Los motivos de la derrota de Matteo Renzi

Los motivos de la derrota de Matteo Renzi

Del mismo modo que David Cameron se lanzó de forma más que arriesgada al referéndum sobre el Brexit, Matteo Renzi se aventuró sobre una resbaladiza pista sin poder controlar los mandos de esta máquina infernal que finalmente se ha cernido sobre él.

TONY GENTILE / REUTERS

Con un éxito inapelable del no en el referéndum constitucional organizado en Italia, se ha producido un nuevo traumatismo en el país que tendrá importantes repercusiones tanto en el plano político nacional como en el plano europeo.

La responsabilidad personal de Matteo Renzi

Si bien el resultado de este referéndum debe interpretarse a la luz de la crecida del populismo en Europa encarnado en Italia por el movimiento 5 estrellas del estrafalario Beppe Grillo, este fracaso debe imputarse al único presidente del Consejo, Matteo Renzi.

Se trata de una nueva raza de dirigentes políticos que tiende a instrumentalizar al pueblo para servir más a sus intereses políticos personales que al interés general del país.

Del mismo modo que David Cameron se lanzó de forma más que arriesgada al referéndum sobre la permanencia de Reino Unido en la Unión Europea, Matteo Renzi se aventuró sobre una pista muy resbaladiza sin poder controlar los mandos de esta máquina infernal que finalmente se ha cernido sobre él.

Se trata de una nueva raza de dirigentes políticos que tiende a instrumentalizar al pueblo para servir más a sus intereses políticos personales que al interés general del país.

Casi un golpe de Estado en forma de referéndum

El referéndum organizado en Italia por Matteo Renzi, cuyo resultado puede tener graves consecuencias sobre la economía y las finanzas y sobre la posición de este país en la Unión Europea, era totalmente irresponsable en muchos aspectos.

Bajo el pretexto de reformar el país, de encarrilarlo para sanear su degradada situación, el primer ministro, ese joven ambicioso, sin escrúpulos y con un toque condescendiente, quiso en realidad dirigir una empresa de concentración de poderes entre sus manos.

La reforma política constituía un cuasi golpe de Estado en forma de referéndum queriendo minar los fundamentos de la arquitectura institucional que, sin embargo, se había orientado hacia una mayor estabilidad en los últimos años.

Al proponer la supresión de las provincias, el imprudente presidente del Consejo dio en el corazón de la identidad nacional italiana.

Con el pretexto de reformar, quería derribar al Senado, renunciar a su elección mediante sufragio universal directo, nombrar a los senadores, impedir que esta asamblea pudiera cuestionar al gobierno (lo cual se ha hecho en muy raras ocasiones en los últimos 60 años).

Lo que es peor: disminuía considerablemente el poder de las regiones, mientras que el sistema italiano, sin ser un país federal, confía poderes muy importantes a las regiones, incluido en el plano legislativo. Por último, al proponer la supresión de las provincias, el imprudente presidente del Consejo dio en el corazón de la identidad nacional italiana.

Un referéndum centrado en su persona

Se trataba, por tanto, de un referéndum primo-ministerial que focalizaba la apuesta de la votación sobre su persona. Este responsable político debería haber tenido en mente que, en un país que ha conocido la angustia del fascismo durante más de 20 años, no era posible ir tan rápido con la reforma del régimen parlamentario. No sorprende, por tanto, que en esas circunstancias el pueblo haya rechazado de forma masiva este referéndum.

La gran lección que se puede extraer de este referéndum es que una reforma debe hacerse progresivamente. Si se quiere dar el pelotazo, se corre un riesgo considerable: el de fracturar aún más una sociedad sacudida por la crisis económica y el paro.

Cabe añadir que, de nuevo por imprudencia, a Barack Obama, Angela Merkel y Jean-Claude Junker les pareció bien intervenir en este asunto tras el golpe dado por los británicos con el Brexit.

Una situación financiera dañada

Italia tendrá que hacer frente a un período de fuertes turbulencias. La situación financiera del país no es sana; va a haber que contar con un gobierno técnico para disminuir la presión de la deuda pública (2,25 billones de euros; es decir, más del 130% del PIB).

El sector bancario vive de por sí una situación grave con 700 establecimientos bancarios con deudas de más de 360.000 millones de euros.

Si Italia no quiere conocer un escenario a la griega, es imprescindible hacer frente a los problemas más urgentes, con lo que el nuevo gobierno tendrá que ponerse manos a la obra esta semana.

Una vez más, puede que a Europa le toque ir al rescate a través del Banco Central Europeo -casualmente, dirigido por un italiano: Mario Draghi- y del Mecanismo Europeo de Estabilidad.

Los retos son importantes: se trata de un nuevo desafío para Europa, una crisis más que tendrá que superar.

Este post fue publicado originalmente en la edición estadounidense de 'The Huffington Post' y ha sido traducido del francés por Marina Velasco Serrano

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