"Y murió. ¡Corten!"

"Y murió. ¡Corten!"

Es difícil establecer dónde está la línea de la realidad a la hora de juzgar una película que retrata acontecimientos reales. En primer lugar, hay decidir si, efectivamente, lo que estamos viendo es un biopic. En segundo lugar, hay que distinguir si el director ha pretendido hacer un retrato fiel de la persona, o más bien de su obra.

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Cuando vemos un documental sobre una persona o leemos una biografía, asumimos la información como real. Tanto, que tenemos más sensación de estudiar que de pasar el rato. No importa demasiado lo completo que sea el producto porque creeremos saber sobre la materia, y podemos dar discursos en base a "lo vi en un documental" o "leí un libro sobre...".

El problema viene cuando lo que hemos visto no es un documental, sino un biopic.

El biopic es una película de ficción que narra acontecimientos concretos en la vida de una persona real, utilizando su nombre y el de todos los implicados. Todo lo contrario al famoso "cualquier parecido con la realidad es pura coincidencia". Pero hay trampa, porque algunas películas basadas "en hechos reales" bien podrían incluir la misma sentencia y serían mucho más honestas.

Para no atragantarse cuando retratan la vida de nuestro cantante favorito o del político que cambió el rumbo de la historia, debemos recordar que esto es ficción. Y mejor no olvidarlo, cuando creemos que lo que nos cuentan es la verdad.

Es difícil establecer dónde está la línea de la realidad a la hora de juzgar cuán acertada es una película al retratar acontecimientos reales. Habría que establecer, en primer lugar, el tipo de biopic que estamos viendo, y decidir si, efectivamente, es un biopic. En segundo lugar, habría que distinguir si el director ha pretendido hacer un retrato fiel de la persona, o más bien de su obra.

Estilos de vida

Quizá la definición anterior de biopic no sea completa, ya que, según esa afirmación, películas como Apollo 13, de Ron Howard, o JFK, de Oliver Stone, deberían ser consideradas biopics. No lo son, sin embargo, porque, aunque cuentan episodios de la vida de personas reales utilizando sus nombres, sólo cuentan una parte muy pequeña de su vida, en la que lo que importa no es tanto su crecimiento y desarrollo como personas sino lo que hicieron en ese preciso momento.

En cambio, películas como El hundimiento, de Oliver Hirschbiegel, aunque pertenecen a un momento concreto de la historia de su protagonista, sí pueden enmarcarse en la línea del biopic.

En el caso de las figuras políticas, puede considerarse como biopic prácticamente cualquier acercamiento a su vida, por concreto que sea. En general, son personas muy conocidas, cuyas vidas y actividad política forman parte de la cultura general de modo inseparable. Son películas que se benefician, precisamente, de que el espectador los conoce y no necesitan una presentación, sino un relato de aspectos desconocidos de su vida privada.

En esencia, podemos distinguir dos formas de biopic:

Vivencial

Cuenta la vida del personaje, desde su nacimiento hasta su muerte. En Amadeus, de Milos Forman, asistimos tanto a la infancia de Mozart como a su muerte.

Lo mismo ocurre en Malcolm X, de Spike Lee, en la que se retrata la vida del famoso activista por los derechos humanos, desde su juventud hasta su muerte.

No es tan habitual ver películas donde se cuenta la historia entera de una persona, pero podemos incluir como biopic biográfico aquellas historias que nos den una imagen completa de la vida que ha llevado nuestro protagonista, aunque se centren en un periodo concreto.

En Ray, de Taylor Hackford, asistimos a dos momentos claves en su vida: uno personal, cuando pierde la vista; y otro profesional, que es su ascenso a la fama. El director no muestra su muerte, entre otras cosas porque, en el momento en que se rodó la película, Ray Charles seguía vivo.

Emocional

El que narra un acontecimiento importante, en el que la vida privada del personaje es clave para la historia.

Steven Spielberg, en Lincoln, no muestra el nacimiento ni la infancia del protagonista, ni siquiera su entrada en política. Elige el momento en que propone la enmienda para abolir la esclavitud. Por lo que esta película puede en marcarse como biopic es, en primer lugar, porque Spielberg muestra un amplio abanico de momentos privados y emocionales de Lincoln para afianzar la historia. Por otra parte, termina con la muerte de su protagonista, cerrando su historia por completo, más allá del momento histórico que recrea.

En Ali, de Michael Mann, no se cuenta ni la infancia del luchador ni, obviamente, su muerte. Pero el director hace un retrato de la vida interior del boxeador, en su momento álgido como atleta y como figura clave de la lucha por los derechos sociales de los negros en los Estados Unidos de los años 60.

Lo mismo ocurre en Toro Salvaje, de Martin Scorsese, donde la vida de otro boxeador, Jake LaMotta, se aborda desde sus primeros pasos y ascenso en el mundo del boxeo, hasta su deterioro físico y mental. Pero siempre dando vital importancia a su vida privada.

Formas de vida

En Leer el cine: la teoría literaria en la literatura cinematográfica, José Antonio López Bowie establece dos formas de aportar verosimilitud a los biopics.

La forma discursiva se refiere a cómo se desarrollan los acontecimientos. Se configura en relación a la narrativa cinematográfica, utilizando recursos que los espectadores conocen. Es habitual, por ejemplo, utilizar flashbacks o empezar la historia in medias res para puntualizar momentos importantes en la vida del protagonista.

En Uno de los nuestros, de Martin Scorsese, la película comienza en mitad de la vida de su protagonista, Henry Hill, ya integrado plenamente en la vida de gángster, para volver después a su infancia y contar la historia en orden cronológico.

En Gandhi, de Richard Attenborough, la acción comienza directamente en el final, con el final de su protagonista.

La otra forma es referencial: se centra en la recreación de la época y el lugar en que suceden los acontecimientos. Hoy en día se ha pulido esta forma hasta llegar casi a la obsesión por encontrar actores similares al personaje real, y maquillarlos hasta que el parecido sea prácticamente idéntico.

Visión de la vida

Para contar la vida de una persona, es necesario elegir quién es el que cuenta la historia, si el propio protagonista o una persona cercana que hace las veces de espectador. La primera, aunque más íntima, suele tener más problemas de verosimilitud, ya que es necesario inventar muchas escenas de la vida privada que, aunque puedan inferirse por declaraciones de allegados o de la propia persona, pertenecen a la imaginación del guionista.

Sin embargo, no hay que dejarse llevar y pensar que la segunda de las formas carece de las mismas invenciones; las utiliza también para dar fuerza al mensaje o reforzar ciertos aspectos de las vivencias de la persona central del biopic.

La figura de Jonh Lennon, por ejemplo, ha sido retratada de ambas formas, cubriendo distintos momentos de su vida antes de alcanzar el éxito mundial. Así, en Backbeat, de Iain Softley, conocemos a la primera formación de los Beatles de manos de Stuart Sutcliffe, uno de los integrantes originales, que dejaría la banda antes de la entrada de Ringo Starr.

En Nowhere Boy, de Sam Taylor-Johnson, la visión de John Lennon se centra en su adolescencia, de una forma mucho más personal y utilizando al músico como protagonista de la película.

Más allá de la vida

Como un biopic no deja de ser ficción, hay autores que han decidido recrear la obra de la persona cuya vida están contando. De esta forma, crean un juego donde el espectador, no sólo asiste a escenas de su vida, sino que entra en contacto con la forma en que el protagonista dejó huella en la historia.

En Man on the Moon, de Milos Forman, el director revive a Andy Kaufman, un excéntrico cómico estadounidense que se hizo famoso por su capacidad de engañar al público y llevar sus emociones desde la risa hasta el hastío.

Forman nos presenta una película donde Andy unas veces habla al público, consciente de que está en una película sobre su vida, y otras es un simple actor de la historia. En la película nunca vemos del todo la visión de Andy, de forma que el espectador revive el engaño que en su momento vivió el público del cómico.

En American Splendor, de Robert Pulcini y Shari Springer Berman, ocurre algo parecido. La película es la adaptación de dos cómics de Harvey Pekar, que son autobiográficos. Por eso la película juega, al igual que Man on the Moon, con la idea de que el protagonista sabe que están adaptando su vida, interpretándose en ocasiones a sí mismo junto al actor que le da vida en escena.

Se configura, así, una película que recoge el espíritu de la obra tan personal de Pekar, para hacerle partícipe de su propio biopic.

La autobiografía

Aunque es muy poco común en cine, existen películas autobiográficas, en las que una persona se interpreta a sí misma en la película sobre su propia vida.

Es más común ver a los personajes reales hacer apariciones estelares en películas sobre su historia, interpretando pequeños papeles. Por ejemplo, en El lobo de Wall Street, de Martin Scorsese, podemos ver al auténtico Jordan Belfort presentándose a sí mismo en pantalla, o más bien, a su alter ego cinematográfico, interpretado por Leonardo DiCaprio.

Pero existen casos de una biografía protagonizada por la persona real. Muhammad Ali se interpretó a sí mismo en Yo, el mejor, de Tom Gries.

La autobiografía que mejor funciona, por su ritmo y sentido del humor, es Partes privadas, en la que el famoso locutor y humorista Howard Stern se interpreta a sí mismo en una visión cómica de su propia vida, acompañado de su pareja profesional, Robin Wuivers, que también se interpreta a sí misma.

En 2016, se presentan varios biopics: una versión más de la vida de Steve Jobs (que lleva, por lo menos, tres interpretaciones diferentes en la gran pantalla) en Steve Jobs, de Danny Boyle; y la historia del funámbulo Philippe Petit, en El desafío, de Robert Zemeckis.

En televisión, Narcos nos presenta la vida de Pablo Escobar, desde sus inicios como contrabandista hasta que se convierte en el narcotraficante más importante de su época. Y pronto podremos ver Vinyl, de Martin Scorsese y Mick Jagger, en la que podremos ver las vidas de algunos de los músicos más importantes de los años 60 de la escena punk neoyorkina.