eduardo galeano

Gracias, Eduardo

Gracias, Eduardo

Conversador incansable, siempre atento a lo que decían los demás, amante de la vida, perfeccionista en su trabajo hasta la exasperación, era, por encima de todo, un hombre íntegro, y esa integridad le hizo mantenerse siempre fiel a sus ideas, a sus amigos, a sus lectores.
Hasta siempre maestro, mi maestro (Carta a Eduardo Galeano)

Hasta siempre maestro, mi maestro (Carta a Eduardo Galeano)

Me regalaste algo tan bello como tu amistad. Yo te contaba mis alocadas historias, y tú compartías conmigo tu inabarcable sabiduría. Admiraba enormemente tu humildad -propia de las buenas personas- y esa capacidad tuya de querer, lo hacías a corazón abierto. Tierno, cariñoso y profundamente generoso. "La vida es darse. Darse, no hay alegría más grande", repetías. Cuánta razón.
Faltaba el 'Libro de los abrazos'

Faltaba el 'Libro de los abrazos'

Si te dijera que estamos huérfanos de ti mentiría. No nos dejas en la orfandad. Tu marcha multiplica las presencias. Más allá de la guardia pretoriana, del círculo íntimo de la amistad, ¡son tantos y tantas los que aún no conocíamos hasta que hemos coincidido ahora en sentir el dolor de tu ausencia! Tú nos hermanas. Como has hermanado una América Latina que hoy sería otra a la luz de muchos ojos si no se hubieran posado sobre "Las venas abiertas..."
Un regalo en memoria de Eduardo Galeano, el 'Duri'

Un regalo en memoria de Eduardo Galeano, el 'Duri'

Hoy, día 13 de abril de 2015, ha sido un día feo. Ha querido el destino que coincidan las muertes de dos escritores que han ayudado a definir el siglo: el alemán Günter Grass , y el uruguayo, Eduardo Galeano, el Duri. Ambos coincidieron en su actitud vital ante la vida: el compromiso, la denuncia, un sentido del humor iluminador y una capacidad de análisis y pensamiento que deja a sus lectores con una sonrisa critica.
Galeano y Savall beben martinis juntos

Galeano y Savall beben martinis juntos

Jordi Savall bebe también, claro, pero no en el bar de los amos del dinero adonde acude tanto mentecato, sino en la barra de un bar en cuya entrada puede leerse "Decencia". Allí comparte el aire limpio con sus amigos y con quienes hasta allí se acercan, agradecidos por comer juntos el mismo pan y beber el mismo vino.