comparecencia Rajoy

Señor Rajoy, no acepto (no me trago) sus disculpas

Señor Rajoy, no acepto (no me trago) sus disculpas

Exponer las debilidades propias es un reto, no todo el mundo es capaz de hacerlo. Requiere una enorme valentía salir ahí y decir "me he equivocado". Rajoy no ha hecho tal cosa. ¿Cómo vamos a creernos un discurso en el que no escuchamos más que una retahíla de frases como si el hablante enumerara la alineación de un equipo de fútbol o las instrucciones de instalación del deuvedé?
Rosa Díez, la indignación

Rosa Díez, la indignación

La comunicación oral de Díez desconcierta. No es una persona impulsiva, y por tanto su indignación no es visceral sino meditada. La indignación vende, todos estamos indignados hoy en día: los recortes, la corrupción, la banca... ¿Por qué no aprovecharlo? ¡Sí! ¡Eso es! Lo veo, lo estoy viendo en letras blancas sobre fondo magenta: yo, Rosa Díez, seré la voz de todos los ciudadanos que están indignados -aunque hay millones que aún no lo saben-.
El discurso del presidente

El discurso del presidente

Gran discurso. Al llegar el final le entran a uno ganas de levantarse de la butaca y gritar "¡Autor!, ¡Autor!" con lágrimas en los ojos. Y qué lectura: medida, equilibrada, ecuánime. Ha superado sus miedos y ha sorprendido a todos con el abierto y valiente reconocimiento de su error. Todo un héroe.
Comparecencia tramposa y tardía

Comparecencia tramposa y tardía

Los ciudadanos no aceptan ese formato sino que exigen explicaciones claras y veraces. La sociedad española lo exige y la salud democrática lo necesita. Ya no vale esconderse, el tiempo apremia por el bien del país.