Can you hear me, Major Tom?

Can you hear me, Major Tom?

El artista no se instaló en mi imaginación hasta mediados de los 70, cuando empecé a salir con una gran fan. Estuvimos dos años juntos y fue ella quien me metió en su universo. Ninguno de nuestros amigos seguía a Bowie porque era demasiado extravagante. Pero ese era el motivo por el que a mí me encantaba. Yo era un chico bueno y él era un rebelde, rebelde.

TORONTO, ON - FILES: David Bowie performs in Toronto, in this file photo. Bowie, legendary pop star, died January 10, 2016, ate age 69, of cancer. (Doug Griffin/Toronto Star via Getty Images)Doug Griffin via Getty Images

Crecí en lo que parecía la capital de los medios, así que todo lo que hacía David Bowie ocupaba al menos unos minutos de la actualidad en Nueva York, aunque los presentadores de las televisiones locales se burlaran de sus trajes de Ziggy o se quedaran simplemente sin palabras. También estaba en todos los periódicos, y en las revistas Rolling Stone y Village Voice, que mi hermano leía.

En cambio, el artista no se instaló en mi imaginación hasta mediados de los 70, cuando empecé a salir con una gran fan de Bowie. Estuvimos dos años juntos y ella me introdujo a Aladdin Sane, Hunky Dory, The Man Who Sold the World y Pin Ups (muy subestimado, por cierto). Ninguno de nuestros compañeros de universidad seguía a Bowie; era demasiado extravagante. Y ese era el motivo por el que a mí me encantaba. Yo era un chico bueno y él era un rebelde, rebelde.

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Como escritor en ciernes, sus letras me parecían increíbles, complejas, opacas y geniales (sólo Roxy Music podría compararse). El halo de ambigüedad en torno a su sexualidad también atraía. Su música no se parecía a nada de aquella época y todos sus discos eran completamente impredecibles. Gracias a él, llegué a disfrutar de artistas a los que produjo, como Lou Reed, Mott the Hoople e Iggy Pop.

No me preguntéis por qué mi novia no tenía The Rise and Fall of Ziggy Stardust and the Spiders from Mars; yo lo descubrí en la escuela de posgrado. Tenía algo que me hizo enamorarme, algo que se me quedó grabado en la memoria, algo con lo que soñaba. Bowie salía en programas de televisión, en revistas y yo era un fan total; leía todo sobre él.

Mi entrevista favorita es una en la que el presentador no deja de preguntarle sobre Mick Jagger y Bowie hace todo lo posible por no gruñir. Como señalaba hoy el New York Times, "Bowie escribía canciones que trataban principalmente sobre ser diferente, outsider: un alien, un inadaptado, un explorador sexual, un astronauta errante", y el entrevistador intentaba por todos los medios traerle a la Tierra con sus preguntas ordinarias.

Me fascinó con Young Americans y su concierto en el Radio City Music Hall de Nueva York fue espectacular, tanto como el de los Stones al que fuimos por esa época.

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Bowie era tan parte de mi vida, de mi banda sonora interna, que incluso escribí una historia corta sobre él que aparece en mi segunda colección Secret Anniversaries of the Heart. Confieso que perdí casi todo el contacto con su música tras Let's Dance, un álbum con el que obtuvo la aclamación mundial que quería pero que me pareció menos interesante que todo lo que había escrito anteriormente.

No importa. Ahora pienso en cómo seguirá influyendo en músicos y cineastas a lo largo de los años y en la brillantez con la que se entretejió su música en Moulin Rouge.

Pienso en lo increíble que fue tocar Diamond Dogs por primera vez.

Pienso en que tengo que volver a ver El ansia.

Y pienso en que podemos ser héroes... "just for one day".

Este post fue publicado originalmente en la edición estadounidense de 'The Huffington Post' y ha sido traducido del inglés por Marina Velasco Serrano

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