Truco o trato, estas son las palabras de moda, y sí, me refiero al Gobierno que está al caer, a Halloween, que también está a la vuelta de la esquina, y también me refiero a las nucleares en España. El truco es que si las cerramos se pierde empleo; entonces, mejor trato y las mantenemos.
Sobre nuestra seguridad y salud, se ciernen oscuros intereses políticos y económicos. La central nuclear de Garoña, la más vieja de la UE, estuvo en funcionamiento durante 42 años, pero lleva desde 2012 parada, sin que haya falta de suministro eléctrico. Pero algunos parecen empeñados en alargar su vida, aunque su reactor es gemelo al de Fukushima.
Japón, cuatro años después del terremoto que provocó un tsunami y decenas de miles de muertos, y que fue el origen del peor desastre nuclear en una generación. La crisis nuclear, la contaminación ambiental y el sufrimiento humano continúan. El agua se está envenenando.
Existen países en los que ni siquiera se ha dado importancia a que Japón haya aprobado una ley penal que prohíbe escribir sobre Fukushima y que se haya aprobado otra que impide a los médicos ofrecer datos sobre el tipo de enfermedad que se padecen en los hospitales de Tohoku.
Un buen día, todos los peces en el mar murieron y se comenzaron a pudrir los cultivos de arroz. La tierra se volvió infértil. La bruja verde volvió al reino, esta vez convertida en una gigante ola, que los habitantes del reino acordaron en llamar Tsunami, y se enfrentó con furia a la bruja blanca, arrasando sus dominios y destruyendo el poderoso castillo de DAI-ICHI.
Los científicos han empezado a considerar la contaminación radiactiva de Fukushima como la responsable de fenómenos que han ocurrido en el último año. Por ejemplo, las poblaciones de salmón Chinook en Canadá han experimentado una disminución muy acusada que ha sorprendido a todos.