Cristo, Lucifer y la médium de mascotas (3ª parte)

Cristo, Lucifer y la médium de mascotas (3ª parte)

PB

Oh, grácil lector! Con tu gran sabiduría y sapiencia ya habrás deducido por ti solito que si este post se llama "Cristo, Lucifer y la médium de mascotas (3ª parte)" es porque hay muchas posibilidades de que existan dos publicaciones previas a él. Pues bien, si eres una persona hecha y derecha que se viste por los pies, ya habrás leído esas entradas anteriores, o bien vas a hacerlo ahorita mismo pinchando Aquí. Si por el contrario eres una rata de dos patas de esas a las que siempre les gusta más la película que el libro, a continuación te haré un resumen de lo sucedido:

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(Musiquita de Juego de Tronos de fondo) Tras varios años viviendo en Ibiza, Cristo Lombardi decide volver a su Italia natal. Pero cuando solo quedan 5 días para su vuelo Roma, su amado gato Lucifer desaparece. Para encontrarlo contrata los servicios de Oda Mae, una médium de mascotas ibicenca de vacaciones en Hawaii. Oda contacta telepáticamente con el animal y este le dice que está encerrado en un lugar cerca de la casa de su amo. Cristo peina el barrio de arriba abajo en busca de su mascota sin éxito...

Capítulo 3 (y final)

Cuando tan solo quedaban 48 horas para que Cristo tomara el avión que lo separaría para siempre de su querido Lucifer, Oda Mae envía un nuevo y enigmático mensaje: "Veo algo verde junto al gato... busca un lugar con algo verde".

Nada más leer aquel mensaje, Cristo se acordó de una villa cercana que tiene una gran caseta de madera verde en el jardín. Sin perder un segundo salió corriendo hacia aquella casa y una vez allí llamó insistentemente al timbre. Nadie respondió al telefonillo, así que dedujo que la casa estaba vacía y, sin pensarlo dos veces, comenzó a trepar por la valla del jardín. Una vez dentro, fue directo hacia la caseta verde y, al llegar a ella, comenzó a golpear la puerta al tiempo que gritaba: "Lucifer ¿estás ahí?". Pero el gato tampoco estaba allí. Cabizbajo y vencido, decidió marcharse.

Pero cuando estaba saltando de nuevo la valla para salir del jardín, un sudor frio recorrió su espalda... No podía ser cierto lo que estaban viendo sus ojos... Fuera de la casa había otra cosa verde esperándolo, pero esta vez con cuatro ruedas: un Patrol de la guardia civil. Al parecer, una vecina había escuchado los gritos de Cristo llamando a Lucifer y, asustada, había llamado al 112 diciendo que en el jardín de al lado se estaban practicando ritos satánicos.

Juro que si algún día me encuentro una lámpara maravillosa y me concede tres deseos, estos serán... Bueno, los dos primeros no los puedo contar porque estamos en horario infantil... Pero el tercero sí: poder viajar atrás en el tiempo para ver la cara de aquella pareja de guardias civiles, mientras escuchan a un tipo llamado Cristo decir que se ha colado en una propiedad privada porque una médium de mascotas, que está en Hawaii, le ha dicho que Lucifer estaba encerrado junto a algo verde. Fuck Yeah!

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Como no podía ser de otras manera, Cristo durmió en comisaría, donde se le realizaron todo tipo de tests psicológicos y de consumo de estupefacientes (que, contra todo pronóstico, dieron negativo). A la mañana siguiente, una vez comprobado que el sospechoso no era peligroso, sino un tolai de campeonato, los agentes lo dejaron marchar. De camino a casa, avergonzado y muy cabreado, no pudo evitar coger el móvil y escribir un mensaje a Oda Mae poniéndola (como no podía ser de otra manera) verde.

Y así, con pena y sin gloria, llegó el día en el que Cristo debía volar a Italia abandonando para siempre en Ibiza a su amado gato. Pero cuando se disponía a salir de su casa camino del aeropuerto, escuchó un lejano pero inconfundible maullido que venía del exterior. Como un perro sabueso, siguió aquel sonido que le condujo hasta una esquina de su jardín completamente cubierta por la hiedra. Los maullidos eran cada vez más nítidos, no cabía duda de que provenían de detrás de aquella maleza. Cristo comenzó a arrancar todas aquellas ramas y hojas con sus manos. Sorprendido, descubrió que, escondido tras ellas, había un viejo armario de plástico, de esos grandes que se usan para guardar útiles de jardinería.

Cuando finalmente consiguió abrir las puertas del misterioso armario, una lágrima se escapó de sus ojos... aunque no está claro si era una lágrima de alegría o de terror... Allí estaba su querido Lucifer sano y salvo, tranquilamente tumbado sobre dos enormes cojines de Heineken verdes.

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