Al parecer, todas las opiniones que cabe tener sobre un tema pueden colocarse en uno u otro punto de una línea continua que va desde la derecha hasta la izquierda.
El facha pobre, para irritación de la izquierda que lo quiere emancipar, no está a favor de los discursos de inclusión ni de distribución de la riqueza. Encuentra lugar en los fundamentalismos morales que le permiten sostener un orgullo -anacrónico y violento- frente a su eterna humillación. Su principal característica es el aislamiento y la exclusión de las relaciones sociales.
El cambio estaría ya en marcha si Pedro Sánchez fuera presidente del Gobierno, y se traduciría en medidas pensadas para la mayoría, como un cortafuegos contra la desigualdad, la falta de oportunidades laborales y la corrupción, sembradas por una legislatura fallida en manos del PP. Estamos a tiempo. Nuestra mano sigue tendida.
Todo cuanto dijo el secretario general del Partido Socialista en la tribuna del Congreso fue, en esencia, un rosario de significantes vacíos, con tan saturado nivel de ambigüedad que muy posiblemente haya abochornado a esa parte de la militancia que no cuenta para el señor Sánchez y la baronía que lo controla.
Sí, todavía es el PP la primera fuerza en votos y escaños en el Congreso (a estas alturas, casi un 30% de la ciudadanía les vota ), pero también la que más rechazo suscita. Y el intento de investidura brinda una ocasión para sortear una contradicción entre lo que los españoles dicen ser frente a cómo se comportan.
El reto al que nos enfrentamos tiene forma de pregunta, y dos respuestas diametralmente opuestas: ¿queremos un cambio de gobierno basado en el acuerdo, sí o no? Los socialistas tenemos muy clara nuestra respuesta: inequívocamente sí. La misma voluntad ha encontrado eco en otras formaciones que, con idéntica generosidad, han cedido para sumar y dialogado para construir.
Podemos sigue enrocado en vetos y condiciones para evitar que nada avance, pidiendo una y otra vez a Pedro Sánchez que se decida por la gran coalición PP+Ciudadanos+PSOE o por un gobierno progresista, cuando hace mucho tiempo que Sánchez decidió ponerse a trabajar y todo el PSOE rechazó un gobierno del PP por activa o por pasiva.