Juan Torres y la izquierda académica

Juan Torres y la izquierda académica

Mientras que la derecha no tiene problemas en ocupar cualquier espacio mediático para transmitir su ideario, muchos progresistas siguen pensando que su espacio natural son las aulas magnas de las universidades o las presentaciones de libros con 25 personas de público. Y así le ha ido a la izquierda, hasta que un grupo de jóvenes se coló en los espacios de máxima audiencia para demostrar que no está reñido tener un discurso claro de izquierdas con ser líder de audiencia.

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Antes que nada, decir que tengo el máximo respeto y admiración por Juan Torres, un intelectual que ha contribuido al pensamiento crítico en el ámbito económico y que ha jugado un papel fundamental en el cambio de mentalidad política que estalló con el 15M. Sin embargo, sí creo que la espantá del economista Juan Torres del programa La Sexta Noche merece una reflexión importante de los progresistas, de la izquierda no socialdemócrata que está llamada a gobernar este país más pronto que tarde.

"Yo soy académico y no participo en estas locuras", dijo Juan Torres antes de abandonar el plató de La Sexta Noche, ante la perplejidad del presentador. Eduardo Inda no insultó a Juan Torres, tan solamente le recordó su vinculación con Podemos, cosa que parece que al economista le molestó porque, como ha matizado en muchas ocasiones, sólo participó en el programa económico de la formación y no tiene mayor relación con el partido político de Pablo Iglesias.

"Yo soy académico y no participo en estas locuras", es una de las expresiones que han hecho tan inútil a la izquierda, incapaz de colarse por las rendijas de los medios de comunicación para colar sus mensajes de igualdad, derechos humanos, libertad y reparto equitativo de la riqueza por exceso de elegancia y, también, digámoslo claro, de clasismo.

Eso cambió con la llegada de Podemos, pero no solamente. Antes, Compromís en Valencia también usó estas "locuras" de los medios de comunicación para situar la gravedad de la corrupción y del empobrecimiento que estaba padeciendo la Comunidad Valenciana por las políticas despóticas del Partido Popular.

Juan Torres podría perfectamente haber argumentado, porque tiene recursos suficientes, contra la insolencia de Eduardo Inda y su intento de manipulación y haber continuado hablando de su libro y del modelo de sociedad más justo y humano que relata.

Existe en una parte importante de la izquierda esa creencia que los programas de máxima audiencia no son el lugar apto para transmitir sus mensajes. Más o menos viene a ser así: Todo para la gente sencilla pero en formatos mediáticos que no ve la gente sencilla.

Mientras que la derecha no tiene problemas en ocupar cualquier espacio mediático para transmitir su ideario, muchos progresistas siguen pensando que su espacio natural son las aulas magnas de las universidades, las presentaciones de libros con 25 personas de público o los encuentros entre convencidos y expertos. Y así le ha ido a la izquierda, hasta que un grupo de jóvenes se coló en los espacios de máxima audiencia para demostrar que no está reñido tener un discurso claro de izquierdas con ser líder de audiencia.

A Mónica Oltra le cayó lo más grande por ponerse camisetas reivindicativas en el Parlamento Valenciano o por acudir de tertuliana a programas de máxima audiencia. También a los líderes de Podemos. Oltra es hoy uno de los políticos más valorados, más queridos y más radicales, a la vez que es tierna y empática; entendiendo por radicalidad ir al fondo de las causas que han provocado que un tercio de la población española viva al borde de la exclusión social o directamente ya esté excluida.

Por su parte, Podemos ha logrado romper el techo de cristal de la izquierda y ocupa, nada más y nada menos, que más de 70 escaños en el Congreso de los Diputados y aspira a disputarle el poder al mismísimo Partido Popular. Algo impensable cuando las tertulias políticas sólo las veían los iniciados y la izquierda académica, muy fina e ilustrada ella, pero incapaz de hablar para la gente a la que quería defender. Esta izquierda tradicional, muy fina, ilustrada y elegante, no llegó a conseguir más de una veintena de diputados en el Congreso.

Eso sí, una izquierda muy contenta de haberse conocido porque era reconocida en los minoritarios círculos académicos e intelectuales, aunque era una auténtica desconocida y antipática para la gente normal que muerde cada día la pobreza y la desigualdad .

Juan Torres podría perfectamente haber argumentado, porque tiene recursos suficientes, contra la insolencia de Eduardo Inda y su intento de manipulación y haber continuado hablando de su libro y del modelo de sociedad más justo y humano que relata. ¿O es que acaso Juan Torres, y toda la izquierda que rechaza ocupar los espacios que ofrecen los medios de comunicación actualmente para hablar de política, considera que la gente normal habla con actitud académica de economía en el descansillo de la escalera, en la cafetería, en la tienda del barrio o en el parque?