Cuando nos referimos a la ética pensamos en declaraciones de principios, códigos de conducta, guías de buenas prácticas. Nada de ello funciona si no se traduce en actuaciones que demuestran que uno cree en lo que proclama. De nada sirve la ley si no la sostienen las buenas costumbres.
¿Qué harían si se quedarán sin el sueldo del escaño o por el cargo? ¿No hubiera sido mejor que hubieran estado menos tiempo cobrando del Congreso de los Diputados, e incluso que tuvieran una vida profesional antes de llegar a la política?
Si creías que los recortes en España iban a acabar con los elefantes blancos -esos consejeros y directivos de instituciones públicas capaces de resistir incluso a Gobiernos de diferente signo- te equivocabas.