España en los Juegos Olímpicos de Río: el equipo del pañuelito

España en los Juegos Olímpicos de Río: el equipo del pañuelito

Con la importancia de la industria de la moda en España y lo clave que es la imagen que transmitimos, ¿por qué dejamos pasar oportunidades como estas, nada menos que los Juegos Olímpicos? ¿Por pereza, por dejadez? ¿Es cuestión del deporte español o es cosa de la industria del diseño? ¿Por qué no le damos valor?

FACEBOOK/JOMA

No, no somos Italia. Ya nos gustaría. Italia se viste de Armani, de punta en blanco, con sus atletas bien morenos y repeinados, sonrientes (aún no los he visto desfilar, pero así me los imagino yo y el mundo entero). Tampoco somos Gran Bretaña, aunque esos no van tan bien peinados. Ellos van de Stella McCartney: qué maravilla, qué suerte, qué apuesta. Todo con ese punto un poco grunge, con ese toque británico.

Por no hablar de Canadá, posiblemente el uniforme más deportivo y chic de todos: DSquared se ha lucido con un conjunto con el que todos (por lejos que nos pille el país de la hoja de arce) nos sentiríamos a gusto: unas mallas negras, una camisa/camiseta/sudadera blanca o americana roja, un poco grandona, así como cómoda, unas zapatillas blancas. ¿A que apetece? Pues no. Nosotros no somos esos. Tampoco somos el Lacoste chic de Francia, ni tenemos ese toque como de recién salidos de Harvard de Ralph Lauren al vestir a Estados Unidos ni, mucho menos, (¡tachán!) las suelas rojas de monsieur Christian Louboutin que lucirá nada más y nada menos que Cuba. Nosotros no. Nosotros preferimos conformarnos, quedarnos donde siempre. Nosotros, en los Juegos Olímpicos de Río 2016, somos los del pañuelito.

De verdad, Barcelona 92 tuvo su gracia. Ahí lo petamos. Pero ¿es necesario, en 2016, siglo XXI, viva la tecnología, vivan los wearables, seguir llevando el sombrerito de paja y el pañuelito de azafata de mediados de siglo anudado al cuello? (Que, por otra parte, ¿no les parece que tiene un tufillo entre rancio y machista?) Que sí, que en España hace calor y en agosto más, pero Río de Janeiro 2016 no se merecía esa exhibición por parte de la delegación española. Rafa Nadal es un santo y se pondrá lo que le digan, y por suerte tiene planta, pero corre el peligro de ir hecho unos zarrios. Como todos los demás.

No es cuestión de dejarse el presupuesto olímpico en que nos vista Balenciaga, a la que por otra parte de española ya no le queda ni el recuerdo (pena de memoria histórica, para todo). Fíjense en Suecia: adornados por su patria H&M. Si en algo somos buenos ahora por aquí es en eso, en el lowcost, en el diseño de diario. En ir monos todos los días, sin alharacas. Y eso mismo es lo que teníamos que haber explotado. Pero, tristemente, nos hemos quedado a las puertas. No hemos arriesgado, no hemos apostado por el diseño: aquí a lo práctico y sin pensar.

La moda es uno de los grandes potenciales de España. No es sólo algo artístico: es una industria que genera miles de puestos de trabajo, tanto en PYMES como en grandes empresas. La moda supone el 4,3% del empleo total en el país, nada menos que el 2,8% del PIB nacional. No hay que olvidar que hay grandes tajadas del pastel, como los vestidos de novia, en los que España es líder mundial en fabricación y exportación (en este caso junto a China). Nuestro calzado levantino no tiene parangón mundial, hasta los más grandes se vienen a producir aquí. Entonces, ¿por qué dejamos pasar oportunidades como estas, nada menos que los Juegos Olímpicos de Río, con 3.000 millones de espectadores en su ceremonia de inauguración? ¿Por pereza, por dejadez? ¿Es cuestión del deporte español, que no le da el valor suficiente a toda la imagen que puede exportar; o es cosa de la industria del diseño, que no quiere o no sabe cómo implicarse? ¿Seguimos dándole poco valor a la moda, que al fin y al cabo habla de nosotros y de la imagen que proyectamos ante el mundo?

No dudo de que Joma, la encargada de vestir a la delegación española, ha realizado un trabajo impecable. Es una empresa deportiva, española además, y con décadas de experiencia. Sus diseños quizá sean prácticos (de hecho, están a la venta), pero no, no son la moda que debemos lucir. Más que nada porque no somos únicos: Joma ha creado también para Río los conjuntos de México, Letonia, Moldavia o Bielorrusia. Vamos, que lo que es de exclusividad no podemos presumir.

Aunque nos digan que, después de lo de Londres, no tenemos derecho a quejarnos, no nos amedrentemos. Podemos mejorar. En Tokio 2020 nos espera más de lo mismo, aunque sí, al menos no son aquellos trapos rompeojos de Bosco de 2012. Claro, salían gratis. Y daban pena.

Repito: nos hemos quedado a las puertas. Podríamos haber hecho más. Para muestra, un botón; de hecho, el único botón. Oysho, la marca de lencería y ropa deportiva de Inditex (el gigante textil patrio), se ha asociado con el Equipo Español de Gimnasia para vestir a su equipo de cinco chicas en sus entrenamientos y en su tiempo libre. No en la competición ni en la inauguración, claro, ahí no pueden meterse. Pero les ha quedado una colección bonita, correcta, completa, moderna. Como debe y puede ser.

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Como contrapartida, Alejandra Quereda, Lourdes Mohedano, Sandra Aguilar, Elena López y Artemi Gavezou, las chicas de la gimnasia, son la imagen de su campaña pre-fall (la intermedia post-verano y pre-otoño). Sus caras con sus conjuntos copan los escaparates y sí, también están a la venta. Su imagen vuela por más de 600 tiendas de 44 países, pero también por los medios, los blogs de moda, las redes sociales. ¿Ven? Se pueden hacer muchas más cosas. Pero nosotros seguiremos conformándonos con el pañuelito al cuello y el sombrero de paja.

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