valla de melilla

Aquí sí hay valla, vaya, vaya

Aquí sí hay valla, vaya, vaya

Nos hemos acostumbrado a las vallas. Como en Melilla, cuya valla cumple 20 años, acumula más de 40 millones de euros en gastos y, aun así, no evitó que 18 subsaharianos la saltasen el pasado seis de febrero; o en Hungría, cuyo Gobierno planea añadir una segunda valla a su frontera sur para mantener alejados a los refugiados procedentes de Serbia y cuyo coste se sumará a los 227 millones de euros que acumula la primera.
Se acabó por hoy: último salto a la valla en Melilla

Se acabó por hoy: último salto a la valla en Melilla

Ni siquiera el temor a correr la misma suerte que sus compañeros y caer accidentalmente de la valla cuando el viento arrecia, hace que desistan y desciendan por las escaleras que les ofrece la Policía Nacional. Pasan las horas. Desde arriba, reclaman agua. Algunos policías y guardias civiles les contestan con crueldad innecesaria: "Si quieres agua, baja a por ella". Y les muestran las preciadas botellas.
No tomarás el humanitarismo en vano

No tomarás el humanitarismo en vano

El señor ministro del Interior equipara el humanitarismo a los sentimientos, pasando por alto que aunque lo humanitario pueda surgir de eso, desde su origen, el humanitarismo se vincula con los derechos, con la dignidad de las personas y, mucho más específicamente, con el Derecho, es decir con lo jurídico.
España no puede legalizar lo que es ilegal

España no puede legalizar lo que es ilegal

El compromiso que adquirió España con los derechos humanos a finales de los 70, después del franquismo, se ve ahora amenazado por una propuesta legislativa que permitiría a las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado español devolver de forma automática a los inmigrantes que crucen las fronteras de Ceuta y Melilla. Este tipo de devolución en caliente hace imposible evaluar las necesidades de protección de los inmigrantes y va en contra de la jurisprudencia del Tribunal Europeo de Derechos Humanos.