Hay formas y formas de irse

Hay formas y formas de irse

No sabemos qué resultará de las gestiones que Pedro Sánchez está realizando en nombre del jefe del Estado y por mandato del presidente del Congreso de los Diputados. Lo que sí parece meridianamente claro es que o resulta investido presidente del Gobierno o el país volverá a votar otra vez en junio. Y en cualquiera de las dos situaciones, Rajoy quedará invalidado para seguir liderando la opción popular.

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Foto: EFE

Siempre se dijo que era más difícil saber ganar que saber perder; y siguiendo con el esquema, parece más difícil saber irse que saber quedarse. El comportamiento de Mariano Rajoy en los tiempos que corren demuestra que la afirmación anterior es cierta.

Lo que Rajoy está haciendo es exactamente lo que no hay que hacer cuando se tiene la completa seguridad de que el final político está cantado. Son pocas las veces en las que el líder político se cansa de su partido. Lo habitual es que sean los partidos políticos los que se suelen cansar de sus líderes, bien porque el líder se agota, bien porque no sabe adaptarse a los cambios que se producen como consecuencia de un resultado electoral. Y esto último es el caso de lo que ocurre en el PP.

No sabemos qué resultará de las gestiones que Pedro Sánchez está realizando en nombre del jefe del Estado y por mandato del presidente del Congreso de los Diputados. Lo que sí parece meridianamente claro es que o resulta investido presidente del Gobierno o el país volverá a votar otra vez en junio. Y en cualquiera de las dos situaciones, Rajoy quedará invalidado para seguir liderando la opción popular. Será otro candidato el que intente recuperar lo que será imposible de remontar si Rajoy no sabe irse. El cambio de liderazgo tiene éxito si se resuelve cuando la valoración del que se va está en un nivel alto. Los que se van cuando entran en barrena no tienen más remedio que hacerse responsables del mal resultado electoral que obtenga su sustituto. Ejemplos hay en la política española de ambas circunstancias.

Pero como dice el refrán, nunca es tarde si la dicha es buena. Rajoy no ha sabido o querido hacer frente a la nueva situación y su ministro de Asuntos Exteriores en funciones, Sr. Margallo, acaba de decir a los medios de comunicación que "Me vi obligado a informar a mis colegas en Roma de que con un posible Gobierno de coalición PSOE-Podemos, si prevalecieran las tesis del segundo, España podría ser el primer país que abandonase la coalición internacional en la que estamos todos empeñados. Como ven, no son cuestiones menores". También el vicesecretario sectorial del PP, Javier Maroto, ha advertido al líder del PSOE, Pedro Sánchez, de que la propuesta de gobierno "radical" que tiene en la cabeza es un "laberinto sin salida".

El sentido de Estado se presupone que habita en quienes se autotitulan líderes y dirigentes. Son ellos, y no los ciudadanos individualmente, los que tienen la responsabilidad de dar respuestas pensando en el interés inmediato, mediato y colectivo.

Sabíamos que Rajoy quería concertar un Gobierno presidido por él con el apoyo de Ciudadanos y socialistas. No ha sido posible y ahora el líder del PSOE negocia con otras fuerzas políticas su eventual investidura. Ya ha mercado Pedro Sánchez las líneas rojas que no está dispuesto a pisar. Es seguro que no acordará nada con nadie que lleve al PSOE a gobernar arriesgando la integridad territorial de España o al abandono de la lucha antiterrorista. Pero al parecer, el PP cree lo contrario y piensa que en un arrebato de imprudencia, la dirección socialista sometería a consulta de su militancia un acuerdo del que se pudiera deducir algunos de los peligros que ve el PP.

Ese escenario sería el peor de los posibles, entre otras cosas, porque la decisión final ya no dependería de lo que decidiera la dirección federal socialista sino de la votación secreta de cada uno de los afiliados del PSOE que, contemplados individualmente, no tenemos por qué tener sentido de Estado. Cuando a los ciudadanos nos preguntan sobre alguna cuestión, normalmente contestamos en función de nuestros intereses más cercanos e inmediatos. El sentido de Estado se presupone que habita en quienes se autotitulan líderes y dirigentes. Son ellos, y no los ciudadanos individualmente, los que tienen la responsabilidad de dar respuestas pensando en el interés inmediato, mediato y colectivo. Y entre ellos está el todavía presidente del Gobierno en funciones, que quería gobernar con Ciudadanos y PSOE. En su mano está que los militantes no tengamos que votar sobre ningún pacto presuntamente peligrosos para la unidad territorial de España y para la colaboración de nuestro país en la lucha antiterrorista. Tan sencillo como apoyar con su abstención un Gobierno del PSOE con la colaboración de Ciudadanos. Es lo mismo que quería Rajoy, pero con otro presidente.

Rajoy se iría en cualquiera de las situaciones, pero hay formas y formas de irse. Hacer el esfuerzo de garantizar el Gobierno de un partido constitucionalista como el PSOE a Rajoy le deja fuera, a Pedro Sánchez en la presidencia del Gobierno, pero ¡qué forma tan patriota de marcharse! O saber irse bien o salir por la puerta de atrás. No siempre se tiene la oportunidad de elegir la mejor opción.