Carta abierta a Pablo Iglesias

Carta abierta a Pablo Iglesias

Es verdad que los holandeses no gesticulamos tanto como los españoles cuando hablamos, ni hablamos a gritos para hacer valer nuestra opinión, o tampoco hablamos todos a la vez, para que nadie se entere. Pero si piensas que es la única manera para que uno pueda defender sus argumentos con pasión, estás muy equivocado.

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Foto: EFE

Estimado Pablo:

Vaya por delante una cosa: soy una persona tranquila y tolerante que no suele meterse con nadie (mientras no se metan conmigo).

Sin embargo, el pasado martes 31 de enero me quedé perplejo escuchándote decir "no somos holandeses, somos españoles (y gesticulamos)" tras tu pelea de patio de colegio en el Congreso de los Diputados, el órgano constitucional que representa al pueblo español.

Más que perplejo estaba estupefacto, enojado rozando el enfado, porque me daba la sensación de que lo decías en un tono despectivo, riéndote en tu interior de los aburridos holandeses en comparación con los apasionados españoles. Es lamentable que la gente recurra a los estereotipos para defender sus ideas, pero es algo que está de moda en ambos lados del Atlántico.

De todos modos, en algo tenías razón. Es verdad que los holandeses no gesticulamos tanto como los españoles cuando hablamos, ni hablamos a gritos para hacer valer nuestra opinión, o tampoco hablamos todos a la vez, para que nadie se entere. Pero si piensas que es la única manera para que uno pueda defender sus argumentos con pasión, estás muy equivocado.

Los holandeses pueden ser más o menos aburridos en tu opinión, pero en algo destacan: son pragmáticos y no les gusta perder el tiempo con tonterías. Y no lo digo yo: según datos de la OCDE, trabajan bastante menos horas que los españoles (1.425 versus 1.688 horas), pero están entre los países más productivos del mundo. Y lo consiguen escuchando a los demás, sin gesticular tanto, ni alzando la voz para imponer su criterio.

He asistido a miles de reuniones en España, desde reuniones del colegio, hasta reuniones con empresarios, concejales, alcaldes, pero si algo han tenido en común es que, en la inmensa mayoría de ellas, todos los asistentes querían imponer su criterio a base de gritos e interrupciones, nadie escuchaba a nadie, se tardaba mucho más de lo estrictamente necesario o se discutían asuntos que no tenían nada que ver con el propósito inicial, resultando en la convocación de una nueva reunión.

Efectivamente somos diferentes, pero esto no significa que seamos peores, o mejores. Como político que eres, te pido que prediques con el ejemplo y dejes de usar estereotipos. Vete al grano y resuelve los problemas reales de las personas que viven en España (incluido los extranjeros como yo, aunque no tengamos derecho a voto pese a que sí pagamos nuestros impuestos).

Conseguirás que te escuchen y te voten sin tener que gesticular o gritar.