¿Por qué los hombres 'necesitan' ser los maltratados?

¿Por qué los hombres 'necesitan' ser los maltratados?

El machismo manipula y miente para confundir sobre el significado de la violencia contra las mujeres, y para poder presentarse como víctimas por duplicado: por un lado, víctimas de las mujeres, de su perversidad y de su maldad, y por otro, víctimas de las medidas dirigidas a instaurar la Igualdad, que son presentadas como un nuevo ataque contra los hombres.

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Los hombres nunca se han presentado como víctimas de las violencias que asesinan al 95% de los hombres, violencias causadas por otros hombres. En ningún momento a los hombres les ha preocupado el suicidio cuando, a lo largo de la historia y en cualquier lugar del planeta, la gran mayoría de personas que lo llevan a cabo son hombres. Los hombres tampoco se han preocupado de las denuncias falsas que han rodeado a delitos de todo tipo, y que hacen que otros hombres terminen en prisión o pagando con su dinero indemnizaciones por hechos de los que no eran responsables.

En cambio, los hombres insisten constantemente en ser víctimas de la violencia de las mujeres, hablan sin cesar de que la mayoría de suicidios masculinos se deben a "divorcios abusivos" que los dejan sin nada, y no paran de usar el argumento de las denuncias falsas para decir que con ellas las mujeres se quedan con "su casa", "su dinero" y "sus hijos". Y si ya sorprende un interés tan insistente en presentar una realidad caracterizada por la culpabilidad de las mujeres al tiempo que callan otra realidad más grave y frecuente en la que los protagonistas y responsables son los hombres, la intencionalidad de toda esta situación se pone de manifiesto cuando vemos que, además de ese interés en presentarse como víctimas de las mujeres, los datos que acompañan a sus argumentos son manipulados y falsos.

Cada año hablan de que hay alrededor de treinta hombres que son asesinados por sus mujeres, cuando en realidad son casos de violencia doméstica en los que los homicidios se producen en el ambiente familiar, pero con otros hombres como asesinos, fundamentalmente padres que matan a hijos, hijos que matan a padres, homicidios entre hermanos o entre otros miembros del grupo familiar. A veces, incluso, van más lejos e incluyen a los hombres que se suicidan después de asesinar a sus mujeres por considerarlos "víctimas de la situación"; cualquier cosa vale para aumentar el número. Respecto a las denuncias falsas, no se cortan y dicen que representan el 70-80% de todas las denuncias, cuando tanto el CGPJ como la FGE en diferentes informes han indicado que son inferiores al 1%. Y con el suicidio han ido aún más lejos, y en una campaña que desarrollaron a través de las redes sociales, y que aún se puede encontrar, dijeron que en 2010 se habían suicidado más de 8.000 hombres por "divorcios abusivos", cuando ese año, según el Instituto Nacional de Estadística, el número de suicidios totales fue inferior a 4000.

El machismo manipula y miente para confundir sobre el significado de la violencia contra las mujeres, y para poder presentarse como víctimas por duplicado: por un lado, víctimas de las mujeres, de su perversidad y de su maldad, y por otro, víctimas de las medidas dirigidas a instaurar la Igualdad, que son presentadas como un nuevo ataque contra los hombres.

Todo esto no es un error, forma parte de una estrategia que ya no busca ocultar la violencia de género, como ha hecho el machismo a lo largo de la historia -ahora resulta imposible hacerlo ante la evidencia de sus resultados en forma de agresiones, denuncias y homicidios-, pero sí esconder su significado y disminuir su impacto en las conciencias adormecidas de una sociedad que soñaba con la libertad mientras la encadenaban con los grilletes de la desigualdad.

La trampa es clara: si todos somos víctimas nadie es agresor al amparo de la cultura, se trata tan solo de circunstancias que llevan a hombres y mujeres a agredir.

El objetivo del machismo es negar la mayor, es decir, negar la propia existencia del machismo y presentar la realidad de la violencia de género, los abusos y la discriminación como resultado de determinadas circunstancias y de algunos hombres, no como un problema social. De ese modo, al negar la desigualdad y la construcción de la violencia de género sobre las referencias culturales que llevan a los hombres a usar la violencia contra las mujeres para corregir y castigarlas por aquello que ellos deciden, consiguen un triple objetivo. Por una parte, invisibilizar la injusticia histórica y su violencia; por otra, mantener las circunstancias que han dado lugar a ella y de ese modo continuar con sus privilegios y los instrumentos para conseguirlos, entre ellos la violencia normalizada; y en tercer lugar, presentar a las mujeres como agresoras e igual de violentas que los hombres, pues bajo esas razones afirman que la violencia en las relaciones de pareja no es cuestión de identidad, sino de oportunidad.

La trampa es clara: si todos somos víctimas nadie es agresor al amparo de la cultura, se trata tan solo de circunstancias que llevan a hombres y mujeres a agredir.

Por eso, los hombres necesitan ser maltratados e insisten tanto en presentarse como víctimas de las mujeres, cuando nunca se han presentado como víctimas de otros hombres. Y por eso utilizan cada uno de los casos que se producen para generalizar y elevar a categoría las denuncias falsas o la violencia por parte de las mujeres, al tiempo que callan ante los homicidios por violencia de género, frente a las 700.000 mujeres agredidas cada año, sobre el silencio y la soledad que lleva a que el 80% de esas mujeres no denuncie, y ante la injusticia histórica que pretenden arrastrar hasta el futuro.

Nunca les ha preocupado esa injusticia que han protagonizado ellos mismos, puesto que con ella beneficiaban a sus intereses y privilegios construidos sobre la desigualdad, aunque para ello muchos hombres y todas las mujeres puedan sufrir violencia, abuso y discriminación. Cualquier precio es asumible cuando la recompensa se presenta en lo material en forma de privilegios, y en lo moral, sobre el valor de la masculinidad hegemónica que sostiene el sistema.

Para el machismo la solución no es la Igualdad, sino que todo siga igual; y por eso su estrategia posmachista es tan beligerante con las medidas dirigidas a corregir la desigualdad y a promocionar la Igualdad, y tratan de atacarlas al hacer referencia al coste que representan. Para ellos, transmitir en las aulas la desigualdad y la violencia que conlleva es educar, pero transmitir la Igualdad es adoctrinar; para ellos, invertir en Igualdad es dilapidar, pero mantener la desigualdad y todos los gastos personales, económicos y en valores democráticos que conlleva es invertir, pues en el fondo sirven para mantener su negocio de privilegios, de brecha salarial a su favor, de dueños del tiempo, de impunidad... En definitiva, para mantener su poder.

La sociedad ya ha descubierto su estrategia y sus trampas. Todo esta claro con el machismo, por eso ellos ven tan oscuro el futuro en Igualdad.

Este post fue publicado originalmente en el blog del autor

MOSTRAR BIOGRAFíA

Aunque parezca extraño, soy Médico Forense, también Profesor de Medicina Legal de la Universidad de Granada, Especialista en Medicina Legal y Forense, y Máster en Bioética y Derecho Médico. He trabajado en el análisis del ADN en identificación humana, el análisis forense de la Sábana Santa, y en el estudio de la violencia, de manera muy especial de la violencia de género, circunstancia que llevó a que me nombraran Delegado del Gobierno para la Violencia de Género en el Ministerio de Igualdad. Los artículos que publica aquí también aparecen en su blog, pero tiene otro blog, donde escribe sobre la vida desde un ángulo mucho más literario.