Ni Europa es solo Alemania ni Merkel su emperatriz

Ni Europa es solo Alemania ni Merkel su emperatriz

La mayor parte de la prensa española ha saludado la victoria de la CDU/CSU como una buena noticia para el europeísmo (la alternativa antieuro se queda en el 4,8% de los votos, las décimas por debajo del umbral de acceso a escaños). No lo comparto.

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A todo lo largo de los meses de la precampaña que conducía a las elecciones que han tenido lugar en Alemania el pasado 22 de septiembre, he rechazado la pretensión, a la que se apuntaron muchos, de que ésas fueran las "verdaderas elecciones europeas"... "¡Más importantes incluso para el futuro de la UE que las que van a decidir el próximo Parlamento Europeo en mayo de 2014!". Disiento también rotundamente de los numerosos análisis y titulares periodísticos que al día siguiente decidieron que "Merkel arrasa" con un "triunfo histórico" que la convierte sin más en la "reina de la UE", "la emperatriz de Europa".

La derecha alemana ha concentrado su voto haciendo desaparecer del Bundestag a los liberales (FDP). Aún así, Merkel cosecha poco más del 41% de los votos, un porcentaje, por cierto inferior al que el PSOE obtuvo en las elecciones generales del 2004 y 2008 y apenas un poco superior al que el PSOE obtuvo en las elecciones europeas de 2009 sin que, al no obtener la mayoría absoluta que tampoco alcanza Merkel, nadie en la prensa española concluyera entonces que ZP "arrasaba".

Todos y cada uno de los gobernantes que en los Estados de la UE se sometieron al diagnóstico falso y mendaz de la crisis impuesto por la hegemonía conservadora alemana (pretendiendo que su origen fue el "derroche fiscal" de "gobiernos despilfarradores", cuando lo cierto es que ese origen estuvo en la irresponsabilidad de las élites financieras y en la desregulación y especulación sin freno) y, consiguientemente, se plegaron al dictado de la austeridad recesiva al servicio del brutal y antisocial ajuste capitaneado por Merkel, fueron desalojados por los votantes en las urnas. Pero, por las mismas razones, el electorado alemán ha rehuido un debate serio y en profundidad sobre las alternativas a la precarización del trabajo y el empobrecimiento de las clases medias en Alemania y en la UE ¡...para premiar a Merkel, aglutinando el voto conservador en su entorno, con un tercer mandato como canciller!

Pero se descuida así que el conjunto de las fuerzas progresistas (SPD, Los Verdes, Die Linke) suman más votos y escaños, y que en teoría sería posible una mayoría alternativa. La fallida designación de candidato del SPD ─escorado él mismo al centro, no lo bastante distinguible ni enfrentado a Merkel en aspectos señalados, y proclamadamente incompatible con los postulados de Die Linke─ junto a la consuetudinaria división de la izquierda, hacen, sin embargo, inviable una coalición de gobierno no liderada por Merkel.

La mayor parte de la prensa española ha saludado la victoria de la CDU/CSU como una buena noticia para el europeísmo (la alternativa antieuro se queda en el 4,8% de los votos, las décimas por debajo del umbral de acceso a escaños). No lo comparto. Las elecciones alemanas han basculado sobre el eje germano-alemán, con escasas concesiones por parte del electorado a ninguna consideración acerca del negativo impacto que la austeridad destructiva ha venido demostrando en lo que nos importa al resto de los europeos. Y lo que es más importante, se trata de una salida de la crisis todavía sin vislumbrar, por más que la propaganda conservadora venda como tal una minúscula inflexión después de dos años de recesión y cinco de continuada destrucción de empleo y ajuste de cuentas implacable contra el modelo social que ha redundado en un auge de la desigualdad pavoroso en toda Europa.

El SPD ha adelantado su disposición a someter a consulta de las bases (475.000 militantes) la estrategia resultante de las conversaciones que pudieran conducir a una coalición de Gobierno en la que, a la luz de la experiencia, los riesgos son serios.

Igualmente inaceptable me parece concluir que, como los alemanes han revalidado a Merkel, ello equivale sin más a convalidar su diagnóstico y estrategia hasta la fecha: los resultados desmienten tan destructiva hoja de ruta. De modo que me reafirmo en lo que vengo sosteniendo durante el último año. Hagan lo que hagan los alemanes con Merkel y con su despiadado recetario de penitencia infinita a los países con dificultades después de haberlos estigmatizado sectariamente como pecadores y por lo tanto culpables de sus padecimientos, el resto de los europeos debemos decidir claramente qué UE preferimos. ¡Y deberemos decirlo en las decisivas elecciones europeas de mayo de 2014! Por primera vez en la historia de la UE, de la mayoría al Parlamento Europeo dimanará quién será candidato a la presidencia de la Comisión y marcará por tanto la orientación política del Ejecutivo europeo.

El resultado de las elecciones alemanas no es una buena noticia acerca del estado de la UE. Refleja, una vez más, la primacía de las perspectivas e intereses de los diferentes electorados nacionales. Merkel resulta ser la única superviviente de las sucesivas cribas a las que los electorados nacionales han venido sometiendo a los gobiernos embarcados en el austericidio... en la precisa medida en la que se la visualiza como gobernanta hegemónica, con la sartén por el mango. Los medios de comunicación dominantes en Alemania han agigantado a Merkel, haciéndole aparecer como alguien capaz de someter a todos los demás gobiernos a su interpretación del interés cortoplacista y autorreferencial de Alemania. Y la han identificado como la garantía de la recapitalización de la misma banca alemana que habría sobrefinanciado el endeudamiento arriesgado por las entidades financieras de los países rescatados, todavía hoy sometidos a la troika.

La semana pasada se presentó en Bruselas un interesantísimo estudio sobre el declive y los retrocesos de la democracia en la UE: Democracy can no longer be taken for granted in Europe (del prestigioso Think Tank británico Demos). Sus inquietantes conclusiones merecerán comentario en mi próximo artículo. Pero sobresale ya la pérdida del fuelle europeísta, conexa a la primacía de los intereses nacionales cada vez más sometidos a una conglomeración de poderes financieros y mediáticos ante los que cada vez más gente se siente avasallada e indefensa. ¡Pero ni la UE es un reino en que, como en la Granja de Orwell, algunos son más iguales que otros, ni Merkel puede ser aceptada como su emperatriz desde el agigantamiento propagandístico de su 41% de apoyo en el electorado alemán!

Un último apunte: ¡Qué reveladora tristeza, qué deplorable retrato social, esas imágenes de aplausos enfervorizados a Messi acudiendo al Juzgado para responder ante los serios indicios de grave delito fiscal: según los datos contrastados defraudó 4 millones de euros. ¡Como si estuviera metiendo un gol! Algunos deberían pensar que los megamillonarios que defraudan a Hacienda, están, sí, metiendo un enorme golazo. Pero nos lo están metiendo a todos: Un gol por toda la escuadra a quienes le aplaudían, crujidos por sus propios impuestos. Un gol por toda la escuadra a cuantos españoles se esfuerzan, nos esforzamos, por cumplir nuestras obligaciones con la Ley y con Hacienda. ¡Y un gol a todos los que sudan para financiar con sus impuestos los servicios sociales de quienes más lo necesitan!

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Licenciado en Derecho por la Universidad de Granada con premio extraordinario, Licenciado en Ciencias Políticas y Sociología por la Universidad Complutense de Madrid, becario de la Fundación Príncipe de Asturias en EE.UU, Máster en Derecho y Diplomacia por la Fletcher School of Law and Diplomacy (Tufts University, Boston, Massasachussetts), y Doctor en Derecho por la Universidad de Bolonia, con premio extraordinario. Desde 1993 ocupa la Cátedra de Derecho Constitucional en la Facultad de Ciencias Jurídicas y Sociales de la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria. Es, además, titular de la Cátedra Jean Monnet de Derecho e Integración Europea desde 1999 y autor de una docena de libros. En 2000 fue elegido diputado por la provincia de Las Palmas y reelegido en 2004 y 2008 como cabeza de lista a la cámara baja de España. Desde 2004 a febrero 2007 fue ministro de Justicia en el primer Gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero. En octubre de 2007 fue elegido Secretario general del PSC-PSOE, cargo que mantuvo hasta 2010. En el año 2009 encabezó la lista del PSOE para las elecciones europeas. Desde entonces hasta 2014 presidió la Delegación Socialista Española y ocupó la presidencia de la Comisión de Libertades Civiles, Justicia y Asuntos de Interior en el Parlamento Europeo. En 2010 fue nombrado vicepresidente del Partido Socialista Europeo (PSE).