Generando Arte, exposición 'Las Moradas'

Generando Arte, exposición 'Las Moradas'

La exposición Las Moradas , del colectivo de mujeres artistas revisa e interpreta de forma visual una de las obras literarias cumbres de Santa Teresa de Jesús, Las Moradas o Castillo interior, y lo hace desde las diferentes disciplinas, estilos y técnicas artísticas que son características de esa asociación, desde el dibujo al pastel, pasando por la instalación sonora o el cuidado carácter narrativo, que es la seña de identidad de las exposiciones del colectivo.

Desde el pasado 27 de julio puede visitarse en el Palacio Los Verdugo de Ávila la exposición Las Moradas dentro de la programación de la Comisión Nacional del V Centenario del Nacimiento de Santa Teresa, sin duda alguna una de las figuras femeninas más admirables de la historia.

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La exposición del colectivo de mujeres artistas Generando Arte revisa e interpreta de forma visual una de las obras literarias cumbres de Santa Teresa de Jesús, Las Moradas o Castillo interior, y lo hace desde las diferentes disciplinas, estilos y técnicas artísticas que son características de esa asociación, desde el dibujo al pastel, pasando por la instalación sonora o el cuidado carácter narrativo, que es la seña de identidad de las exposiciones del colectivo, ya que sus obras siempre dialogan entre sí, aportando una simbología propia en cada una de las muestras que imprimen un marcado carácter contemporáneo, independientemente del tema de que trate.

La exposición está articulada en siete bloques, correspondientes a las siete Moradas, que definen una alegoría de los grados de la vida espiritual desde la ascética hasta la mística descritas por Teresa. Atendiendo y respetando el carácter doctrinal de la obra, Generando Arte ilustra con imágenes el contenido total de la obra que da título a la exposición, ya que cada una de las obras tiene también como título una frase extraída del propio texto y que debidamente numeradas marcan el recorrido por el espléndido espacio del palacio de Los Verdugo, adaptado expresamente como sala de exposiciones para esta ocasión: salas y claustro brillan como nunca con las obras de estas treinta y cinco artistas.

Cabe añadir la dificultad del comisariado, al tener que adaptar el espacio a las diferentes obras, manteniendo el orden establecido en la obra literaria. El castillo flotante de Pilar V. de Foronda abre la exposición con las Primeras Moradas y nos invitan a entrar al conocimiento de uno mismo mediante la acuarela de Teresa Muñoz y las obras plásticas de técnica mixta de Marisa M. Ruiz-Zorrilla, la abstracción matérica de Marga Algora y la representación del trabajo de un panal de abejas de Patricia Fridman, tan diferentes entre sí como afines en el mensaje. Cabe destacar la transformación desde el mundo barroco de Bernini al monocromatismo en la obra de Cristina Recio (en la foto), co-comisaria de la exposición, pasando por la recuperación de la sensibilidad espiritual en la instalación artística de Prado Toro, que trabaja con elementos tecnológicos para llevar a la reflexión mediante la transparencia y el reflejo. Por último, están la obra de Luz Velasco, que nos presenta una interesante propuesta en la que muestra una topografía corporal realizada en láminas de organdí levitando, y la de Jezabel Martínez, que recupera la tradición cristina de la estampa con una fotografía digitalizada donde la modelo es su propia madre.

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Siguiendo el itinerario marcado, las Segundas Moradas están representadas por la obra de Miren Manterola que nos muestra la importancia de la lucha entre la luz y la sombra, donde todavía acecha el pecado y la veladura sugiere la oración meditativa y lo hace con un cuadro doble donde la palabra Paz está implícita en la obra y explícita en su título: ¡Paz, paz! hermanas mías. Pues creéme, que si no la tenemos y procuramos en nuestra casa, que no la hallaremos en los extraños.

El conjunto de las obras que componen las Terceras Moradas refleja la importancia de la prueba del amor a la que alude Santa Teresa: "Pruébanos tú, Señor, que sabes las verdades". En este apartado llama la atención la obra de la artista italiana Teresa Ribuffo, que interpreta el concepto de oración con una mantilla blanca. Igualmente interesantes son las obras plásticas de Natha Piña y Amparo Climent, que nos transmite en una abstracción la fuerza del espíritu teresiano; o los delicados relicarios de inspiración otomana de María Jesús Abad; y completando las Terceras Moradas, la obra de Amalfy Fuenmayor que aglutina en su collage un gran número de pequeños objetos con gran contenido simbólico. Cabe destacar en esta obra que la artista ha utilizado el formato 33 x 33 cm, que es el generalmente utilizado por esta asociación para exposiciones en espacios de dimensiones reducidas y que forman unos de sus signos de identidad.

Una pieza de vídeo-arte de Monika Rülhe nos introduce en las Cuartas Moradas, que presenta el paso a la experiencia mística de forma intermitente -"el Alma se entra dentro de sí"-, que se completa con el delicado dibujo de Marián M. Cañizares, repleto de una sensibilidad especial, el pastel de Pepa Santamaría, las tablas-cartas de Antonia Valero y la instalación sonora y textil de Gracia Bondía.

En las obras de las Quintas Moradas se hace la alusión al símbolo de la muerte del gusano de seda, y cómo el alma renace, como casi literalmente puede entenderse en la obra de la gallega Carmen Chacón y en la instalación de gran formato de la argentina Adriana Exeni. Se completa esta Morada con el pequeño cuadro de Esther Pérez de Eulate y su corazón/flor latente.

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Las Sextas Moradas quedan interpretadas mediante un conjunto de obras que sugieren el crisol del amor que Santa Teresa evoca. Comienza con la Instalación de suelo de Concha Mayordomo (en la foto), co-comisaria de la exposición, muestra el recogimiento de la oración y el camino recorrido, y cuyo detalle fotográfico ha servido de cartel de la muestra; antes de salir al claustro llama la atención la exquisita fotografía de Susana Ribuffo, en la que se pueden adivinar unos pequeños pies caminantes. También están los óleos y acuarelas de Paloma Rodera, la doble obra de Asunción Bau en las que se combinan veladuras y materia para un mismo mensaje y el lienzo de Silvia Rodríguez. La imagen física de la Santa toma potencia en la parte final de estas Sextas Moradas; así lo demuestran las obras de Sara Beiztegi que ha utilizado como modelo para representa a Teresa de Ávila a su propia hija, y a la que ha añadido La Trinidad en femenino formando un conjunto de espectacular belleza.

Una jovencísima Teresa lectora está presente en la fotografía de Ela Rabasco y completando esta serie fotográfica aparece el reflejo en el cristal de la propia artista Natacha Mazzitelli - presidenta de Generando Arte, interpretando la frase "No hayas miedo, que soy yo" (en la foto). Por último, la pieza de arte textil de Montserrat Rodríguez, que reivindica el papel de la mujer en la iglesia por medio de una gran capa en los colores verde y rojo.

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Concluye la exposición con las tres últimas obras de las Séptimas Moradas, donde tiene lugar el matrimonio místico, la unión interpersonal de lo humano-divino. Dos de ellas han recurrido a las abstracción; es el caso de la croata Jasmina Merkus y de la artista vasca Myriam de Miguel, para finalizar con la instalación gráfica que corresponde a la autobiografía de María Jesús Aragoneses.

Cada una de las obras merece una reflexión tanto por valor artístico como simbólico, así como por el contexto en que se encuentra. Por todo ello espero haber despertado interés suficiente para asistir al palacio de Los Verdugo, antes del 30 de septiembre, y poder visitar una exposición única que contiene el interés añadido de la divulgación de una de las obras cumbres de la mística universal, Las Moradas, o el Castillo Interior.

FOTO DEL GRUPO GENERANDO ARTE

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