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Pedro Sánchez sueña con ser Jeremy Corbyn

Pedro Sánchez sueña con ser Jeremy Corbyn

Como el río seco que se resiste a morir, Pedro Sánchez se mantiene al frente del PSOE. No hay caudal, no hay electores. Tampoco hay esperanza, salvo la de quienes a su alrededor -en un cántico orgulloso, monocorde, dogmático y enjuiciador hacia los discrepantes- entonan su #noesno, como si la coherencia sanchiana condujese a alguna parte, más allá de la pretensión de seguir al frente de un partido cada vez más irrelevante.
Las travesuras del niño Iglesias

Las travesuras del niño Iglesias

No queda rastro del Pablo Iglesias chavista, ni del que acompañaba a Syriza en el dulce comienzo de Alexis Tsipras. Su desparpajo en esta etapa en que trata de asaltar los cielos del Palacio de la Moncloa evoca a la niña mala de Vargas Llosa que, cuando es preguntada por sus otras vidas pasadas, responde con sonrisas pícaras y evasivas.
Una tragedia griega en la escena española

Una tragedia griega en la escena española

Nueva Democracia y el PASOK pensaron que al tratar a SYRIZA como parias, negándoles su debido respeto como nuevo jugador del tablero, negándose incluso a reunirse con Alexis Tsipras, los deslegitimarían. Por el contrario, les ayudaron a asegurarse una victoria electoral. ¿Qué moraleja puede sacar Pedro Sánchez del desastre socialista griego?
Tsipras 2.0

Tsipras 2.0

Elecciones, referéndum y de nuevo elecciones, con un motín interno de por medio y una oposición política más digna de lo que cabía esperar. Por tercera vez en nueve meses, Alexis Tsipras asume una arriesgada apuesta política y la supera. Surge victorioso de las urnas como maestro del juego político. Pero ya no es el mismo. Es Tsipras 2.0.
'No hay alternativa': así se llama el nuevo primer ministro de Grecia

'No hay alternativa': así se llama el nuevo primer ministro de Grecia

Todo ha cambiado con estas elecciones nacionales griegas. Por primera vez, la doctrina del «no hay alternativa» reina como no lo había hecho nunca antes, imponiendo la aplicación universal de un programa difícilmente aplicable como si fuera fruto de la democracia, mientras que el extremismo político disfruta de ser la única alternativa y se sienta a esperar a que el país esté listo para su conquista.