El día en que Clinton no acabó con Trump

El día en que Clinton no acabó con Trump

Faltan 28 días para que los estadounidenses vayan a votar y lo más relevante es que Donald Trump le pisa los talones en las encuestas de intención de voto a Hillary Clinton. A estas alturas de la película, un candidato como Trump debiera estar 20 puntos por debajo de Clinton, y sin embargo, está a cinco puntos porcentuales.

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Foto: EFE

Dicen que no hay peor animal que el herido. Y así se presentó Donald Trump al segundo debate presidencial en la carrera hacia la Casa Blanca este 2016. Faltan 28 días para que los estadounidenses vayan a votar y lo más relevante es que Donald Trump le pisa los talones en las encuestas de intención de voto a Hillary Clinton. A estas alturas de la película, un candidato como Trump debiera estar 20 puntos por debajo de Clinton, y sin embargo, está a cinco puntos porcentuales.

Este domingo, el segundo debate entre los aspirantes se presentaba más aburrido que el primero. Trump llegaba medio muerto tras filtrase una conversación entre el magnate neoyorquino y el presentador de la NBC Bush (que ya ha sido despedido) hace once años. La conversación es el puro ejemplo de un machista descontrolado, fanfarrón e impresentable. Dicha grabación, cuyo contenido ha sido objeto de conversación en Estados Unidos durante todo el fin de semana, hundía las expectativas de Trump. Le hundía tanto que 159 republicanos del establishment le retiraban inmediatamente su apoyo.

Pero nadie pensó que Trump sería capaz de buscar, encontrar y convencer en 24 horas a cuatro mujeres que hace 20 años acusaron a Bill Clinton de abusos sexuales. Mención aparte merece una de ellas, Kathy Shelton, que con 12 años denunció a Bill Clinton por violación, y cuyos padres efectivamente llevaron al exgobernador de Arkansas a los tribunales. Hillary Clinton, abogada defensora de la familia de la niña, llegó a un acuerdo con los abogados de su ahora marido. Bill Clinton llegó a un acuerdo económico con la familia de la menor de edad a cambio de que se retirasen los cargos contra él. Y así fue.

Y allí, junto al exalcalde de Nueva York, Rudolph Giuliani, estaban sentadas Paula Jones, Juanita Broaddrick, Kathleen Willey y Kathy Shelton, tras dar una rueda de prensa previa al debate. La tensión estaba servida. ¿Quieres guerra sucia? Pues taza y media, debió pensar Trump. Y lo consiguió, porque el segundo debate lo ganó él, ya se que las encuestas de los medios de comunicación online dicen que lo ganó Hillary. Pero francamente, teniendo en cuenta la situación en la que llegaba Trump, salir vivo de los 90 minutos era prácticamente misión imposible. Y lo hizo.

Trump atacó a Hillary Clinton con los famosos emails: "Si soy presidente, nombraré a un fiscal general del Estado que te investigue de verdad, y estarás en la cárcel"

Y no solo consiguió que Hillary no se defendiera. Clinton le dejó hablar y, por momentos, no pudo ni defenderse. "Yo pido perdón", dijo Trump, "me avergüenzo de mis comentarios, pero son de baño de gimnasio entre amigos. Tú marido, Hillary además de hacer estos comentarios, abusó físicamente de mujeres, e incluso una le acusa de violarla con 12 años", espetó Trump. Y llegó el incendio.

Hillary Clinton sabe que no termina de convencer a las mujeres blancas de los suburbios. Y no lo hace porque esa enorme proporción de mujeres consideran que Hillary Clinton ayudó a su marido a esconder sus presuntos abusos sexuales. Y no precisamente por amor, no. Creen que lo hizo por egoísmo y ambición política. Pero de la mala. Y ese es el gran problema de Hillary con las mujeres.

A partir de ese momento, el debate cambió. Trump había aprendido de sus errores -es un impresentable, pero no tonto- y atacó a Hillary en donde más daño le hace : "No tiene buen juicio sobre las cosas" repetía, haciendo un guiño a Bernie Sanders y sus seguidores. "Es una mentirosa y todo el mundo lo sabe", repetía cada cierto tiempo, sabiendo que la honradez de Hillary es puesta en duda hasta por el 60% de los votantes registrados demócratas (aquellos que seguro le van a votar).

Y para terminar de rizar el rizo, Trump atacó con los famosos emails: "Si soy presidente, nombraré a un fiscal general del Estado que te investigue de verdad, y estarás en la cárcel", espetó Trump, levantado incluso aplausos del publico. Y ahí estaba Hillary, que no supo reaccionar, sorprendentemente.

Hillary Clinton repetía que ella no creía que Trump estuviera preparado para ser presidente, que no tenía un plan, que era machista, homófobo, racista, inconsistente..., incluso llegó a decir que "Trump vive en una realidad paralela, y que no estamos en una carrera presidencial al uso". Pero nada de eso fue lo suficientemente efectivo como para acabar con él.

Y aquí está el problema. El debate político más surrealista y vergonzoso de la historia política de la primera potencia del mundo resumido en escándalos sexuales de hace una o dos décadas y escándalos de insiders que alejan a los votantes indecisos de las urnas. Todo sigue como con antes de conocerse las vergonzosas declaraciones de Trump, una carrera presidencial abierta, en la que cualquiera puede ganar.

Mientras tanto, 17 millones de tuits consiguieron el récord histórico de Twitter sobre un tema. Desde luego, el espectáculo no puede ni ser mayor ni caer mas bajo. ¿O sí?