamos en un autobús hacia la ciudad de Pisa. 77 km por carretera para llegar al aeropuerto de Pisa y volver a pasar el control de seguridad, ir a la puerta de embarque y esperar... Se acerca la hora de comer que debía haber llegado en Madrid y allí estamos en el aeropuerto esperando. Nadie de la compañía viene a explicarnos nada. Mientras nosotros leíamos tranquilamente, cerca se oían los gritos de indignación de los muchos pasajeros afectados que exigían una información y un cuidado que nunca llegó por parte de la línea aérea.

Compramos un bocadillo en el avión que nos cobraron cuando la ley dicta que nos deberían dar de comer. Llegamos con más de 3 horas de retraso, teniendo que anular las citas profesionales que teníamos para la tarde. Lo más indignante fue que cuando fui a poner una reclamación por internet, al poner Florencia como aeropuerto de origen salía un mensaje en rojo "datos incorrectos" que no te dejaba continuar. Llame al 902 y la operadora me dijo con mucho desparpajo: "como fue por causas meteorológicas no tiene indemnización.... ¿desea algo más?". Tras consultar a mi abogada y preparar un escrito de reclamación con las pruebas de que en el aeropuerto de Florencia, salieron a esas horas aviones con normalidad, presenté mi reclamación y estoy a la espera.

Esto no es más que un mero ejemplo de la impunidad con la que operan las grandes compañías y que nos dejan a los ciudadanos inermes frente a su humillante trato. Abren las heridas de invasión y, como lo más habitual es que la persona no haya oído siquiera el término ni, por supuesto, sepa qué le ocurre, se vea sintiendo emociones del pasado, muy desagradables y difíciles de manejar.

Aunque soy optimista de serie, la vida me va enseñando a entender los procesos y la falta de respeto hacia las personas por parte de las grandes compañías, y la actitud de muchas personas y los gobernantes, que sencillamente miran para otro lado, no auguran un futuro muy prometedor.

Si tienes una herida de invasión y eres sensible a todo esto que comento, puede ser importante que hagas lo posible por resolverla en una buena psicoterapia, pues nuestro entorno no parece muy proclive al cambio en positivo. Aprender a aceptar la vida como es, asumir que no podemos cambiar al otro y pensar en positivo son pasos sanadores que te pueden ayudar.

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