Después de una campaña tan rara, la segunda vuelta en Francia también será insólita

Después de una campaña tan rara, la segunda vuelta en Francia también será insólita

Gonzalo Fuentes / Reuters

Tras una campaña inédita, repleta de idas y venidas políticas y judiciales, la primera vuelta de las elecciones en Francia confirmó los vientos de renovación radical que soplan en la vida política francesa desde hace meses.

En otoño de 2016, las primarias de la derecha eliminaron al ex presidente de la República Nicolas Sarkozy y al ex primer ministro de Jacques Chirac, Alain Juppé. En diciembre de 2016, el presidente saliente, François Hollande, se retiraba del combate electoral por su impopularidad. En enero de 2017, las primarias de la izquierda descartaban al ex primer ministro Manuel Valls. Después de cortar la cabeza a todos esos políticos, en la primera vuelta de los comicios los electores han seguido desestabilizando —con el mismo ahínco— los equilibrios políticos más antiguos y consolidados.

Sólo uno de cada cuatro electores apoya a las dos grandes fuerzas que se han ido turnando el Gobierno durante la Quinta República.

Por primera vez en esta Quinta República, ningún representante de los dos grandes partidos de derecha e izquierda que han estructurado 60 años de vida política ha pasado a la segunda vuelta de las elecciones. Benoît Hamon, candidato del Partido Socialista, obtuvo el 6,4% de los votos; François Fillon, candidato de los Republicanos, obtuvo el 20%. Esto significa que sólo uno de cada cuatro electores apoya a esas dos grandes fuerzas que se han ido turnando el Gobierno durante la Quinta República.

En cambio, los dos candidatos que vencieron en la primera vuelta y que se verán las caras en menos de dos semanas se niegan a inscribirse dentro de la vieja separación izquierda/derecha.

Emmanuel Macron, con un 24% de los votos, reivindica una posición central y por eso creó hace un año el movimiento ¡En Marcha!, con el que pretende atraer apoyos de derecha, de izquierda y, en general, de la sociedad civil. Marine Le Pen, con un 21,3%, rechaza también la división izquierda/derecha y quiere instaurar una oposición entre el campo de los "patriotas" y el de los "universalistas".

Si el 33% de los ejecutivos han votado en favor de Emmanuel Macron, el 37% de los obreros escogieron a Marine Le Pen.

Por primera vez en unas elecciones, lo que se impone es la división entre "sociedad abierta" y "sociedad de reajuste nacional". Como en Gran Bretaña con el Brexit, en Estados Unidos con la victoria de Donald Trump, en Austria con la victoria de Alexander Van der Bellen, cada vez más democracias experimentan una crisis profunda de los viejos aparatos y descubren la fuerza de la oposición en cuestiones como la globalización, Europa o las fronteras. Esta nueva separación que se manifiesta en la escena electoral remite a una división social entre las clases medio-altas y las clases populares.

Si el 33% de los ejecutivos han votado en favor de Emmanuel Macron, el 37% de los obreros escogieron a Marine Le Pen (sondeo IPSOS: Comprendre le vote des Français, del 24 de abril de 2017). Si el 27% de los franceses que tienen la sensación de ejercer una profesión en expansión votaron por Macron, el 30% de los que creen ejercer una profesión en declive eligieron a Le Pen. Mientras que el 32% de quienes salen adelante con los ingresos familiares votaron a Macron, el 43% de los que pasan dificultades prefirieron a Le Pen.

Como puede verse, hay dos Francias que se oponen en el terreno político y en el terreno social. Por supuesto, de cara a la segunda vuelta Emmanuel Macron está mucho mejor posicionado que Marine Le Pen: la noche de la primera vuelta, el 62% de los electores interrogados afirmaron tener la intención de votar a Macron, frente al 38% que votaría a Le Pen. No obstante, la candidata de un Frente Nacional que sigue suscitando muchos miedos en el electorado francés está 20 puntos por encima del porcentaje de su padre (con un 18%) en la segunda vuelta de las elecciones presidenciales de 2002.

En quince años, la protesta nacionalista ha progresado mucho.

Si Emmanuel Macron es elegido presidente el próximo 7 de mayo tendrá por delante dos desafíos: la existencia de una fuerte corriente de izquierda radical reunida en la candidatura de Jean-Luc Mélenchon (19,6% de los votos) y la construcción de una mayoría para las elecciones legislativas de junio, sin la que el nuevo presidente no podrá poner en marcha su política de reformas económicas y sociales. La noche de la primera vuelta de las elecciones, Macron afirmó su voluntad de "romper con el sistema incapaz de reformar Francia desde hace 30 años". La ambición está ahí, sólo falta despejar los medios políticos para estar a la altura de esa ambición... y la tarea no será fácil.

Este post fue publicado originalmente en el 'HuffPost' Francia y ha sido traducido del francés por Marina Velasco Serrano

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