Por ejemplo, lo tonta que ha sido la campaña. Los laboristas pintaron un autobús de rosa para acercarse a las mujeres. Miliband talló sus promesas electorales en un bloque de piedra. Cameron amenazó con emplear un arte marcial contra Farage en un debate televisivo... y así sucesivamente.
El futuro de Gran Bretaña pende de un hilo. Sería una tragedia tirar por tierra todo el trabajo de los cinco últimos años y volver a la casilla de salida. Podemos seguir reforzando nuestra economía, creando más puestos de trabajo, dando a más jóvenes la oportunidad de triunfar en la vida. Todo esto está a nuestro alcance.
La gente no quiere llamar a las puertas de los conservadores. Y yo tampoco querría. Pero sí quieren llamar a las puertas de los laboristas, ya que comparten nuestra visión de que Gran Bretaña sólo triunfará cuando las familias trabajadoras tengan éxito.