Carta a mi hija, en memoria de la revolución de Yemen

Carta a mi hija, en memoria de la revolución de Yemen

Quería que tu educación y tu vida fueran diferentes. Como mujer, quería para ti un lugar en la vida mejor que el actual. Querida hija, quería que vieras el Yemen con el que yo soñaba cuando era joven y que nunca había visto en 25 años.

TOPSHOT - A Yemeni boy checks the damage following a mortar shell attack on the country's flashpoint southern city of Taez on February 3, 2016, as clashes between fighters from the Popular Resistance Committees, loyal to Yemen's fugitive Preside...AHMAD AL-BASHA via Getty Images

Querida hija:

Hace cinco años, en febrero de 2011, para ser exactos, junto con mucha más gente joven ansiosa por conseguir un Yemen en el que reinaran el bien y la justicia y que pudiera proporcionar un futuro seguro para ti y otros niños de tu generación, me dirigí a la plaza de la Universidad de Sanaa. Coreamos hasta que nos quedamos sin aliento "la gente quiere hundir el régimen". Un régimen que llevaba 33 años arrasando el país. Un régimen que extendió la ignorancia, la pobreza, la corrupción, el nepotismo, el regionalismo y el racismo. El régimen que, mientras te escribo este mensaje, está encendiendo la mecha del sectarismo.

Cuando coreaba esas consignas lo único en lo que pensaba era en que quería que el Yemen en el que tú vivieras fuera diferente del Yemen en el que había vivido yo. Quería que tu educación y tu vida fueran diferentes. Como mujer, quería para ti un lugar en la vida mejor que el actual. Querida hija, quería que vieras el Yemen con el que yo soñaba cuando era joven y que nunca había visto en los 25 años de vida que tenía.

Querida hija...

Desde el momento en el que se prendió la mecha de la revolución, empecé a ir a la plaza con regularidad. Con el corazón lleno de sueños sobre un país de derechos y libertades que te aseguraría una vida digna simplemente porque perteneces a este país, independientemente de la Gobernación, tribu, familia o inclinación política. Allí hacía amigos. Te presentaré a algunos cuando volvamos a casa algún día. Te contaré historias sobre otros que se han sacrificado por ti, por tu futuro. Te hablaré de otros como tú, otros niños de este país llenos de amor, tolerancia, convivencia y todo tipo de valores nobles.

No me imaginaba que la víctima se convertiría en el verdugo, ni que el Estado desaparecería, ni que las armas se convertirían en el principal medio de diálogo entre todas las partes.

Se me aceleraba el corazón al escuchar la canción "Soy rebelde... Vivo entre la generosidad y la hospitalidad de la gente", que sonaba con frecuencia en la plaza. Intentaba hacer fotografías para enseñároslas a ti y a tus hermanos en el futuro... Para contarte que tu madre estuvo ahí, entre los que estaban escribiendo la historia de un nuevo Yemen.

Querida Mayar...

En los últimos cinco años, nunca me arrepentí de compartir el sueño de un nuevo Yemen con mis compañeros revolucionarios. Sin embargo, tampoco me imaginaba que vendrías al mundo y que el Yemen con el que soñábamos se habría convertido en lo que es ahora. No me imaginaba que la víctima se convertiría en el verdugo, ni que el Estado desaparecería, ni que las armas se convertirían en el principal medio de diálogo entre todas las partes.

Nunca me imaginé, cariño, que pasaría un año entero lejos de mi país, especialmente de mi querido Sanaa. Nunca imaginé que nacerías en un país que no fuera Yemen. Nunca imaginé que llegaría un día en el que no podría conseguirte un pasaporte. A decir verdad, nunca imaginé que tendría tanto miedo por ti, hasta el punto de preferir no llevarte de vuelta a Yemen, primero por las incomodidades del viaje y segundo por los aterradores sonidos de los bombardeos y los misiles que caen cada día en las zonas pobres y en las casas llenas de gente.

Cuando estaba embarazada de ti, dejé de seguir las noticias sobre política de Yemen. Me dolía el corazón por las brutalidades que veía en la televisión por satélite y en las redes sociales. No quería que vinieras al mundo y te encontraras con una madre triste y preocupada por un país que aún no conocías. Así que decidí alejarme de todas las noticias relacionadas con nuestro querido Yemen durante el embarazo. Creía que te estaba protegiendo de unos sentimientos que eras demasiado joven para experimentar. Tú eras el pequeño país que crecía dentro de mí al que podía proteger y cuidar.

Ahora te miro cada día y me pregunto si te gustaría ese país, que aún no has podido ver, igual que le gustaba a tu madre. ¿Es suficiente limitar las imágenes y los sonidos del Yemen que tu abuelo y tu abuela representan a la pantalla de un teléfono móvil?

Un amigo mío me preguntó hace tiempo por el método que iba a adoptar para educar a mi hijo. Le contesté con el entusiasmo de una madre que sueña con darle lo mejor a su hija. Olvidando, o fingiendo olvidar, decirle que a quien iba a criar era a ti. ¿Podremos volver algún día a un Yemen feliz, cuyos hijos insisten en ser infelices?

Mi pequeña...

Hoy, haré todo lo posible por escribirte esta carta incluso aunque esté ocupada haciéndome cargo de ti. Entre cada párrafo atenderé tus necesidades, o te hablaré con esas voces que son incomprensibles pero que tú sabes que expresan amor y esperanza para el futuro... una esperanza que tú y tus amigos presentaréis a Yemen, un país que os necesita a vosotros y a vuestro amor más que nunca.

Confío en que tu generación sea capaz de conseguir lo que nosotros no fuimos capaces de lograr. Confío en ti, cariño.

Este post fue publicado originalmente en la edición árabe del 'HuffPost' y ha sido traducido del inglés por Lara Eleno Romero.

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