El final de Trump

El final de Trump

El presidente de Estados Unidos, Donald Trump. (Imagen de Jabin Botsford/The Washington Post via Getty Images)The Washington Post via Getty Images

La cuestión ya no es si hay motivos para destituir a Donald Trump. La cuestión es cuándo antepondrán los republicanos su lealtad a Estados Unidos a su lealtad al partido.

Las declaraciones que hizo Trump la semana pasada sobre el despido del exdirector del FBI James Comey constituyen una prueba fehaciente de que Trump está obstruyendo la justicia; un delito de peso presente en los procedimientos judiciales de destitución de Richard Nixon y Bill Clinton.

Cabe destacar que la ilegalidad que subyacía tras la destitución de Nixon fue el robo de documentos en el complejo de oficinas Watergate de Washington D.C. (sede del Comité Nacional del Partido Demócrata de Estados Unidos), mientras que Clinton fue acusado de mantener relaciones sexuales con una trabajadora interna de la Casa Blanca.

La obstrucción a la justicia de Trump es potencialmente más seria. Implica una investigación sobre si Trump y sus asistentes conspiraron con Rusia para amañar las elecciones presidenciales, en lo que constituiría el ataque más directo de la historia contra la democracia estadounidense.

La cuestión ya no es si hay motivos para destituir a Donald Trump.

El pasado jueves, en una entrevista con Lester Holt, de NBC News, sobre el despido de Comey, Trump afirmó: "Iba a despedirlo independientemente de que hubiera o no una recomendación". Trump también contó que había presionado a Comey durante una cena privada para que le dijera si él estaba bajo investigación.

El presidente reconoció que la investigación actual sobre la injerencia rusa en las elecciones de 2016, en la que también se investiga la posibilidad de que Moscú se hubiera coordinado con la campaña de Trump, fue uno de los factores que consideró antes de despedir a Comey.

"De hecho, cuando decidí hacerlo, me dije: 'Sabes que esto de Rusia con Trump y Rusia [sic] es una historia inventada, una excusa de los demócratas por haber perdido unas elecciones que deberían haber ganado", explicó Trump.

La ley es razonablemente clara. Si Trump apartó a Comey para evitar ser investigado, se trata de una obstrucción de la justicia: un delito suficiente como para enjuiciar e incapacitar a un presidente, para someterlo a un impeachment.

El viernes pasado, Trump tuiteó que es mejor para Comey "que no haya 'cintas' de nuestras conversaciones antes de que él lo filtre a la prensa".

En este caso, la ley también es clara. Tratar de silenciar, intimidar e incluso influir en alguien que podría ofrecer pruebas en un proceso penal o del Congreso también constituye una obstrucción de la justicia, y un delito lo bastante grave como para ser sometido a un impeachment.

Donald Trump carece del carácter y el temperamento para ser presidente de Estados Unidos.

Y, sin embargo, en la práctica no ocurrirá nada hasta que una mayoría de la Cámara decida presentar una propuesta de juicio político o impeachment, lo cual significa que 22 republicanos tendrían que unirse a los congresistas demócratas para presionar al portavoz de la Cámara para que permita que se considere la propuesta de impeachment.

Las posibilidades de que esto ocurra en en este Congreso, en las circunstancias actuales, son aproximadamente cero.

Asimismo, al cargarse a alguien que está demostrando la complicidad de Trump con las operaciones rusas de interferencia en las elecciones, parece que el destino de Trump pende de las elecciones legislativas de mitad de mandato, que se celebrarán en 2018.

Para estos comicios quedan menos de 18 meses. En política americana, eso es mucho tiempo. Y con la presidencia de Trump, es una eternidad.

Pero también existe otra posibilidad.

Por mi experiencia, la mayoría de los políticos electos tienen dos objetivos: hacer lo que consideran correcto para los estadounidenses y ser reelegidos (no necesariamente en este orden).

Le echarán cuando una cantidad suficiente de estadounidenses decidan que no pueden soportarlo más.

Si las cifras de Trump siguen desplomándose —especialmente entre los republicanos e independientes—, es posible que 22 republicanos de la Cámara entiendan que tienen más probabilidades de ser reelegidos si lo abandonan antes de las elecciones de mitad de mandato.

Paul Ryan y los líderes republicanos de la Cámara de Representantes pueden hacer un cálculo similar, al menos como para poner sobre la mesa una propuesta de impeachment.

En cualquier caso, la mayoría de los republicanos de la Cámara prefieren al vicepresidente Mike Pence antes que a Donald Trump. Como me dijeron hace unos meses: "Pence es un conservador predecible. Trump es un ególatra impredecible. La mayoría nos sentimos más cómodos con el primero".

Hay muchas posibilidades de que el apoyo a Trump siga cayendo. En primer lugar, él ha demostrado ser su peor enemigo. Aunque las cosas vayan razonablemente bien, parece que se siente extrañamente atraído a crear polémica, ya sea diciendo o tuiteando cosas que lo meten en problemas.

En segundo lugar, está la cuestión económica. El crecimiento que comenzó en 2009 se está quedando atrás. Si la historia puede servir de guía, estamos destinados a pasar por otra recesión. Y, ya sea justificada o no, los presidentes son quienes se llevan la culpa cuando la gente pierde su trabajo.

Donald Trump carece del carácter y el temperamento para ser presidente de Estados Unidos. Pero este dato evidente no es suficiente para que lo echen.

Le echarán cuando una cantidad suficiente de estadounidenses decidan que no pueden soportarlo más.

Entonces, quizá en un proceso de impeachment, se descubrirá que Trump hizo algo increíblemente estúpido, como aprobar la idea de que uno de sus trabajadores de campaña como Roger Stone le dijera a un funcionario ruso que continuara con su plan de interferir en las elecciones de 2016.

La Cámara impugna. El Senado condena. Y ese es el final de Trump.

Este post fue publicado originalmente en el 'HuffPost' EEUU y ha sido traducido del inglés por Lara Eleno y Marina Velasco

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