El indeleble ejemplo de Carme Chacón

El indeleble ejemplo de Carme Chacón

En un mundo eminentemente machista y tendente o a la sobreprotección o a la humillación de las mujeres, no vamos sobrados de referentes femeninos empoderados. No nos sobran mujeres que mediante hechos y palabras empoderen a la mujer en general y a lo femenino en particular. Uno de esos ejemplos, a veces injustamente tratado por las propias mujeres, es Carme Chacón.

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Foto: Ballesteros/EFE

En un mundo eminentemente machista y tendente o a la sobreprotección o a la humillación de las mujeres, no vamos sobrados de referentes femeninos empoderados. No nos sobran mujeres que mediante hechos y palabras empoderen a la mujer en general y a lo femenino en particular. Uno de esos ejemplos, a veces injustamente tratado por las propias mujeres, es Carme Chacón.

Hoy día vemos normal, por suerte, que una mujer como Cospedal sea ministra de Defensa. Aún recuerdo cuando Carme Chacón fue ministra de Defensa y se la criticó hasta la saciedad desde el primer minuto por casi todo lo que representaba, muy especialmente por el hecho de ser mujer. Hasta llegar al absurdo de criticar cómo vestía en actos militares. Poco se habló entonces de su capacidad de estudio, su disciplina, su coraje. Lo importante para la ortodoxia española eran otras cosas; lo importante era denigrar a una mujer que no pide perdón por serlo.

Luego Carme decidió presentarse a la Secretaría General Del PSOE. Ahí también se dijo de todo, editoriales de periódicos usando como arma arrojadiza al entonces marido de Chacón incluidas. También en esos momentos un sector del feminismo anunciaba a bombo y platillo que Chacón no era una candidatura feminista, solo femenina (sic). Huelga comentar esta última parte.

Estoy cansado de que la biografía de las mujeres valga menos que la biografía de los hombres.

Podría enumerar muchas más situaciones que conciernen a Carme Chacón y que han exasperado a la ortodoxia española, a toda la ortodoxia española. Pero el objetivo de este artículo no es narrar actos y opiniones infames vertidas sobre una ciudadana ejemplar como es Chacón, sino más bien mirar hacia adelante, usando todas las herramientas que como progresistas y feministas tenemos a nuestro alcance, entre ellas el ejemplo de mujeres que nos revisten de dignidad a toda la ciudadanía, que empoderan a otras mujeres.

Chacón contribuye a romper el techo de cristal, un techo que cada vez está más cerca de romperse para siempre. A día de hoy, Chacón es una contribución imprescindible para el feminismo, necesaria para el empoderamiento de las mujeres, fundamental para construir un relato que nos habla de retos conseguidos, de techos de cristal rajados por la fuerza del feminismo. Su ejemplo en la vida pública y su empeño en su actual ocupación privada deben ser tomadas como reivindicaciones para construir colectividades inclusivas.

Muchos os preguntaréis por qué Chacón. La respuesta es bien sencilla: estoy cansado de que la biografía de las mujeres valga menos que la biografía de los hombres, estoy hastiado de comprobar cómo mujeres empoderadas son escrutadas por la lupa de las ortodoxias y éstas, las lupas, queden indemnes.

Lo mejor que podemos hacer como colectivo, lo más sensato que podemos hacer como feministas es reivindicar las figuras de mujeres que nos han hecho y nos hacen avanzar, con su ejemplo público y privado. No está de más agradecer a quien nos hace más iguales, tampoco está de más agradecer a quien contribuye al relato feminista con la tinta más indeleble de todas: la del ejemplo, la del estoico ejemplo. Por todo y por tanto, por lo que fue y por lo que será, gracias Carme Chacón.