La voz de los muertos

La voz de los muertos

El alzamiento de Varsovia, película que desde diciembre está a la venta en DVD, pretende dar voz a los muertos que hemos olvidado a causa del tiempo transcurrido o la distancia, y funciona de manera efectiva como medicina ante la ignominia del olvido de los que han sufrido el dolor de la violencia.

Si nos afectara la muerte de cualquier persona como lo hace la de una cercana a nosotros, seguramente viviríamos paralizados por el dolor y terminaríamos por volvernos locos.

Por eso nuestro cerebro, que tiene como fin último el velar por la subsistencia de la especie, discrimina entre muertes de personas más o menos cercanas a nosotros -ya sea sentimental o culturalmente-, por lo que el fallecimiento de un familiar nos afecta más que el de 200 personas en Madrid, y el de éstas, más que el de 10.000 en China a causa de un terremoto.

Por un tanto ocurre con los fallecidos años atrás. El tiempo lo cura todo, dicen. De ahí que podamos circular por carreteras en cuyos arcenes yacen enterradas en fosas comunes improvisadas víctimas de la guerra civil, como si de perros se tratara, y no nos sentimos necesariamente conmovidos a no ser que seamos familiares directos del muerto.

En mayo de 2014 se estrenó en los cines de Polonia El alzamiento de Varsovia, película que desde diciembre está a la venta en DVD. Dicha película, que pretende dar voz a los muertos que hemos olvidado a causa del tiempo transcurrido o la distancia, funciona de manera efectiva como medicina ante la ignominia del olvido de los que han sufrido el dolor de la violencia.

La película es un conjunto de imágenes reales tomadas de noticieros de la época y recopiladas de tal manera que narran la historia de dos hermanos durante la época del asedio y posterior alzamiento de Varsovia en 1944 bajo la ocupación nazi. Los dos hermanos trabajan como cámaras para la Oficina de información y propaganda del Ejército nacional, la cual les encarga documentar las vicisitudes de la vida durante la guerra. Lo que viven superará todas sus pesadillas. El apocalipsis de la guerra les hará grabar imágenes de dolor y destrucción indescriptible. Aunque también habrá momentos para el amor y ciertos actos de cotidianeidad dentro de lo excepcional de la guerra.

Todas las imágenes de la película son reales y originalmente eran en blanco y negro y mudas. Para acercarlas al espectador moderno, las imágenes han sido coloreadas y se ha puesto voz a las personas que aparecen en ellas. Incluso se ha recurrido a lingüistas para que transcribieran lo que realmente decían las personas que aparecían en las imágenes. Por lo tanto, muchas líneas de diálogo corresponden a la realidad. Finalmente, se ha añadido una banda sonora que te transporta a la época.

El conjunto final produce una sensación única de desasosiego y malestar, ya que, aunque parece que estamos ante una película bélica antigua al uso, sabemos que asistimos a imágenes reales. Los muertos son reales. Las personas que son acribilladas ante nuestros ojos realmente fueron acribilladas. Los niños que vemos muriendo de hambre, realmente murieron de hambre. Las miserias que se viven delante de las cámaras son reales y se sufrieron.

El alzamiento de Varsovia es, por tanto, una manera original en la cinematografía actual de dar voz a los muertos, quienes nos recuerdan con sus palabras y sus actos que la guerra es en sí misma la mayor de las derrotas.

Ojalá alguien diera voz a los muertos que yacen en las cunetas de algunas carreteras españolas o alas personas que sufren en conflictos tan lejanos que a veces parecen de otro planeta.

Una primera versión de este artículo fue publicada en la revista digital de culturaMaking Of e-zine