Los sueños no se hacen realidad, los sueños se trabajan

Los sueños no se hacen realidad, los sueños se trabajan

Desde que era pequeña mis padres me enseñaron que podía hacer cualquier cosa que me propusiera, únicamente tenía que asegurarme de ser la mejor. Me siento afortunada de haber crecido en un hogar que promoviera el que las mujeres no conocieran límites o imposiciones sociales, aún en una sociedad como la mexicana, conocida por su arraigado machismo.

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Foto: Getty Images.

Desde que era pequeña mis padres me enseñaron que podía hacer cualquier cosa que me propusiera, únicamente tenía que asegurarme de ser la mejor. Fue así como me convertí en esa niña que siempre ganaba más dulces en las fiestas infantiles, la primera en participar en las preguntas en clase y también la primera en contestar los exámenes. Me siento realmente afortunada de haber crecido en un hogar que promoviera el que las mujeres no conocieran límites o imposiciones sociales, aún en una sociedad como la mexicana, que es conocida por un arraigado machismo, donde las mujeres tenían pocas oportunidades de ejercer sus derechos.

A pesar de que en los últimos años México ha experimentado un cambio positivo en la inclusión de las mujeres en el entorno laboral, aún hay grandes áreas de oportunidad para crear una sociedad más diversa en todos los aspectos, especialmente en la igualdad de oportunidades en materia de educación, trabajo y vida.

En lo que respecta a mi historia personal, no creo que haya sido meramente cuestión de suerte. Creo firmemente que los sueños no se vuelven realidad por sí solos, los sueños se trabajan. Yo siempre supe que algún día iba a dirigir una empresa, únicamente no sabía cuándo sucedería exactamente. Una como mujer necesita trabajar duro y mantenerse enfocada para hacer los sueños realidad, aun teniendo de por medio las barreras de género.

Recuerdo que mi entrada a la industria del automóvil fue por una casualidad. En aquel entonces buscaba un trabajo de medio tiempo para poder adquirir un auto que me permitiera moverme de mi casa a la universidad. Así fue como entré a una agencia de autos y ahí, en el piso de ventas, tuve uno de los más grandes descubrimientos de mi vida: aprendí que tengo gasolina en las venas.

Hay algo particularmente especial en vender autos. Para mí, fue una experiencia que me cambió la vida, porque a diferencia de otros países, comprar un auto nuevo en México es una celebración, el cumplimiento de un sueño. Estaba profundamente agradecida de formar parte de este gran acontecimiento para muchas personas y familias. En algunas ocasiones me tocó estar dentro de la foto familiar que se tomaban los clientes cuando iban a recoger el nuevo vehículo.

Entonces supe que este era el camino adecuado para lograr lo que quería. Fue así como conseguí una posición en la financiera de marca, Renault Financial Services, empezando así mi carrera profesional. Desde entonces han sido más de 15 años trabajando para las marcas que conforman la Alianza Renault-Nissan y puedo compartir que ha sido una experiencia muy intensa y difícil, pero por demás, interesante.

Los obstáculos y barreras que sobrepasé no están en el foco de mi historia, más bien es el cómo me sobrepuse a ellos y me gané un puesto en la mesa directiva de la compañía. Creo que esa es la verdadera lección y todo se resume a un asunto de buscar oportunidades y tomar riesgos.

Yo aún sigo viviendo mi sueño, cada día de mi vida. La única diferencia es que ahora me siento empoderada para hacer cambios y ayudar a otras mujeres a que tengan las mismas oportunidades que yo no tuve al inicio de mi carrera..

En mis primeros años como representante de ventas, recuerdo que para visitar a los dueños de agencias de la marca, pasaba muchas horas conduciendo hasta ciudades remotas del norte de la República y pasaba aún más horas sentada fuera de sus oficinas esperando que me recibieran. En ese entonces ellos no podían concebir la idea de que una mujer fuera y les dijera cómo debían de llevar su negocio.

Fue al poco tiempo que lo entendí: necesitaba ofrecerles algo que ellos no tuvieran. Entonces utilicé la información como mi principal herramienta, para ofrecerles una nueva y fresca perspectiva. Recuerdo que tuve que ponerme a estudiar los datos de cada ciudad, el comportamiento del mercado y hasta la situación social, de forma que pudiera proveerles algo nuevo que no sabían que necesitaban. Después de varios intentos, finalmente me abrieron las puertas a sus oficinas y así empecé a crear un nombre dentro de la industria automotriz. Una industria que, efectivamente, está dominada por hombres pero que no es exclusiva de ellos y yo soy la prueba.

Después de algunos años de trabajar en la compañía, el entonces director de Nissan en México, José Muñoz, me preguntó si quería convertirme en la primera mujer en formar parte del comité directivo. Sin dudarlo un instante le dije que sí, aún sin saber nada acerca de la nueva posición. Recuerdo que en ese momento crítico me pregunté a mí misma: ¿me subo al elevador a donde me lleve o me quedo en el mismo piso?

Por supuesto que tomé el elevador. Creo personalmente que como mujeres debemos reconocer que podemos hacer cualquier cosa que nos propongamos. Somos capaces de hacer lo mismo que los hombres y, tristemente, muchas mujeres aún no lo saben. Ya sea por cuestiones de falta de confianza o por las mismas barreras de género, pero puedo asegurarles que si yo lo logré cualquiera de ustedes también puede.

Entonces vino mi posición actual: presidenta y directora general de Nissan México. Puedo orgullosamente decir que finalmente rompí el techo de cristal, y me convertí en la primera mujer en Nissan en dirigir la operación de un país en más de 83 años. Es un gran logro, sí, pero aún creo que hay más por hacer.

Mucha gente me ha preguntado si finalmente se cumplió mi sueño de vida, a lo que les respondo que no. Yo aún sigo viviendo mi sueño, cada día de mi vida. La única diferencia es que ahora me siento empoderada para hacer cambios y ayudar a otras mujeres a que tengan las mismas oportunidades que yo no tuve al inicio de mi carrera. Siempre he dicho que si mi historia de vida ayuda a inspirar al menos a una niña, una joven universitaria o una mujer ejecutiva, entonces una de mis metas será completada.

Es algo que veo diariamente a través de los ojos de mi hija. Quiero que sea lo que ella quiera ser. Que ayude a otras mujeres y sea inspirada en sus decisiones de vida. Porque como mujeres necesitamos apoyarnos, empoderarnos y buscar un mejor futuro.

La autora va a participar en el Foro Global de Mujeres que se celebrará del 30 de noviembre al 2 de diciembre en la ciudad francesa de Deauville