Un cuento marciano
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Un cuento marciano

Dicen de El marciano que es una novela con suficiente «física y matemáticas para satisfacer a los lectores hard del género», pero cuya voz poderosa la convierte en apta para todos los públicos. Dicen también que incluso los ingenieros de la NASA se mostraron asombrados ante la meticulosa investigación llevada a cabo por este autor primerizo.

Esta es la historia de un programador informático de una empresa de software, que residía en Mountain View, California, rodeado por las oficinas de Google y los grandes gigantes tecnológicos. Vivía el plan B de su propia existencia, tras decidir no arriesgarse a ser el escritor que llevaba dentro. Pero un buen día, llegó el impulso que lo forzó a probar suerte, esa insistente vocecita interior con la que por fin alcanzó un acuerdo: se daría a sí mismo un plazo de tres años para cumplir el sueño de publicar. Escribió dos novelas y luchó por ellas. Sin embargo, al no hallar el entusiasmo de ningún editor o agente, optó por tirar la toalla y volver a su cómodo oficio de programador informático. A su vida acotada sin sobresaltos ni amarguras.

Seguía, eso sí, escribiendo relatos de ciencia ficción, que colgaba en su blog, labrándose un público fiel que parecía confiar más que él mismo en su talento narrativo. Hasta que otro buen día empezó a colgar un serial por entregas que exploraba la vida de un Robinson Crusoe en Marte. Esta vez fueron los fans quienes le pidieron que autopublicara el material en Kindle, y pronto el programador informático −convertido en autor independiente por accidente− había vendido 80.000 ejemplares a 99 centavos de dólar, entrando en las listas de más vendidos de Amazon. Los productores de cine y editores más poderosos se entusiasmaron de inmediato ante el talento de un hombre tan superado por las circunstancias que le estresaba faltar a su trabajo para firmar la cesión de derechos cinematográficos de su obra.

A pesar de todo ello, nuestro hombre estaba convencido de que se trataba de una gran broma: ¿quién iba a creerse que los derechos de su novela serían vendidos a veintinueve países? ¿Cómo podía la Twentieth Century Fox querer llevarla al cine? ¿Por qué al mismísimo Ridley Scott le apetecía filmarla? ¿Qué hacían Matt Damon y Jessica Chastain sumándose al reparto de la película?

Dicen de El marciano que es una novela con suficiente «física y matemáticas para satisfacer a los lectores hard del género», pero cuya voz poderosa la convierte en apta para todos los públicos. Dicen también que incluso los ingenieros de la NASA se mostraron asombrados ante la meticulosa investigación llevada a cabo por este autor primerizo. Hoy, el libro va por los 180.000 ejemplares vendidos solo en Estados Unidos y sigue en las listas del New York Times desde su publicación en papel, hace más de nueve meses. Sin embargo, no fue hasta abril cuando Andy Weir, nuestro autor primerizo convertido en estrella, se atrevió a dejar su trabajo en la empresa de software de Mountain View, California, para volcarse, esta vez sí, en la escritura. Sigue viviendo en la casa de dos plantas donde empezó un cuento tan marciano como marciana es la revolución que su libro ha supuesto para la edición de género: una vuelta a la ciencia ficción clásica que se está extendiendo como un virus informático. En España, ya han saltado todas las alarmas.