Los zombies me robaron el corazón

Los zombies me robaron el corazón

Es curioso observar cómo los zombies, quienes como todos los animales tienen instinto de supervivencia y buscan alimentos, son los que muestran tener más valores humanos al no agredirse entre ellos. En cambio, de aquellos de quienes se esperaría los últimos valores humanos sólo se observa una descomposición moral.

Dentro de pocos días se reanuda le emisión de la tercera temporada de The Walking Dead, serie basada en el cómic homónimo de Robert Kirkman.

Existe la opinión extendida de que los lectores adultos de comics sufren síndrome de Peter Pan y de que los aficionados al terror como forma de expresión artística son unos asesinos en potencia quienes tarde o temprano cometerán un crimen. Por lo tanto, los lectores del cómic The Walking Dead serían lo peor de lo peor al ser la suma de ambos prejuicios.

En lo referente al terror, considero que éste es el género artístico capaz de generar mejores y más impactantes metáforas de la realidad, ya sea en forma de cómic, de película, de novela o cualquier otra forma. Por supuesto, uno puede ver una película o leer un libro por el único placer de sentir una descarga de adrenalina en un ambiente seguro. En ese caso, el terror es solamente como un viaje en una montaña rusa. El puro entretenimiento también es digno. Pero, por ejemplo, el monstruo de Frankenstein puede entenderse como una metáfora insuperable de la incomprensión y del miedo hacia el diferente; Drácula representa a la clase superior que se perpetúa chupando la sangre de sus súbditos; el hombre lobo es el regreso a la naturaleza, etc. Evidentemente, éstos son sólo algunos ejemplos de los muchos significados que cada uno puede ver en estos iconos del terror.

Pero sobre todo son los zombies los que diciendo menos, expresan más. Imagino que es precisamente a esto a lo que se debe el éxito de la serie televisiva The Walking Dead. Por ejemplo, en los zombies podemos ver una crítica a la sociedad de consumo alienadora, como se refleja en Shaun of the Dead, película en la que el protagonista, un joven treintañero sin futuro ni perspectivas, se levanta y va a comprar el desayuno a la tienda de enfrente, como cada día. Pero ese día todas las personas con las que se cruza son zombies, cosa de lo que el protagonista no se percata porque todos sus vecinos se comportan exactamente igual que cuando no lo eran. En Resident Evil los zombies son el pueblo manipulado que vive desconocedor de los tejemanejes de las grandes corporaciones y gobiernos, pero sufre sus consecuencias, como en I Am Legend. En Cell, una de las últimas novelas de Stephen King, son los móviles los causantes de que la humanidad acabe convertida en zombies. ¿Nunca has pensado al viajar en autobús o en tren que todos esos jóvenes con la mirada perdida en la pantalla de sus móviles parecen zombies?

The Walking Dead se puede entender como un estudio del instinto de supervivencia. En el cómic y en la serie los personajes evolucionan hasta convertirse en personas diferentes, capaces de hacer lo inimaginable para defender a los suyos y, en última instancia, sobrevivir. Es este instinto de supervivencia el que rige el comportamiento por encima de cualquier otro valor. Sobre todo es interesante cómo se refleja en los personajes infantiles el vivir en un contexto con una escala nueva de valores entre los que la supervivencia a toda costa ocupa el lugar más elevado. En cambio, otros valores que distinguirían a los seres humanos como la empatía y el diálogo, van desapareciendo. Así, finalmente, los humanos se convierten en los peores enemigos de sí mismos en esta lucha por seguir vivos un día tras otro y perpetuarse cueste lo que cueste.

Es curioso observar cómo los zombies, quienes como todos los animales tienen instinto de supervivencia y buscan alimentos incansablemente, son los que muestran tener más valores humanos al no agredirse entre ellos. Un zombie no ataca a un zombie, ni le engaña para obtener comida. No tiene ningún tipo de mala fe en sus actos más allá del comerse a cualquier ser vivo que se encuentre en su camino, siempre y cuando no sea otro zombie. Podemos pensar que un zombie es, curiosamente, un ser humano que ha perdido toda mala intención respecto a sus congéneres.

En cambio, de aquellos de quienes se esperaría que defendieran los últimos valores humanos y los vestigios de la civilización, sólo se observa una descomposición moral cada vez mayor. En The Walking Dead, poco a poco, los zombies están consiguiendo despertar sobre los telespectadores una mayor empatía que los personajes no-zombies. Y es que con los zombies las cosas siempre están claras y uno siempre sabe a qué atenerse con ellos. Y en esta época que nos ha tocado vivir no hay nada más de agradecer que la honestidad.

Y, sí, por eso los zombies me robaron el corazón. Pero sé exactamente para qué lo querían.