Si quiere conocer los sentimientos de alguien en un momento en que se imponen las mascarillas, es muy probable que los ojos le ofrezcan las respuestas.
Cuando se trata de juegos, el acto de vendarse los ojos es voluntario. Ya sea en la gallinita ciega tanteando con los brazos en alto, en una piñata con palo en mano o incluso en los juegos sexuales del sadismo.