Querido Berlín, no puedes morir ahora

Querido Berlín, no puedes morir ahora

El miedo que te cierra la mente no conoce fronteras. El miedo a los mercadillos de Navidad. El miedo a todos los que hablan árabe. El miedo a ir en metro sola por la noche con un pañuelo en la cabeza, el miedo a vivir, el miedo a morir.

PAWEL KOPCZYNSKI / REUTERS

Berlín, eres el amor.

Berlín,

eres el amor.

El amor y la vida.

El amor y los temblores.

El pulso de la nación.

Eres un lugar fascinante.

Un lugar de sufrimiento.

Berlín, perdiste mucha sangre aquella noche.

Cuando un camión se llevó por delante almas inocentes,

despertando a la muerte,

el diablo se reía

y el terror incendió la vida.

Silencio.

Un último grito y

ves tu vida pasar por delante de tus ojos.

Ahí yaces, inmóvil, al lado de la iglesia de Gedächtniskirche.

La casa de Dios vaciada por las bombas, que llora lastimera en el sobrecogedor silencio:

La guerra no entiende de religiones.

El ataque y el contraataque son la ruina para la paz soñada.

Solo un millón de muertes provocarán la capitulación,

nada más que separación y destrucción.

Berlín, no puedes morir ahora.

Porque sin tu amor el miedo nos partirá el corazón en dos,

un miedo que no conoce límites.

Quizá se levante un muro más fuerte que el anterior,

un muro en la cabeza de la gente, un muro que no puede echarse abajo con nada.

El miedo que te cierra la mente no conoce fronteras.

El miedo a los mercadillos de Navidad.

El miedo a todos los que hablan árabe.

El miedo a ir en metro sola por la noche con un pañuelo en la cabeza,

el miedo a vivir,

el miedo a morir.

Este artículo fue publicado originalmente en la edición alemana de 'The Huffington Post' y ha sido traducido del inglés por Lara Eleno Romero.