La regulación financiera de Trump y el riesgo en la banca europea

La regulación financiera de Trump y el riesgo en la banca europea

El presidente Trump ha firmado una orden ejecutiva en relación con la regulación de los mercados financieros, la tan relevante Dodd-Frank Act, posiblemente la que tiene más transcendencia fuera de los EE.UU, incluso más que las líneas generales de su política de comercio exterior o la reglamentación sobre el uso de las cárceles secretas.

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Trump firmó el pasado 3 de febrero la orden ejecutiva para la revisión de la Dodd Frank Act .

El presidente Trump ha firmado una orden ejecutiva en relación con la regulación de los mercados financieros, la tan relevante Dodd-Frank Act. Posiblemente sea la orden que tiene más transcendencia fuera de los EE.UU., incluso más que las líneas generales de su política de comercio exterior o incluso la reglamentación que se avecina sobre el uso de las cárceles secretas.

Como se recordará, la Dodd-Frank Act fue la que se aprobó bajo la administración Obama con la finalidad de que las causas de la crisis no se repitieran. El objetivo en la actualidad es el contrario: desregular los mercados financieros, reduciendo los requisitos que se exigen a los bancos. Al mismo tiempo, volviendo a la situación anterior a la crisis de 2008 se impulsa la unificación de la banca comercial con la banca de inversión. En una terminología que ya no resulta desconocida lo ha señalado de forma clara: Dodd-Frank is a disaster. We're going to be doing a big number on Dodd-Frank.

Una orden ejecutiva que ha sido complementada con una carta remitida a la presidenta de la Reserva Federal (FED) en donde se señala que es inaceptable que siga manteniendo contactos con organismos internacionales, tales como Financial Stability Board, the Basel Committee on Banking and Supervision, y el International Association of Insurance Supervisors; dado que con sus medidas posteriores a la crisis de 2008 han "penalizado de forma injusta el sistema financiero estadounidense en áreas varias como banca de capital, seguros, derivados, riesgo sistémico".

Las consecuencias de las medidas anteriores son de extraordinaria gravedad global. No sólo para los EE.UU. Suponen la vuelta a un modelo de ordenación de la banca privada que está en la causa de la crisis económica de 2008 y que ha costado tanto sufrimiento en todo el mundo y tanto dinero gastado en todos los países para rescatar a los bancos. El negocio bancario no se puede dejar sólo en manos de los banqueros que han demostrado un incorrecto modo de gestionar el riesgo, provocando que las consecuencias de sus actos se socializaran a través de los rescates.

De ahí que una regulación estricta, que tanto trabajo costó aprobar a pesar de la crisis de 2008, resulta necesaria. Por ello, se incluyó la Volker Rule en la regulación bancaria estadounidense, para limitar el riesgo que podían tomar los bancos. En ella se limitaban las operaciones por cuenta propia que podían realizar las entidades financieras, una norma que será derogada sin lugar a dudas ya que lleva tiempo siendo objetivo de los republicanos.

Para ello además se va a utilizar un sistema privilegiado que se debe a Newt Gingrich en virtud del cual la mayoría para cambiar la regulación en los primeros sesenta días del mandato presidencial se reduce sustancialmente, con lo que la mayoría republicana podrá abordar en profundidad la renovación de esta reglamentación bancaria.

Una normativa propia menos restrictiva va a suponer poner a la banca estadounidense en una posición de ventaja competitiva con respecto a la banca europea.

De entrada, en los propios EE.UU. No podemos olvidar que la crisis económica tiene su origen en un modo de gestionar el negocio bancario en donde no había un adecuado control del riesgo. El ejemplo de las hipotecas subprime y todo lo que había a su lado es la mejor muestra. Un riesgo que se materializó en la adquisición por JP Morgan (tras presiones públicas) de Bear Stearn que era el quinto banco de inversión de Estados Unidos; el rescate de las dos mayores agencias hipotecarias, Fannie Mae y Freddie Mac; la caida de Lehmann Brothers y en la necesidad de intervenir American International Group (AIG) la mayor aseguradora de Estados Unidos que estuvo también a punto de la desaparición.

Hace sólo 8 años y parece que es algo de la prehistoria.... sobre todo para Trump. En este sentido, resulta llamativo ver cómo ha olvidado el sufrimiento que provocó en la sociedad estadounidense a la que aparentemente quiere defender en la actualidad. De hecho, en esta nueva orientación, la Consumer Financial Protection Bureau parece que va a tener los días contados.

En segundo lugar, para el resto del mundo. Que la crisis de 2008 fuera una crisis global se debió en parte a la existencia de los CDOs (Collateralized Debt Obligations, obligaciones de deuda con garantía colateral) con lo que se quería asegurar obligaciones dudosas, como eran las hipotecas subprime que están en la causa de la crisis. Unos instrumentos que gracias a las desrgulaciones estaban extendidos por todo el mundo y que provocaron el colapso financiero internacional. ¿Quiere la desregulación de Trump ir en una dirección similar?

Desde luego, la introducción de una normativa propia menos restrictiva va a suponer poner a la banca estadounidense en una posición de ventaja competitiva con respecto a la banca europea, por ejemplo. Sin duda es uno de los objetivos que plantea la medida.

Ahora bien, no se debe caer en la tentación desreguladora para ser igual de competitivos que los estadounidenses: el recuerdo de la crisis económica, el mal desempeño de los bancos y la necesidad de un apoyo público que ha destinado muchos recursos a su salvamento nos debe conducir a una reglamentación que se articule sobre la satisfacción de todos los intereses económicos, incluido el erario público, y la protección del cliente bancario, algo en lo que no se ha avanzado lo suficiente.