El 'presidente startup' de Francia es justo lo que Europa necesita

El 'presidente startup' de Francia es justo lo que Europa necesita

Martin Bureau/ Reuters

PARÍS ― Al tratar de rehacer Francia y buscar una Europa más federal, el presidente francés, Emmanuel Macron, puede lograr que el continente vuelva a ser un actor relevante a nivel global.

Aunque es el presidente más joven de la historia moderna de Francia, Macron no está perdiendo el tiempo a la hora de estimular el país y el continente. El dirigente, de 39 años, trata de eliminar los obstáculos al dinamismo que han dejado a Europa rezagada en el ámbito de la innovación. Su éxito en la reforma de Francia y en la unión de Europa puede ser la mejor oportunidad para que Occidente mantenga su presencia civilizadora ahora que Estados Unidos retrocede y que China progresa.

Macron está perfectamente situado para acometer esta tarea. Estos son los motivos:

Macron no ve razones por las que Europa no pueda crear monstruos de la tecnología, como Google y Facebook en Estados Unidos o Tencent y Alibaba en China. De hecho, en uno de sus primeros actos como presidente anunció una nueva visa tecnológica e invitó a emprendedores de todo el mundo a visitar Francia, para hacer de ella una "nación startup". Macron extendió públicamente la mano a "pioneros, innovadores, emprendedores del mundo entero para que vengan a Francia y trabajemos en las tecnologías verdes, en la tecnología de la alimentación, en la inteligencia artificial, en todos los campos posibles de la innovación". El presidente afirmó que quiere "que Francia sea una nación que trabaje con y para las startups, una nación que piense y se mueva como una startup".

El mundo actual, argumenta el presidente, es "innovador y cambiante a una velocidad que nunca antes se había imaginado". Por ello, quiere que el Gobierno francés "sea diferente", que no sea "un Gobierno que lo regula todo". Para Macron, el rol del Gobierno no debería ser simplemente regular y sancionar. Debería ser apoyar y facilitar el éxito.

Quiero que el Gobierno francés sea diferente, que no sea un Gobierno que lo regula todo. Emmanuel Macron

Este cambio de rumbo considerable para la mentalidad dirigiste francesa sigue de cerca a la llamada de Macron a los científicos tras la salida inmediata de Estados Unidos del Acuerdo de París para que trabajen en Francia buscando soluciones para el cambio climático. E hizo esa apelación en inglés, el idioma global de la innovación.

Parece que Macron es el nuevo tipo de líder político que Occidente —y Europa, en particular— lleva un tiempo buscando (y necesita desesperadamente). Alguien que no tenga un vínculo especial con ningún partido ni que esté aprisionado por dogmas ideológicos del pasado, sino más bien alguien que mire al mundo tal y como es. Alguien que sabe que reforzar su propio país no está en contradicción con la cooperación global, sino que es un prerrequisito para ello. Alguien comprometido con tratar de averiguar cómo mantener los valores fundamentales de libertad, igualdad y fraternidad en la era de la globalización en medio de las oportunidades y las continuas disrupciones del capitalismo digital.

En resumen, Macron es alguien que puede llevarnos al futuro.

  China se está embarcando en una iniciativa de inversión masiva en infraestructura para unir el mundo del Extremo Oriente a Eurasia y África.Niklas Halle'n/Getty Images

Por el momento, el liderazgo político en Estados Unidos tiende hacia una postura introspectiva, sumido en la nostalgia de un pasado ideal en lugar de hacer frente a los retos de un futuro complejo, prefiriendo quedarse al margen mientras otras grandes potencias que no van en consonancia con los valores occidentales conforman el futuro. China está trazando energéticamente su propia versión de globalización, resucitando las antiguas rutas del comercio como la Ruta de la Seda y embarcándose en una inversión en infraestructura masiva para unir el mundo del Extremo Oriente a Eurasia y África.

Es evidente que, por un lado, se trata de algo bueno. China y Occidente tienen que ser socios indispensables, no rivales inevitables. Pero a falta de un compromiso global igualmente robusto entre Estados Unidos y Europa, pero a largo plazo dará lugar a un mundo en el que los valores de Occidente se verán duramente mermados.

El liderazgo político en Estados Unidos tiende hacia una postura introspectiva, sumido en la nostalgia de un pasado ideal en lugar de hacer frente a los retos de un futuro complejo.

Si se mira al futuro desde esta perspectiva, queda claro que no se podrá confiar en Estados Unidos de cara a los próximos años, como declaró la canciller alemana, Angela Merkel, que suele ser bastante sutil. Teniendo en cuenta esta realidad, el otro pilar de Occidente —Europa— debe hacerse cargo y, como también dijo Merkel, "tomar [su] destino en [sus] propias manos". En esas manos en las que también descansa el destino de Occidente.

Pero Alemania no es Europa. Europa es sobre todo, en esencia, Francia y Alemania. Sólo estos dos países juntos podrán llevar a Europa en su conjunto hacia adelante y apoyar una resistencia occidental en el orden mundial para las próximas décadas. Para que esto ocurra, Francia debe liderar la apertura de una estrecha rigidez europea mientras persigue una integración más profunda.

  Durante la crisis de Grecia, Macron demostró sus ideales pro-Europa.Yiannis Liakos/Reuters

Como ministro de Economía, Macron demostró sus credenciales pro-europeos cuando se opuso a la troika y a algunos líderes europeos para evitar que echaran a Grecia de Europa.

Su determinación entonces, que evitó que el proyecto de una unión común llegara a una pausa tan dramática, fue una premonición de la calidad de juicio decisiva para su increíble ascenso al poder en Francia sin tener siquiera un partido. Esperamos que sea una premonición del papel que ahora tomará en la escena europea e internacional.

Algunos han comparado la habilidosa recomposición de Macron de la clase política francesa al genio político del expresidente francés Charles de Gaulle en una época pasada. Otros dicen que ya ha devuelto la dignidad y la seriedad a la presidencia que, como con De Gaulle, descansa de nuevo sobre "una cierta idea de Francia", más que sobre un estrecho atractivo partidista que se había apoderado de la política en los últimos tiempos. Incluso algunos ven un eco de Napoleón en la ambición de Macron.

¿Puede Macron conseguir pacíficamente lo que Napoleón intentó como conquistador: unir Europa?

¿Puede Macron conseguir pacíficamente lo que Napoleón intentó como conquistador: unir Europa? En términos del siglo XXI, unir Europa —integrar las soberanías nacionales mientras se airean sus prácticas e instituciones impasibles— no es algo menos ambicioso. Pero sólo esa visión unida a la ambición será lo que al final salvará a Occidente.

El presidente Macron insufla aire fresco en la estancada causa de la unidad europea. Renovar el proyecto europeo trayendo un nuevo dinamismo a un sueño que se desvanece es la única forma de asegurar un papel crítico para Occidente en un mundo post-América que vive en una transición que agoniza. El éxito de Macron en esta tarea sería un éxito para todos nosotros.

Esperemos que su racha ganadora continúe.

Este artículo fue publicado originalmente en el 'The World Post' y ha sido traducido del inglés por Marina Velasco Serrano

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