Vamos allá la Blanca Paloma: qué opciones tendrá nuestra representante en Eurovisión 2023

Vamos allá la Blanca Paloma: qué opciones tendrá nuestra representante en Eurovisión 2023

El festival ya no es sólo un concurso de divas y música ligera. Es mucho más, pese a que el cliché o los prejuicios intenten hacernos creer lo contrario

Blanca Paloma recibe el trofeo del Benidorm Fest de manos de Chanel

Un año después del Chanelazo, a RTVE se le puso muy difícil buscar un digno sucesor para la intérprete de SloMo. Superar el tercer puesto cosechado, el mejor resultado en 27 años para España, podría parecer una misión imposible para una cadena pública acostumbrada a los fracasos en el certamen europeo. Pero este milagro que es el Benidorm Fest ha permitido que (re)descubramos a una gran joya del cante como Blanca Paloma. Su intepretación de Eaea en la final de la preselección roza lo sublime. Es difícil encontrar calificativos que puedan ensalzar como se merece la propuesta de calidad que la alicantina ha presentado en su segundo intento para Eurovisión. Una explosión de sensibilidad, verdad y garra pocas veces vista sobre un escenario.

Su incontestable victoria traerá ahora consigo el estéril debate sobre si este flamenco electrónico con una base de nana y espíritu lorquiano entrará por el oído bueno a la audiencia europea. Y lo cierto es que poco o nada importa este debate cuando España envía una propuesta tan sobresaliente y tan arraigada en nuestra esencia. Pura raíz para ofrecer destellos de maestría en el programa de mayor audiencia en Europa. "Fuera de España se ama el flamenco porque es un arte universal. Cuando se hace algo con autenticidad, pellizca. Espero que Europa tenga el pecho preparado para ese pellizco", ha dicho al respecto Blanca Paloma justo después de su victoria. 

El seguidor del festival sabe que Eurovisión ha cambiado mucho en estos últimos años. ¿Quién podía imaginar que un folk ucraniano con retazos de hip-hop y electrónica ganaría en 2022? ¿O que una banda de rock italiana triunfaría en 2021? Las últimas victorias en el concurso dan buena muestra de ese cambia de paradigma en el festival. Eurovisión ya no es sólo un concurso de divas y música ligera. Es mucho más, pese a que el cliché o los prejuicios nos quieran hacer ver lo contrario. Incluso un alma libre como Salvador Sobral arrasó en 2017 con aquella obra delicada y precisa que era Amar pelos dois. Desdeñar o infravalorar la apuesta de Blanca Paloma sólo porque se asiente en el flamenco (aunque, de facto, su composición tenga capas muy diversas), es un error que no puede justificarse con ningún precedente reciente. 

A día de hoy, es difícil determinar con cierta objetividad sus posibilidades de cara a lograr un buen puesto (o tal vez la victoria) en Liverpool. Hasta la fecha, sólo siete países han presentado su canción para la próxima edición que tendrá lugar en mayo. Pero la apuesta de España este año va más allá de la pura competición: gracias a EaEa, RTVE mantiene su compromiso con un festival al que dio la espalda durante demasiados años por la desidia y el conformismo. Tras muchas candidaturas vacías y sin ningún factor de brillo, la cadena pública ha elevado el listón de la calidad y exporta a Eurovisión otra candidatura bien armada, con mensaje y mucha autenticidad. Y 100% Marca España. Sin complejos ni dudas.

El Benidorm Fest, de hecho, es la mayor expresión de ese cambio de mentalidad. En apenas dos años, RTVE ha sabido construir una preselección con una notable factura técnica y un elevado interés en las propuestas presentadas. Y lo ha hecho, además, haciendo frente a importantes polémicas que han podido dañar su credibilidad en el momento de su concepción.

La final de este sábado, independientemente de la audiencia que haya podido cosechar, muestra de forma clara que en la cadena pública se piensa y mucho en Eurovisión como una marca de bandera para su proyecto. Y cuando se hace una buena labor, la recompensa llega tarde o temprano. Ya se consiguió algo muy importante con ese bronce con sabor a oro de Chanel y ahora las esperanzas están depositadas en una Blanca Paloma dispuesta a conseguir, por fin, el ansiado micrófono de cristal para España. 

No será fácil, desde luego, y el triunfalismo no nos puede hacer olvidar que el riesgo de un fracaso está ahí. Pero, pase lo que pase, apostar por candidaturas como la de este año evidencian que RTVE está haciendo el trabajo correcto para que el sueño de una tercera victoria acabe más pronto que tarde convirtiéndose en realidad. España ya no llora en Eurovisión. Ahora, España vuela muy alto. 

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Licenciado en periodismo por la Universidad Carlos III. Actualmente, es redactor de política en El Huffington Post, tras nueve años como coordinador en ABC, cuatro como director digital en el grupo COPE y seis meses en Mediaset. Puedes contactar con él en javier.escartin@huffpost.es