Un mal acuerdo en la UE: Peor que antes, peor que nunca

Un mal acuerdo en la UE: Peor que antes, peor que nunca

Con muchos meses de retraso, arrastrando los pies en un debate interminable, el Consejo Europeo deliberó los pasados 7 y 8 de febrero un escenario presupuestario marcado por el techo de gasto.

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Viñeta: Juan Fernando López Aguilar

Arranca 2013, último año útil de la legislatura 2009-2014 del Parlamento Europeo que tiene la última palabra en el debate de las cuentas. Los 27 Estados miembros (EE.MM.) volvieron este último fin de semana a la mesa de negociación con el objetivo de desbloquear los presupuestos europeos. Con muchos meses de retraso, arrastrando los pies en un debate interminable, el Consejo Europeo -reunión en la "cumbre" de Jefes de Estado y de Gobierno- deliberó los pasados 7 y 8 de febrero un escenario presupuestario marcado por el techo de gasto que en la jerga de la UE se conoce como "Marco Financiero Plurianual" (MFP) 2014-2020, y dominado por la mayoría conservadora que ha impuesto en los últimos años un implacable e interminable ajuste de cuentas contra el modelo social que había distinguido a Europa durante más de medio siglo.

Los prolegómenos del debate son harto conocidos. Hace ya tiempo que se libra una batalla a cara de perro entre los autodenominados "amigos de la austeridad" (capitaneados por Alemania, con Países Bajos, Finlandia, Suecia y Reino Unido) y los autodenominados "amigos de la cohesión" (capitaneados ahora por Francia, con Italia, Polonia y Portugal). Un debate en el que, por cierto, España ni ha estado, ni se la espera.

Vista la correlación objetiva de fuerzas en el Consejo, con una amplia mayoría de gobiernos conservadores largo tiempo escorados hacia una subordinación humillada ante la hegemonía alemana, no era difícil prever que el MFP saldría adelante tal y como ha resultado: menos y peor Europa que la que teníamos ayer.

Rajoy ha celebrado, sin embargo, el acuerdo. Dice ser "muy positivo para España y también bueno para Europa" y "por tanto podemos estar contentos". Curioso motivo de alegría: por primera vez en la historia de la UE, tanto sus presupuestos como las antes denominadas "perspectivas financieras" plurianuales sufren una reducción, disminuyendo, por tanto, respecto de los precedentes: menos recursos europeos (33.000 millones de euros menos) para los próximos siete años de cuantos hemos dispuesto para los últimos cinco. Y a pesar de la pretendida defensa de los intereses españoles, lo cierto es que España, al igual que el conjunto de los EE.MM, saldrá perjudicada de este acuerdo que ni sacará a Europa del bache ni generará empleo.

Y es que por primera vez en la historia de la UE, las políticas distintivas y vertebrales de la UE -Cohesión, Política Regional, Política Agrícola Común- salen peor paradas en términos reales, y menguan de cara al futuro. La propaganda conservadora vende las cuentas acordadas como quien salva sus muebles "aunque pierdan los demás". Pero lo único cierto es que las asignaciones y aspiraciones europeas disminuyen por vez primera en la historia de la UE. Menos y peor Europa en el momento en que más falta hacía más Europa y mejor Europa en el sentido exactamente contrario.

Para rematar, el llamado "Mecanismo Conecta Europa" (Connecting Europe, financiación de las Redes Transeuropeas de Comunicaciones, Transporte y Energías, genuina palanca de futuro), inicialmente calculado en un montante de hasta 50.000 millones de euros para los próximos 20 años, resulta ser el gran pagano, disminuyendo su previsión a 30.000 millones de euros.

La lógica que se ha impuesto al conjunto de los países por parte de aquellos que se han erigido con la sartén por el mango -Alemania, Reino Unido- pretende que, puesto que los EE.MM están recortando presupuestos, otro tanto debe hacer obligatoriamente la propia UE.

Es éste un razonamiento falaz que desmiente la razón de ser de la UE: aportar valor añadido a los EE.MM. Y ello comporta invertir más y por encima de las capacidades (forzosamente limitadas) de los EE.MM, respaldando y complementando inversiones estratégicas con carácter transversal y supranacional (por tanto, transfronterizo y de escala genuinamente europea). Y debe hacerlo además con una vocación anticíclica, para combatir el ciclo recesivo en que se ha hundido la zona euro, al tiempo que, por extensión, los riesgos de estancamiento (si es que no es de estanflación), que no solamente retrasan la salida de la crisis sino que la hacen insufrible, abocando en lo demás a una Europa pos-recesiva más desigualitaria e injusta como nunca antes en su historia.

Desde su faceta fundacional, nunca habíamos asistido a una imposición tan cruda de argumentos ideológicos que se hacen pasar por técnicos, en defecto de la visión, inspiración y liderazgo que cabría esperar de la política europea. Y nadie se ocupa de "Europa" y todos parecen enzarzarse en una mezquina disputa propagandística basada en el "qué hay de lo mío". El debate ni siquiera ha servido para desmontar con datos y con pedagogía la demagogia imperante acerca del "gasto" en la UE en la que la cohesión y la PAC (85%), junto con la cooperación y la Política exterior (10%) consumen el 95% del presupuesto total, mientras que los gastos de personal y gastos corrientes (gastos administrativos) consumen sólo un 5%, un porcentaje muy inferior al que es habitual en los EE.MM.

El escenario delinea con claridad el contraste entre un mal acuerdo y su hipotético opuesto: un no acuerdo. El Parlamento Europeo ha venido urgiendo una y otra vez sus líneas rojas.

Sintéticamente podrían resumirse en el recordatorio de tres exigencias clave:

a) Un presupuesto justo, equilibrado y, sobre todo, suficiente; en ningún caso un presupuesto deficitario que es a lo que conduce un recorte de 100.000 millones de euros que va en la dirección contraria de lo que veníamos reclamando: los Presupuestos 2014-2020 van a desfondar el raquítico 1% del PIB de la UE reduciéndolo a un todavía más insuficiente 0,9%;

b) Un presupuesto dotado de recursos propios (nuevas figuras tributarias) para financiar estímulos estratégicos de crecimiento y la generación de empleo, especialmente la llamada "garantía juvenil". ¿Cómo podemos explicar que esta UE derrame cientos de miles de millones de euros en rescatar a los bancos y racanear el céntimo en la esperanza de los jóvenes, más desengañados que nunca del ideal europeo?;

c) Un presupuesto dotado de una cláusula de flexibilidad, para poder mover horizontal e interanualmente partidas de un destino a otro, en respuesta a las demandas económicas y sociales más perentorias que se puedan plantear en el manejo de la crisis.

En los últimos años la UE se ha descompuesto factorialmente. Nuevos socios escasamente europeístas, junto con socios más antiguos (Reino Unido), galopan de un tiempo a esta parte una superposición de envites contra la propia existencia de la UE. Sus jugadas de farol o sus chantajes al resto de los EE.MM pretenden imponer a la UE un futuro sombrío, no ya caracterizado por los círculos concéntricos sino por los conjuntos disjuntos de una "Europa a la carta" y otra a varias "velocidades", en la que, más que un propósito común -otra Europa-, lo que en realidad sufrimos es un zafarrancho de intereses domésticos marcados por la insolidaridad, el egoísmo mezquino y electoralmente cortoplacista de los "cheques nacionales".

Así no podemos seguir. Urge cambiar de rumbo; urge otra dirección política europea, Europa en otra dirección. Otra Europa se la juega en las ya no tan lejanas Elecciones Europeas de junio de 2014; el Parlamento Europeo -el que tiene ahora la última y decisiva palabra sobre la aprobación de estas cuentas acordadas por el Consejo de la UE, y tiene el poder de vetarlo si lo estima un mal acuerdo- decide como nunca antes. Sólo hace falta que 500 millones de ciudadanos a los que representa -entre ellos, los 46 millones de españoles- lo sepan, y se movilicen para restablecer un propósito común y arrebatar de una vez Europa a los hombres de negro, que la tienen secuestrada.

Juan Fernando López Aguilar

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Licenciado en Derecho por la Universidad de Granada con premio extraordinario, Licenciado en Ciencias Políticas y Sociología por la Universidad Complutense de Madrid, becario de la Fundación Príncipe de Asturias en EE.UU, Máster en Derecho y Diplomacia por la Fletcher School of Law and Diplomacy (Tufts University, Boston, Massasachussetts), y Doctor en Derecho por la Universidad de Bolonia, con premio extraordinario. Desde 1993 ocupa la Cátedra de Derecho Constitucional en la Facultad de Ciencias Jurídicas y Sociales de la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria. Es, además, titular de la Cátedra Jean Monnet de Derecho e Integración Europea desde 1999 y autor de una docena de libros. En 2000 fue elegido diputado por la provincia de Las Palmas y reelegido en 2004 y 2008 como cabeza de lista a la cámara baja de España. Desde 2004 a febrero 2007 fue ministro de Justicia en el primer Gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero. En octubre de 2007 fue elegido Secretario general del PSC-PSOE, cargo que mantuvo hasta 2010. En el año 2009 encabezó la lista del PSOE para las elecciones europeas. Desde entonces hasta 2014 presidió la Delegación Socialista Española y ocupó la presidencia de la Comisión de Libertades Civiles, Justicia y Asuntos de Interior en el Parlamento Europeo. En 2010 fue nombrado vicepresidente del Partido Socialista Europeo (PSE).