Y tú Juan, ¿de qué partido eres?: charlas entre expatriados

Y tú Juan, ¿de qué partido eres?: charlas entre expatriados

Juan es abogado y tiene una diplomatura en Administración y Dirección de Empresas, una formación idónea que le ha permitido saber qué cliente va a qué mesa o si una persona prefiere el pollo peri peri o la ensalada de espinacas. Sergio estudió Comunicación Audiovisual y, tras varias becas y un máster que le descapitalizó, pudo encontrar trabajo tras la barra del bar.

Los días pasan y no hay un claro ganador, la política española es cada vez más laberíntica y para muchos, regresar a España de su aventura en el exterior, se antoja homérica. Ya no hay colores ni extremos opuestos, la emigración les ha unido y, desde fuera, ven lo de dentro como anticuado, de otra época, la nuestra, la de hace un rato, la de siempre. Pero no les gusta y apagan la radio por Internet que les permite escuchar cómo los partidos -agrupaciones que, elegidas por el pueblo, les representarán en un futuro- arremeten entre y contra sí mismos como si de una pelea entreLannisters se tratase. Ajenos -o intentando enajenarse mentalmente tras un par de pintas de Carling-, deciden obviar el asunto y continuar con su jornada en Londres.

Juan es de derechas y siempre lo ha sido. Sergio es de izquierdas y lo es ahora más que nunca. Aunque los dos saben que defender una u otra cosa es un capricho que no pueden permitirse, no ahora que lo que está en juego es más que eso. "Yo soy de izquierdas", dice Sergio. "Bueno, en realidad tú eres del que te saque de esta mierda de situación y te ofrezca un trabajo digno en tu país", contesta Juan. Bromean sobre sus actuales trabajos: uno, de recepcionista en un restaurante brasileño en Camden; controla las reservas de clientes, organiza las mesas y atiende las quejas. El otro, sirve cerveza en un pub cercano a Hyde Park. Eso siempre y cuando los retretes estén limpios. "Es lo que toca cuando no sabes inglés", argumenta. Los dos libran hoy, o como dicen ellos, tienen the day off.

Juan critica que Sergio defienda a un partido como Podemos, cuya cúpula "está acusada de problemas con Hacienda, de enaltecimiento del terrorismo, de novatos, de hippies, de perroflautas...", se queda a gusto. Sergio replica con que el actual partido en el poder está corrupto, simbolizan el pasado, la oligarquía, la época de los dinosaurios. "¿Y qué prefieres Juan, a los socialistas?", pregunta Sergio y continúa: "Están sumidos en una guerra interna que ni se creen que son eso, socialistas". "¿Y qué pasa con Izquierda Unida?", pregunta uno de los dos para mofa del otro. "Pues que estamos atrapados a dos horas y media de avión de la respuesta", responde.

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Pub inglés. Foto: trombone65 (PhotoArt Laatzen) a través de Flickr.

Cada vez son más conscientes de que no son de un partido u otro, de un color u otro, de aquello que oía decir a su padre en las tardes de primavera frente a la televisión, de las conversaciones que su madre mantenía con vecinas cuando le acompañaba al mercado. "Eso se ha acabado", expresa Sergio. Es cierto que las situaciones de crisis propician el auge de los extremos y los populismos, pero también del sentido común y ser emigrante agudiza más lo segundo que lo primero. "No es que sea de derechas, es que ellos siempre han ayudado al empresario y esos son los que crean empleo". Y continúa: "Ahora sí, no entiendo que se haga eso a toda costa, y atropellándolo todo". Y dice Sergio: "De ahí que lo importante sea la capa social y no se olvide de los derechos de los ciudadanos, ¡que gobiernan para nosotros, joder!". En ese momento, Juan y Sergio no pueden estar más de acuerdo. "¿Y si fundamos un partido?", lo piensan, pero no lo dicen. Y se odian por pensarlo.

Juan es abogado y tiene una diplomatura en Administración y Dirección de Empresas, una formación idónea que le ha permitido saber qué cliente va a qué mesa o si una persona prefiere el pollo peri peri o la ensalada de espinacas. Sergio estudió Comunicación Audiovisual y, tras varias becas y un máster que le descapitalizó, pudo encontrar trabajo tras la barra del bar. "Ante esta situación, sería idiota discutir si tú eres de izquierdas o yo de derechas, ¿no crees?", dice Juan. "Ya, y ¿por qué en España es asunto nacional este de si eres de A o de B?", responde Sergio. "Pues porque no han salido de su puta zona de confort", piensan los dos no sin antes terminarse la pinta de un trago.