El cohete nipón Kairos, que aspiraba a ser el primero operado por una compañía privada japonesa en poner en órbita un satélite, explotó este miércoles poco después de su primer intento de lanzamiento.
Aunque no se desintegrará del todo, pasará de una masa de dos toneladas a una de 52 kilos. Las probabilidades de que estos restos impacten sobre una personas son ínfimas, pero existen.
El objetivo principal de esta misión es llevar instrumentos científicos y demostraciones tecnológicas al polo sur de nuestro satélite, una región que permanece inexplorada.