Un apacible rincón de Madrid

Un apacible rincón de Madrid

Hablemos de cine es el título de esta compilación de entrevistas, y constituye un repaso a la profesión periodística desde la perspectiva cinematográfica. No quiero promocionar mi trabajo; hoy quiero homenajearlos a ellos, a los directores que hace ya muchos años me abrieron las puertas de su casa, de su obra y de su cine, para que un lustro después yo pudiera desgranarlos a mi azaroso antojo y presentar nuestras conversaciones en forma de libro.

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Lucía Tello acompañada de grandes amigos y cineastas, como Gonzalo Suárez (abajo) en la Librería 8 & ½ durante la presentación del libro

Al lado de la Plaza de España, en una callejuela estrellada, se encuentra uno de mis rincones favoritos de Madrid. Con nombre de película, esta librería se erige frente a dos cines emblemáticos y a su vera palpita un pequeño kebab. La calle siempre huele a comida turca y las horas, que en 8 & ½ fluyen como segundos, se entretienen entre revistas, películas de celuloide e innumerables libros. Federico Fellini ejerce de maestro de ceremonias y Lucas, un espléndido West Highland white terrier, finge no atender mientras otea cada movimiento con su mirada intrépida. Fuera, en la acera, se encuentra el Paseo de las Estrellas; dentro, entre sus estanterías colmadas de recuerdos, se atesora la mejor historia del cine español.

A 8 & ½ acudía siempre que podía durante mis años de estudiante en la universidad; allí auscultaba monográficos, repasaba películas, observaba títulos. En ese mismo lugar compraba manuales y ampliaba mi repertorio con autores a los que conocía o quería conocer. Todo en esa librería es mágico, desde la decoración hasta María, su afectuosa dueña, bien aderezado con cinefilia y aroma a café. Por ello no podría haber imaginado, en ninguna de las vidas que he tenido, que la fortuna iba a llevarme a presentar mi sexto libro en aquel enclave, para mí tan querido y significativo, en compañía de grandes amigos y de cineastas de abrumador talento como Gonzalo Suárez, Basilio Martín Patino, Julia Montejo o Álvaro García-Capelo. Disponer de la presencia de autores tan icónicos ha sido tan sobrecogedor como emocionante, máxime cuando pude atisbar a Martín Patino, director de Nueve cartas a Berta, aproximarse valiente y contra toda inclemencia para estar en la presentación. Nunca tendré palabras de agradecimiento suficientes para todos ellos, para mi admirado y célebre Gonzalo Suárez, literato, periodista, cineasta y amigo; para la gran escritora, profesora, guionista y directora Julia Montejo; para el intuitivo realizador y creativo Álvaro García-Capelo y para el talentoso y polivalente artista Jordi Mollà. A todos ellos, junto a la editorial y a la profesora Amparo Martínez, solo puedo darles las gracias por aproximarse a 8 & ½ y compartir conmigo ese entrañable rincón de Madrid.

He tenido una inmensa suerte al contar con los directores de cine de este libro, porque conociéndoles a ellos, también me he conocido a mí misma.

Hablemos de cine es el título de esta compilación de entrevistas, y constituye un repaso a la profesión periodística desde la perspectiva cinematográfica. No quiero promocionar mi trabajo; no soy un celebérrimo escritor y no, no he venido a hablar de mi libro. Hoy quiero homenajearlos a ellos, a los directores que hace ya muchos años me abrieron las puertas de su casa, de su obra y de su cine, para que un lustro después yo pudiera desgranarlos a mi azaroso antojo y presentar nuestras conversaciones en forma de libro. A todos ellos, valga esta columna como particular tributo: A Jesús Franco, el tío Jess, director fetiche que hizo del cine su particular campo de batalla iconoclasta. A Carlos Saura, buque insignia del Nuevo Cine Español, mesurado, paciente y sereno; a Josep María Forn, siempre afectuoso, tan cordial, tan genio. A David Trueba, de extremada inteligencia como director, amén de intuitivo periodista. A Álex de la Iglesia, de trato afable, mirada inteligente y voz evocadora; a Enrique Urbizu, trasgresor en su lucha contra los estereotipos, con su cine pionero y desafiante.

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Tampoco olvidaré a José Luis Garci, siempre dispuesto a recordar el cine clásico y a sus periodistas fumadores de Camel; ni a Mariano Ozores, de impresionante altura y conocimiento, hacedor de varias decenas de películas, cuya filmografía ostenta el récord de espectadores en las salas de todo el país. A Betty Kaplan, cineasta venezolana, autora de una de las mejores coproducciones periodísticas de todos los tiempos, De amor y de sombra. A Guillermo Fesser, espléndido guionista y director, paradigma de profesional íntegro y global. A Santiago Lapeira, autor plurivalente, creador de Asalto al Banco Central, uno de los títulos más representativos del cine periodístico español. Al director indie Chumilla-Carbajosa, productor y amigo, rompedor con su alegórica cinta Zapping. A Santiago Lorenzo, serpenteante y ágil con la palabra, tanto escrita como cinematográfica. A Roberto Santiago, perspicaz guionista, director y escritor. A Iñaki Aizpuru, corresponsal y cineasta, autor de Los reporteros, cinta periodística por antonomasia. A Azucena Rodríguez, directora y guionista ineludible, imperdonable ausencia en el libro aunque reencontrada en la presentación.

He tenido una inmensa suerte al contar con ellos, porque conociéndoles a ellos también, me he conocido a mí misma. Nunca imaginé poder concentrar a tantos autores y tanta devoción en un mismo volumen, un libro que ahora ya no es mío sino suyo. No olvidaré jamás aquella tarde compartida con mis amigos, mi madre y mi hermana, ni la emoción que experimenté en ese "apacible rincón de Madrid". Y es que, como glosa la zarzuela Luisa Fernanda: "Como un remanso de paz y de amor, en mi agitado vivir, este paraje tan evocador ¡qué cosas me hace sentir!".